Suicide Squad me ha devuelto todo el terror que he infundido como Batman a lo largo de 15 años y pudo ser mucho peor

Suicide Squad me ha devuelto todo el terror que he infundido como Batman a lo largo de 15 años y pudo ser mucho peor

Los enfrentamientos contra Batman son una de las pocas cosas de Suicide Squad: Kill the Justice League que recordaré con mucho cariño y miedo

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Batman Suicide

Si me concediesen un deseo de los factibles, tengo muy claro cuál sería: sentarme con todos los desarrolladores de Rocksteady para que me expliquen cómo es posible que hayan pasado de hacer la trilogía de Batman Arkham a Suicide Squad: Kill the Justice League. Necesito argumentos de primera mano para comprender que ha pasado entre medio, qué me he perdido para llegar a este punto.

Sí, he jugado Suicide Squad: Kill the Justice League. He pagado (con descuento) a sabiendas de todas las advertencias y completado su historia sin tener una pistola apuntándome a la rodilla. Y... me lo he pasado bien. Fue un fin de semana entretenido y cargadísimo de referencias al Arkhamverse y en general al universo DC.

Que mi contradicción no te confunda: el juego deja mucho que desear en demasiados aspectos y le calzaría un 5-6/10 de tocarme el análisis. No me cabe la más mínima duda. Aunque tampoco puedo negar que he dado mortales como fan(atico) del Arkhamverse y DC, y que he disfrutado del combate con Deadshot después de pillarle el rollo. Capitán Bumerang no está mal, pero no logro tragar el gameplay de Harley Quinn y Rey Tiburón. Eso sí, todos 10/10 como personajes.

Un apunte personal más antes de contaros la historieta. Creo que Suicide Squad: Kill the Justice League nunca debió llamarse ni plantearse así. Más bien debería haberse llamado Batman Arkham: Kill the Justice League, y Batman debería haber sido el encargado de derrotar/matar a la Liga de la Justicia. De hecho, la estructura del juego es ideal para el Caballero Oscuro: llevar a cabo sus planes de contingencia contra sus compañeros. El cómic Torre de Babel va precisamente de eso. Pero... había que hacer un juego como servicio.

  • AVISO: spoilers masivos de Suicide Squad: Kill the Justice League. No habrá piedad al destripar cosas de la historia.

Casi 15 años de terror devueltos en pocas dosis

A medida que se acercaba el final de la historia de Suicide Squad: Kill the Justice League, creía que lo único que recordaría con cariño del juego sería a Batman, pero acabaron colándose un par de cosas más: la pelea de Superman y Wonder Woman en cinemática y los enfrentamientos (como jefes) contra los superhéroes.

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Suicide Squad es una macroreferencia al Arkhamverse, es su cualidad más atractiva y sorpresiva para cualquier jugador. ¡Hay referencias hasta a Batman Arkham Origins! Cuesta no sentir nostalgia después de 15 años de historia. Del mismo modo, no me esperaba que Rocksteady fuese a devolverme década y media de terror psicológico en un par de dosis.

Llamadme cobarde, pero lo pasé realmente mal durante los dos enfrentamientos contra Batman, que se desarrollan en el Museo dedicado a Batman tras secuestrar a Flash (Noche en el Museo) y durante el combate final en la Batcueva de Metrópolis (¿Quién va?).

Noche en el Museo con Batman

Fue durante el primer encuentro que me percaté que Rocksteady estaba volviendo contra mí todas las técnicas que había desarrollado en la saga Arkham: depredar, terror psicológico y paranoia mediante sonidos y sombras, zonas peligrosas como rejas y conductos de aire... Todo exactamente igual.

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Conocer al pixel cómo funciona el Batman de Rocksteady no me ayudó lo más mínimo durante el primer enfrentamiento. Caminaba por los pasillos más tenso que las cuerdas de una guitarra. Rompía los geles explosivos del suelo y las paredes, me alejaba de cualquier conducto y constantemente miraba hacia arriba para evitar emboscadas. Incluso disparaba a las formas raras y cuando creía que se movía algo. Tampoco ayudaban todos los cadáveres que Batman había dejado por todos lados, como ejemplos de cómo me podía darme caza.

