Estoy en la parrilla de salida de la que promete ser mi última gran cita en Forza Horizon 5. No una carrera normal, claro, eso supondría cerrar este capítulo de forma descafeinada. No, me he guardado lo mejor para el final. Un recorrido por México que, en forma de maratón, me va a tener compitiendo por todo el mapa durante casi un cuarto de hora.
A escasos días de que llegue al gran público para PC, Xbox One y la familia Xbox Series, yo me despido de él por todo lo alto. No porque no pretenda jugarlo más en el futuro o porque no me queden cosas por hacer, sino como una excusa para degustarlo de forma especial antes de sentarme a escribir este análisis.
Un horizonte espectacular
Vuelvo a sentarme sobre mi BMW X5 M, coche heredado de mis partidas a otros Forza que se ha convertido en el favorito para casi todas las pruebas a las que me he enfrentado, y veo a izquierda y derecha todos los Drivatar contra los que voy a competir. Las mismas inteligencias artificiales que me llevan acompañando pista tras pista durante los últimos días.
A un lado están los amigos a los que hace eones que no veo físicamente. Delante mío algunos compañeros de prensa sobre los que ya me han saltado avisos para animarme a descubrir más carreteras que ellos o superar un radar a más velocidad. Y en el otro extremo ese pamplinas que aún no has borrado de tus amigos de Xbox Live por el gustito que da sacarlo de la carretera y lanzarlo por un terraplén en cada nuevo Forza que juegas.
Más allá de unos y otros, el horizonte más bonito, espectacular y lejano que he tenido la oportunidad de vivir en un videojuego. No sé hasta qué punto recordaré Forza Horizon 5 cuando llegue al final de esta generación de consolas, pero dudo mucho que se me olvide el momento en el que salté por un terraplén y comprobé hasta qué distancia era capaz de pintar montañas, edificios y árboles.
Es una lástima que sea uno de esos logros técnicos a los que te acabas acostumbrando demasiado rápido, pero a la que te vas a otro juego y vuelves a este, es imposible no emocionarte un poquito. No es lo más realista que me han echado a la cara, debo decir, pero eso no quita que se vea de pelotas.
Virando hacia la simulación sin olvidar lo arcade
El semáforo en verde marca el inicio de la carrera y mi dedo se clava en el acelerador para intentar ganar posiciones lo antes posible. Sé de buena tinta que la zona en la que estoy implica recorrer una ciudad lo suficientemente estrecha como para darme problemas, así que cuanto antes evite el tráfico local y el de mis compañeros virtuales, mejor que mejor.
Derrapando rueda -y generando una humareda en la que los artistas de Playground Games vuelven a brillar con luz especial gracias a sus impresionantes efectos de partículas- noto cómo el feedback de los vehículos se traslada a vibración y gatillos intentando reflejar el momento justo en el que el coche coge tracción.
En la salida es útil por aquello de saber levantar el pie del acelerador para no quedarte atascado y arrancar lo antes posible, pero en los derrapes en curvas, ya sea tirando de freno de mano o dejando que el coche culee al soltar el acelerador, son una bendición.
No sé hasta qué punto me convence la idea de moverme más a la simulación que a lo puramente arcade en Forza Horizon, pero hay que reconocer que lo de perder el control del coche cuando llegan las lluvias tiene su qué.
Digamos que a la hora de correr la respuesta del coche se agradece y, cuando toca hacer el cabra, lo de derrapar por las dunas o dar saltos sobre edificios sigue siendo igual de accesible y divertido.
Momentazos para enmarcar
Como ya aventuraba, los túneles de Guanajuato son lo bastante traicioneros para provocar un colapso de proporciones épicas. Nunca dejará de sorprenderme cómo Playground Games ha conseguido difuminar la línea entre lo guionizado y lo emergente.
