Cuatro años (y un mes) exactos han transcurrido desde la presentación oficial de Age of Empires IV tras muchos (demasiados) años suspirando por un nuevo capítulo de uno de los RTS por excelencia en PC. Una saga que siempre ha mirado sin rubor a los Command & Conquer, WarCraft y StarCraft y ante la que en la última década nos tuvimos que conformar con reediciones en HD y remakes bajo la muletilla "Definitive Edition". Pero esto va a cambiar el próximo 28 de octubre.
Es el día escogido por Microsoft, como sabemos, para la puesta de largo de este Age of Empires IV. Un capítulo que acaba de terminar su segunda beta, en esta ocasión abierta a todo el público, que ha servido para corroborar las sensaciones positivas que nos había dejado la primera prueba cerrada. Así que vamos al lío.
El sucesor espiritual del icónico Age of Empires II
Ya nos lo habían explicado sus responsables cuando los entrevistamos con motivo del Age of Empires Fan Preview: Relic Entertainment escogió la época medieval por ser una etapa lo suficientemente rica, como demostró el icónico Age of Empires II: The Age of Kings en 1999. De hecho, se tomó como punto de referencia este clásico a la hora de iniciar el desarrollo de Age of Empires IV, de ahí que todo el mundo coincida en que estamos ante su sucesor espiritual.
No sabemos si esta entrega superará a ese histórico de la estrategia en tiempo real, porque es muy pronto para juzgar por medio de una beta en la que tan solo estaba habilitado el multijugador contra otra gente y las escaramuzas contra la IA, pero sí que se nota lo mucho que ha mejorado a nivel de interfaz, accesibilidad o comportamiento de las unidades. Y bajo un motor que debuta en la saga, al ser una generación mucho más avanzada y pulida del Essence Engine de Relic Entertainment visto en los Company of Heroes y Warhammer 40K: Dawn of War.
El salto es más que notorio, al igual que sucedió con Age of Empires III en 2005, cambiando radicalmente lo visto respecto a la secuela. No es partir de una base y pulirla con las ventajas que ofrece la generación actual, como sucedió a partir del primer Age of Empires: Definitive Edition, sino que se ha partido de cero, aunque respetando la esencia de Ensemble Studios. Todo resulta familiar, pero bajo otro prisma diferente y arropado por un sinfín de detalles que no se ven a simple vista.
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Sin ser el paradigma visual de los RTS (género que siempre ha optado por ser más práctico para que no se resienta el rendimiento en plena batalla), hay un montón de animaciones nuevas de cara a la construcción de edificios o simplemente de los aldeanos en sus quehaceres diarios. Y por medio de una presentación que se preocupa por otra serie de retoques que mejoran su imagen casi sin darnos cuenta, como que se creen caminos automáticamente (sin afectar a la velocidad de desplazamiento, que esto no es un The Settlers) o ver elementos decorativos alrededor de las estructuras que vamos erigiendo y sin que entorpezcan el paso.
Lógicamente, el apartado visual siempre ha sido el aspecto más secundario de un RTS y aquí tan solo es su carta de presentación, la excusa para dejar claro que pese a ser el sucesor espiritual de Age of Empires II, estamos ante algo diferente en donde Relic Entertainment ha puesto especial énfasis en ofrecer mayores diferencias entre cada civilización. Y se nota, aunque en la beta tan solo hayan estado disponibles cuatro de las ocho que habrá de lanzamiento en octubre. Lo curioso es que de la primera beta cerrada sólo han repetido dos civilizaciones...
En este sentido, el estudio canadiense ha cogido lo mejor de cada entrega para que se perciba como una evolución natural de la saga y que cualquiera se pueda sentir como en casa, a la vez que sea accesible para toda esa gente que llegará a partir de ahora, especialmente si tenemos en en cuenta que vendrá de serie con Xbox Game Pass para PC, aspecto que nunca dejaremos de recalcar/recomendar.
Age of Empires IV coge lo mejor de otras entregas
Ya en faena, de cara a esta segunda beta las civilizaciones que han estado disponibles han sido: ingleses, chinos, el Sacro Imperio Romano Germánico y la dinastía abasí. Respecto a la anterior beta cerrada han repetido únicamente los dos primeros, donde también estuvieron los mongoles y el sultanato de Delhi.