Durante el pánico con Harley Quinn, porque Deadshot, Rey Tiburón y Capitán Bumerang ya habían caído a manos de Batman, que me percaté de la humillante ironía: Rocksteady me estaba devolviendo 15 años de terror y ahora era yo el que pasaba un miedo atroz... como los NPCs a los que tanto he depredado y dado caza en la saga Arkham. Admito que tras salir de esa sección, me tomé unos segundos para respirar y sonreír. ¡Menudos malnacidos! En el buen sentido, claro.

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¿Quién va?, ¿Eres tú, Batman?

Ni siquiera mi pasión por Batman ha conseguido cegarme ante la chapuza de Rocksteady con el Caballero Oscuro en Suicide Squad: Kill the Justice League. Si bien la primera fase de su enfrentamiento final me gustó mucho, la segunda no puede ser más pobre, cutre y estar lejos del peligro mortal que supone para cualquier ser viviente del universo.

Se vuelve a repetir el jueguito de terror psicológico en su Batcueva en Metrópolis, pero aquí añade un pequeño detallito para aumentar más (si cabe) mi paranoia: la toxina del miedo del Espantapájaros. La ironía vuelve a ser monumental, teniendo en cuenta los eventos de Batman Arkham Knight. No diré más, puesto que solo he prometido spoilers de Suicide Squad. Tampoco ayudó que hubiese una cuenta atrás para cada personaje.

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La toxina del miedo sacó a relucir los trapos sucios de los protagonistas. Esta vez no contaba con la voluntad de acero de Batman para librarme... porque dicha voluntad, desatada y sin restricciones morales, estaba en mi contra. Los 15 años de experiencia se me volvieron a echar encima. Ahora no bastaba con evitar las zonas peligrosas, sino que debía repeler sus ataques en momentos muy precisos. Mi paranoia ante movimientos, sonidos y sombras se disparó más que una cuenta dedicada a GTA ante el menor movimiento de Rockstar Games.

Fue absolutamente genial, especialmente por las trampas en forma de estatuas, pero tuvo que llegar la segunda fase para destrozar el momento. Entendí la referencia: vencemos a Batman del mismo modo que este lo hizo con el Espantapájaros en Arkham Asylum. Es un guiño, pillo el concepto. Eso no quita que la forma de vencerlo sea cutrísima.

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La muerte de Batman: ironía tras ironía

Pese a esta desagradable segunda fase, el final de Batman no llegó hasta poco después. He leído a muchos fans enfadados por el trato que recibe el justiciero a la hora de morir: sentado en un banco cualquiera de Metrópolis, como cebo para atraer a Superman, y con un tiro en la cabeza del revólver de Harley Quinn. Si me preguntáis, creo que era la mejor opción de Rocksteady.

Más allá de la ironía de morir de un tiro de revólver, como sus padres, y a manos de Harley Quinn (ex-pareja de Joker), creo que es un final muy apropiado. Batman nunca ha sido grandilocuente ni pomposo. Es un personaje que se enfrenta a lo peor de Gotham utilizando la oscuridad y el miedo, pragmático y recto. Está lejos de ser un símbolo de luz, como Superman. Así que morir tal y como ha vivido me parece un final apropiado: solo, superado por sus enemigos y sentado en un banco cualquiera bajo la lluvia. Como dice el dicho: “Quién a hierro mata…”

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No puedo enfadarme con Suicide Squad: Kill the Justice League. No decepciona aquello de lo que no esperas nada. Es un videojuego muy en la media y que queda lejísimos de la reputación de Rocksteady. Sin embargo, siempre le reconoceré estos momentos tan épicos, hacerme saltar de la silla con mil referencias y ver morir a Batman. Me hubiese gustado que al final, antes de morir, su voluntad se impusiese a Brainiac para capitular como Bruce Wayne. Creo que no costaba tanto y la muerte sería perfecta. Lo que pudo ser este juego y nunca será...

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