Accidentes como el que me acabo de cruzar, con multitud de coches civiles y de competición frenados en medio de un túnel y limitando el paso a un escasísimo hueco -por el que paso por los pelos y con miedo a tener que tirar de rebobinado-, siempre te dejan con la duda de si estaba o no preparado.
Más evidentes son esas carreras ganadas por los pelos, o las motos de agua saltándote por encima a cámara lenta, que te encuentras en las ya míticas exhibiciones, muy probablemente lo más espectacular y disfrutable de una saga que sabe cómo sacarle rédito a esos momentazos.
Está por llegar el día en que todas las carreras de un Forza Horizon sean así -nada me haría más feliz-, pero hay que reconocerles el empujón que han pegado en esta quinta edición para intentar trasladar ese espíritu a otras pruebas. La salida de la ciudad sano y salvo, y el camino hasta el volcán que domina el escenario, son la excusa perfecta para rememorar algunas de ellas.
Expediciones para disfrutar el paisaje
Superado el trámite de volver a correr contra un tren o un avión en las exhibiciones, entre muchas otras sorpresas están también las expediciones, las historias de México o las maratones como la que estoy corriendo y que sirven para cerrar las distintas etapas del juego.
Con un escenario lo suficientemente grande para presentar una decena de biomas distintos, cada parte del mapa acaba coronada por una sucursal del festival dedicada a cada modalidad de conducción. Desde las carreras campo a través hasta las callejeras, cada inauguración de una de esas zonas trae bajo el brazo una expedición especial.
En realidad no son más que una excusa para presentarte parte del escenario en un largo camino hasta el sitio en cuestión, pero como no podía ser de otra forma siempre buscan la forma de darle la vuelta para hacer de ese paseo un recorrido lo más espectacular posible.
¿Una tormenta de arena capaz de nublarte la vista? ¿Una tromba de agua que viene acompañada de rayos que caen a escasos centímetros de tu posición? ¿Un viaje hasta la corona del volcán mientras los temblores parecen anunciar que en cualquier momento vas a tener que dar la vuelta? Tal y como decía unas líneas más arriba, son momentazos.
Conociendo las historias de México
Menos interesantes me han parecido las historias de México que, pese a tener algunas pruebas tan divertidas como ingeniosas, por su planteamiento se hacen un poco pesadas. La idea es ir avanzando en capítulos de una aventurilla que puede ir desde descubrir un viejo Beetle y maquearlo a base de pruebas y competiciones, hasta convertirte en el doble de acción en una película de espías.
Más que la idea en sí, que es una buena forma de desconectar entre carreras y pruebas más tradicionales, el rollo es tener que ir de aquí para allá en busca de un nuevo capítulo en vez de poder hacerlo del tirón. Hemos venido a conducir, sí, pero he perdido la cuenta de las veces que he tenido que pasear por el mapa con la vista aérea para encontrar el siguiente paso tras despistarme realizando otra prueba.
Al más puro estilo Ubisoft, el número de actividades disponibles es sencillamente apabullante, pero por otro lado resulta de lo más útil saber que, para desbloquear el siguiente evento especial, lo único que debes hacer es ceñirte a lo que más te apetezca hacer.
¿Carreras tradicionales? A por ellas. ¿Historias y demás milongas? Adelante. ¿Explorar el mapa en busca de radares frente a los que pasar a toda velocidad y encontrar graneros con coches destartalados en su interior? Sírvete.
Soberbio diseño de niveles
Cuando quiero darme cuenta el porcentaje que marca cuánto camino llevo recorrido ya ha superado ampliamente el ecuador de la prueba. Si no lo he mirado antes ha sido porque, sencillamente, el trazado me obliga a estar lo más atento posible para no perder la cola del grupo que tengo delante.