Age of Empires IV bebe mucho de mi favorito Age of Mythology, no solamente a la hora de enfatizar esas diferencias extremadamente palpables entre cada civilización, sino a la hora de escoger una ventaja al avanzar de era. Si bien sigue habiendo edificios comunes, tanto para el depósito de recursos con beneficios a la larga como militares o de gestión de la economía, la forma de jugar con cada civilización es totalmente diferente. Sin ir más lejos, los mongoles de la beta cerrada mostraron su comportamiento nómada de igual modo a como hizo, por ejemplo, Empires Apart, uno de los múltiples juegos que imitan a Age of Empires.
Con las cuatro civilizaciones de la reciente beta abierte hubo menos diferencias palpables a simple vista, pero más que notorias a poco que le dedicásemos unos minutos a cada una de ellas. Se podría decir que los ingleses son los más clásicos en cuanto a evolución se refiere, mientras que con la dinastía abasí hay que cambiar el chip debido a la importancia que se le da a su casa de la sabiduría, un edificio tecnológico sobre el que vertebran un serie de ventajas y que es parte fundamental a la hora de avanzar de era teniendo en cuenta su influencia de área.
En pasados Age of Empires hubo una masificación excesiva de civilizaciones con escasas diferencias entre todas ellas. Relic, con ayuda del estudio World's Edge, ha optado por abrazar la máxima de "menos es más" al ofrecer un número reducido pero más consistente y coherente, reflejado a su vez en una cifra más llevadera en cuanto a tipos de unidades se refiere. Se sigue respetando el patrón de lanceros contra caballería y similares, pero sin llegar a abrumar para que también sean reconocibles las unidades en plena batalla, tan propensa al caos.
Además, ahora se fuerza a que diversifiquemos al planear una estrategia, sobre todo de cara a incorporar unidades de asedio a la hora de realizar una ofensiva cuando hay defensas amuralladas. Sin su ayuda no haremos nada, básicamente, al ser un cuartel inexpugnable. Aunque mediante mejora de la herrería podemos hacer que la infantería pueda construir directamente, para facilitarnos la tarea, un ariete para romper las defensas o una torre de asedio para sortear las murallas.
Ante todo es importante conocer las diferencias entre cada civilización, viendo cómo el propio juego destaca sus puntos fuertes y la dificultad para dominarlas. Los ingleses, que sobresalen por su defensa, la economía y los arcos largos, son los más accesibles de inicio, mientras que los chinos, que destacan por el progreso de sus dinastías, la pólvora y su forma de expansión, son recomendables para expertos, en parte por la forma de avanzar de era por el uso de las dinastías.
Práctico y sencillo de entender; difícil de dominar
Más allá de lo mucho que se diferencia el comportamiento con cada civilización, donde cambia por completo la forma en la que diseñamos la base o el método para avanzar de era entre todas ellas, otro aspecto a destacar lo tenemos en la renovada interfaz de esta entrega al ser la más accesible y práctica de la saga.
La forma en la que se divide cada tipo de edificio según era, cómo se resalta cada cifra en base al número de construcciones que hayamos realizado o la habitual gestión de los aldeanos en base a los recursos que están obteniendo, todo está a la vista o a golpe de un clic. Y sabiendo que los aldeanos se comportan debidamente, salvo cuando se les acabe la tarea y haya que buscar a los inactivos, como es menester. Pero por ejemplo con los chinos no habrá que estar muy encima de los "oficiales imperiales totales" de cara a la recolección de impuestos en los distintos edificios pese a tener igualmente su propia pestaña de inactivos.
Comprender la particular idiosincrasia de cada civilización será esencial de cara a la victoria, especialmente si nos animamos en las partidas online, donde abunda gente experta en la materia que no te da ni un minuto de tregua. Aquí, como siempre, paciencia y muchas horas de juego hasta que nos sintamos a gusto con una civilización que se adapte a nuestro estilo en vez de picotear por muchas sin llegar a comprender la complejidad que entrañan sus significativas diferencias.
Esta segunda beta me ha dejado mejor sabor de boca que la primera, a la par que me ha servido para asimilar varias de esas diferencias, aunque haya echado en falta la presencia de los mongoles, que ahí sí que se palpaba más si cabe el cambio brusco que supone la forma de hacer que crezca el imperio. Que Age of Empires IV supere a la eterna secuela de 1999 ya es otro cantar, pero sin duda agradezco el tono que va adquiriendo este nuevo capítulo que supone a su vez un reinicio para la saga. Y lo mejor es que resta poco más de un mes para saberlo.
Age of Empires IV
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