Aunque mi compañero Alex fue bastante más benévolo que yo en su análisis de Gears 5, creo que quedó bastante claro que ninguno de los dos casábamos demasiado con el giro que planteaba The Coalition. El futuro de la franquicia no pintaba especialmente bien pero, por suerte, los milagros todavía existen.
No se me ocurre un calificativo mejor para hablar de Gears 5 Machacacolmenas, la expansión que nos narra cómo se formó el pelotón Scorpio antes de servir como protagonistas del modo Escape. Una escueta campaña que consigue condensar toda la espectacularidad, ritmo y mala leche que le pedimos a esta saga.
Tremendísima gozada
Para aquellos que no le hayáis dado una oportunidad a este modo adicional, la idea es que tres soldados de lo más cafres e irreverentes se infiltran en colmenas para dañarlas desde dentro, colocando una bomba de gas venenoso que acabará con todas las criaturas que pululen por ahí mientras intentan escapar de su propia bomba de relojería.
Machacacolmenas narra cómo se unió el grupo y qué motivó su peculiar trabajo a base de secuencias de acción, improperios marca de la casa y una buena ensalada de tiros aliñados con coberturas.
Nada de chapas filosofales sobre el sentido de la vida, sino el constante salto de un “esto tiene mala pinta” al siempre recurrente “come mierda y muere”. Un Gears con todas las de la ley, vamos.
Dos horas de juego que se pasan volando porque, a diferencia de misiones secundarias y mundos abiertos que pasear en trineo del futuro, esto es un eterno pasillo plagado de amplias zonas en las que buscarle la espalda al enemigo y aguantar sus embestidas sufriendo al máximo por la munición y la vida.
Una experiencia brutal que, además, se carga de un plumazo cualquier atisbo de tedio o repetición a base de secciones que rompen con la monotonía y convierten los tiroteos en un parque de atracciones en el que puede ocurrir de todo. No quiero hablar más de la cuenta y chafarle la sorpresa a nadie, así que me limitaré a esbozar un “tremendísima gozada”.
Esbozando el potencial de Xbox Series X
Retomando la jugabilidad del modo Escape al otorgar poderes a sus personajes, los tres protagonistas ofrecerán la posibilidad de utilizar habilidades que nos ayuden en combate.
Está Keegan con un cofre de munición que rellena nuestros cargadores automáticamente, Lahni con un tajo eléctrico para quienes gusten de los combates a corta distancia, y Mac, que despliega un escudo que puede salvarnos de algún susto.
Tienen más sentido en cooperativo que en solitario porque su inteligencia artificial no alcanza a leer o plantear estrategias, pero es un añadido interesante que potencia grandes enteros el querer disfrutarlo online o a pantalla partida.
Donde no hay hueco para quejas es en cómo The Coalition ha querido servir en bandeja de plata una aventura a la altura de la nueva generación. Un despliegue visual exquisito y despampanante que, entre texturas en alta resolución y juegos de luces, ayudan aún más a comprender el potencial de Xbox Series X.
Ojalá esta pequeña maravilla sirva para centrar al estudio y reconducir la franquicia hacia lo que le hacía única: una descerebrada sartenada de tiros en la que nunca había hueco para el aburrimiento o los miramientos. Si esto es lo que nos depara el futuro de Gears of War, que llegue ya el siguiente.
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