Sé de buena tinta que cualquier despiste puede ser fatal y, aunque el rebobinado siempre está ahí para solucionarte la papeleta de forma cómoda y sin juzgarte por ello, es mi última gran carrera y quiero disfrutarla al máximo. De hecho, llevo varios minutos rascándome los ojos y pensando en lo bien que me vendría poner el juego en pausa y quitarme las lentillas, pero cómo frenar ahora con lo que lo estoy gozando.
Pienso en lo fácil que sería crear un mapa aleatorio y echarse a dormir, razón por la que me sale de dentro valorar aún más cómo cada maldita carretera de este juego parece hecha a medida para que sea divertido conducir por ellas. Desde serpenteantes ascensos en los que correr tirando de freno de mano, hasta cuestas prácticamente verticales en las que gozar con los saltos y las pérdidas de control de un buggy desatado.
Podría haber perdido mucho más tiempo testeando las pruebas creadas por otros usuarios con la nueva herramienta de edición, pero doy por hecho que ese hueco va a quedar más centrado en ampliar lo que ya hay que en mejorar lo inmejorable. Para qué correr en las pruebas de otros cuando aún me quedan muchas de las perpetradas por Playground Games.
Sin dejar a nadie atrás
Algo similar me ocurre con todo lo relativo a un online que tampoco me llama en exceso. Bien por tener herramientas como los mensajes rápidos a golpe de cruceta para buscar grupo o crear una caravana en la que hacer el cabra yendo de aquí para allá, pero es que los Drivatar ya me dan el punto justo de competitividad que estoy buscando.
El resto de opciones se mantienen un poco a la par. Ahí están las ruletas que siguen chirriándome sobremanera, y una serie de eventos limitados y especiales en los que me pierdo más por su cuestionable interfaz que por no resultarme interesantes.
Más acertadas me parecen las ideas de coleccionar coches como si fuese un álbum de cromos, y la de hacer lo propio con una ristra de desafíos que también aportan regalos cada vez que completas un hito concreto en cada uno de los festivales, exhibiciones o modalidades de juego.
La intención, parece, es la de no querer dejar a nadie atrás, y que sea cada jugador el que decida hasta qué punto quiere exprimir Forza Horizon 5. Ya vengas como corredor solitario, como jugador social o como fanático del completismo, aquí hay un sitio para ti. Un regalo, con lazo y todo, como el que el Drivatar de aquel pamplinas acaba de hacerme al pegarse demasiado a un puente con un frágil quitamiedos a escasos kilómetros de la meta.
La opinión de VidaExtra
A la bandera de cuadros llego, afortunadamente, igual de sobrados que los creadores de Forza Horizon 5 al dar forma a su última entrega de la saga. Jugueteando con nuevas ideas e intentando exprimir el hardware de Xbox Series, se les nota con ganas de un algo más que llegará, también por suerte, tarde o temprano.
Hasta que eso ocurra y podamos ponerles una nueva vara de medir, al César lo que es del César, han vuelto a bordar un escenario tan divertido de recorrer como fascinante de admirar. México es mágico, y la conducción de cada uno de los muchos vehículos disponibles le va a la par.
Forza Horizon 5 es un juego enorme y casi redondo que, a diferencia de la cuarta entrega, se toma la molestia de intentar innovar sin torpedear a quienes ya tuviesen bastante con lo de siempre. Nada mal para una franquicia a la que ya creíamos que le quedaban pocas cosas por decir.
Forza Horizon 5 Xbox One Xbox Series X Spanish EMEA Blu-ray
Imprescindible
Forza Horizon 5
Plataformas | PC, Xbox One y Xbox Series (versión analizada) |
---|---|
Multijugador | Sí |
Desarrollador | Playground Games |
Compañía | Microsoft |
Lanzamiento | 9 de noviembre de 2021 |
Lo mejor
- Un escenario soberbio
- Cada prueba quiere ser un espectáculo
- El manejo de los vehículos ha crecido muchísimo
Lo peor
- El mapa puede llegar a apabullar
- Las nuevas historias de México brillan de forma desigual
Ver 16 comentarios