‘Knack 2’ es el rey de los refranes. Le van que ni pintados los de “con paciencia el cielo se gana”, “donde menos se piensa, salta la liebre” y, por encima de todos, “el que la sigue la consigue”. También hay otro para mí, el de “de bien nacido es ser agradecido”, y es que es inevitable no darle las gracias a Mark Cerny por haber acabado pariendo un juego tan divertido.
Donde el primer ‘Knack’ tropezó, ‘Knack 2’ camina con toda la cautela posible, y allí donde apuntaba maneras, se desmelena todo lo posible para que le demos otra vuelta a eso de pensar si queremos que el juego se convierta en franquicia. No seré yo el que le niegue esa posibilidad, y es que lo mejor que puedo decir de ‘Knack 2’ es que quiero más.
De Knack a Knack 2, un cambio para mejor
Con la premisa de “mira todo lo que puede hacer PS4”, Mark Cerny entregó un juego de lanzamiento que lucía fantástico sobre el papel. Un bicho capaz de recoger piezas basadas en físicas para ir creciendo en tamaño hasta convertirse en un devastador monstruo. Tenía el carisma de una película de Dreamworks (tampoco nos flipemos metiendo aquí a Pixar) para acercarse a los más pequeños, y un componente de acción lo suficientemente apetecible para los mayores.
Los lloros empezaban cuando el estilo visual era todo a lo que se podía acercar un niño. Presentando una dificultad desquiciante en la que era fácil morir de un par de golpes, y con unos checkpoints que eran más propios de un juego retro en el que tienes que empezar desde el principio cada vez que mueres, la frustración era prácticamente inevitable.
Knack 2 se deshace de los principales problemas que nos llevaron a detestar el primero
Ya podéis imaginar lo que se acabó diciendo de él: bienvenidos al Souls de los juegos infantiles. Y no faltaba razón.
Las esquivas frente a varios enemigos a la vez debían estar medidas al milímetro y, problemas de manquismo a un lado, el cruzarte con golpes desprevenidos o trampas con muy mala leche, hacían el resto.
Un juego infantil desafiante no parece mala idea, pero la falta de mecánicas progresivas y sufrir un hilo conductor que se limitaba a hacerte correr por pasillos y pelear, no invitaba a romperte los cuernos. Cerny reconoció poco después que la falta de tiempo y las prisas obligaron a entregar un juego que estaba muy alejado de la idea inicial, y que le gustaría poder resarcirse con una secuela algún día. El resto de la historia ya la conocéis.
De los errores se aprende
‘Knack 2’ se deshace de tres de los principales problemas que muchos sufrimos en el primero y nos llevaron a detestarlo. Los paseos por pasillos se transforman en clásicas secciones de plataformeo con trampas, suelos deshaciéndose bajo nuestros pies y obstáculos que requieren de un salto doble y algo de suspensión en modo Yoshi para ser superados.
Los combates siguen siendo igual de crudos, pero los golpes son algo menos peliagudos y Knack gana cada vez más habilidades con las que ir experimentando. Lo que antes era un problema, pronto deja de serlo para que nos enfrentemos a otro aún peor. Así, nuevas herramientas hacen más fácil lo que antes era difícil y nos sigue poniendo un reto en la cara para que nunca sea un paseo.
Morir acaba siendo poco frecuente, pero cuando la Parca nos acaba tocando con su dedo, siempre lo hace con la gentileza de volvernos a colocar poco antes de que eso haya ocurrido. No más repetición de secciones con mala baba por el simple hecho de alargar la vida de un juego que, por cierto, no es nada corto.
Siempre hay un giro de guión esperando a darte un sartenazo cuando creías que la situación estaba más que controlada. Pero lejos de hacerlo por la patilla, lo consigue dando vida a una historia en la que, esta vez sí, es inevitable cogerle algo de cariño a Knack y sus compañeros. No va a ganar ningún premio en ese sentido, pero se agradece que haya hueco para algo más que moralina marca Disney.
Un regalo para los completistas
‘Knack 2’ mantiene un estilo similar en cada uno de los 15 niveles que nos esperan. Llegamos a ellos con un Knack mediano que debe explorar la zona, a veces con varios caminos, y vamos cruzándonos con oleadas de enemigos a los que hacer frente. Lo hacemos con algo más que esquivar o golpear, y es que en esta ocasión también hay hueco para los parrys frente a proyectiles, nuevos movimientos que vamos desbloqueando conforme avanza la aventura u otros que podemos desbloquear en un árbol de habilidades.
A base de historia y coleccionables iremos mejorando los poderes y habilidades de Knack
Vencer enemigos y recoger orbes azules de las cajas que los protegen nos permitirán ir aumentando el poder, velocidad y abanico de golpes de Knack. Ese será el básico, pero no el único modo de hacernos con tan ansiado tesoro.
Gracias a la exploración del mapa, a aquello de ir donde no se supone que deberías, romper cajas o estar ojo avizor, encuentras pequeños túneles que terminan en uno de los distintos cofres escondidos en cada nivel.
En ellos puedes cruzarte con dos tipos de tesoro, los orbes coleccionables con los que cambiar de color a Knack o, mejor aún, las distintas partes de objetos que te permitirán aumentar las habilidades del personaje. Si no encuentras lo que estabas buscando tienes la opción de cambiar tu objeto por otro que haya encontrado algún amigo o, como ha sido mi caso, el de personajes aleatorios colocados por la máquina.
Consigue los suficientes y ganarás la habilidad de ver la barra de vida de los enemigos, la posibilidad de volver al punto de inicio tras una caída desafortunada, un medidor de combo, romper todos los cristales amarillos cercanos (ahora vamos a ello) con un golpe en plancha, o incluso conseguir que los cristales amarillos se conviertan en sabrosos orbes azules.
El Souls (afable) de los juegos para niños
La idea tras los cristales amarillos es ofrecer un modo de defenderte de los golpes para que no te hagan daño cada dos por tres. Consigue llenar la barra que los acumula y los siguientes puñetazos o proyectiles que te tragues harán descender la barra antes de dañarte. Llega a una zona plagada de cristales amarillos con la barra al tope (y con el objeto pertinente) y goza viendo cómo todos ellos se transforman en orbes azules con los que seguir mejorando a Knack.
Parece un escenario fácil de alcanzar, pero como a Knack le gustan los refranes populares, también hace suyo ese de “quien te quiere te hará sufrir”. Que los cristales amarillos acaben siendo mucho más valiosos de lo que creías durante las primeras pantallas te obliga a querer jugar mejor. No sólo explorarás todo lo que puedas, también te enfrentarás a cada combate como si fuera el último, todo por no perder esa barra completa que tantas alegrías te ha estado reportando minutos atrás.
Esquiva con el joystick un golpe, acércate a un enemigo lanzándole el brazo, lánzale un boomerang paralizador al que está detrás, y encárgate del que tienes delante con una lluvia de puñetazos que acaba con un golpe propio de una peli de kung fu en la que están desactivando chakras con puñetazos ancestrales.
Eso en tus sueños, claro, porque a ‘Knack 2’ se le da bastante bien eso de ponerte contra las cuerdas lanzándote grandes oleadas de enemigos, a cuál más agresivo. El cabreo al no esquivar un golpe es enorme, pero también la euforia al superar una pelea encadenando golpes y combos como si hubieses estado jugando a esto toda tu vida.
La vida después de terminarlo
Combinando exploración, un plataformeo simplote pero divertido, peleas épicas y algún tramo con cinemáticas QTE o sobre vehículos, ‘Knack 2’ ya entrega una experiencia más que recomendable, pero le sabe mal quedarse ahí. Tras el final llegan los desafíos, en forma de crono para el plataformeo o con combates, la posibilidad de rejugar niveles para recoger coleccionables dejados atrás y, mi preferido, un New Game+ con la opción de subir la dificultad mientras mantienes todas las habilidades y objetos recogidos.
No te quedes ahí tampoco, que lo de darle un tiento al cooperativo tampoco es mala opción. No sólo tiene herramientas para que los menos hábiles puedan estar a la altura, por ejemplo tirando del botón de reaparecer al lado del compañero en plataformas complicadas, también consigue que otros momentos sean más espectaculares.
Knack 2 intenta humildemente arreglar su anterior desaguisado y acaba entregando una aventura tan divertida como recomendable
Los combates son lo mejor, teniendo la opción de golpear con fuerza a tu compañero para lanzarlo como un cohete, o incluso soltándole un vendaval de golpes que harán volar sus piezas como si fuesen proyectiles.
Y si pese a ello ahí también hay dificultades, al menos tendrás otro compañero que te ayude con los puzles. Sea como sea, he jugado algunos tramos con un crío de siete años (con poca habilidad), y con mi pareja (menos aún), y en ambos casos ha sido una experiencia la mar de divertida.
La opinión de VidaExtra
Es cierto que está lejos de la perfección que le darían un segundo repaso a algunas cámaras, una opción para fijar objetivos o algo más de chicha a nivel de guión, pero si ‘Knack’ fue un desastre transformado en meme, ‘Knack 2’ es el juego que, con la cabeza agachada, intenta arreglar su anterior desaguisado y acaba entregando una aventura tan divertida como recomendable.
Hay un momento, casi al final de la aventura, en la que el propio Knack se pone en modo abuela refranera de pueblo reflexionando sobre su propia evolución como juego y suelta: "todos cometemos errores, pero lo que importa es lo que hagas después para intentar arreglarlos". Gran verdad. Mark Cerny se ha ganado el aplauso, y Knack toda nuestra atención.
A favor
- Jugar en cooperativo es una gozada
- Los nuevos combos y poderes
- El repaso que le han pegado a las secciones de plataformas
- Un juego largo, divertido y muy rejugable
En contra
- Algunas caídas de frames puntuales (PS4 básica)
- Ciertas cámaras un poco incómodas
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