Llamar patinazo a Sombras de Rose sería exagerado, pero lo cierto es que el DLC de Resident Evil Village se ha quedado lejos de colmar mis expectativas. En los últimos días desde el lanzamiento he podido ver opiniones de todo tipo al respecto, con detractores de la aventura de Rose Winters y aquellos que han disfrutado enormemente volviendo a recorrer los escenarios creados por Capcom.
Entre la marea de comentarios y observaciones, he topado con una unanimidad clara. La mansión Beneviento vuelve a ser un tramo excelente para la expansión y que demuestra que la octava entrega de la franquicia bien puede permitirse abandonar las armas para incrustarnos el miedo en el espinazo.
Atención: a partir de este momento se entrará de lleno en la trama de Sombras de Rose, RE Village y cualquier aspecto argumental.
Miedos del pasado
Una vez que hemos logrado escapar de la infernal trampa del castillo de Lady Dimitrescu, Rose es transportada al camino que lleva al hogar de los Beneviento. Tras haber sufrido los ataques del Duque en el tramo anterior, todo es posible en una zona que ya sufrimos con Ethan en la aventura principal.
Y de la misma forma se tocan los temas principales no solo del DLC, sino de la propia mansión. Si Ethan era atormentado con visiones de Mia constantemente, Rose sufrirá lo propio con un pasado repleto de rechazo, discriminación e incomprensión. La joven ha tenido una vida en la que ha sido señalada como una rata de laboratorio, sin amigos y sin unos padres en los que refugiarse.
Mientras avanzamos por la niebla comenzaremos a encontrar los recurrentes ositos de peluche que tanto quería Rose cuando era pequeña, un reclamo que la invita a seguir adelante. Necesita ese cristal purificador para poner fin a su lamento y llegará hasta donde sea necesario para lograrlo.
Tras llegar al ascensor, Resident Evil Village no nos hace esperar ni un segundo más y aprovecha tan bien el jugueteo de escenarios de Sombras de Rose. Entre las paredes de piedra del castillo ya pudimos verlo y el beneficio es que no tenemos que atravesar la mansión para llegar hasta el sótano. Directamente aparecemos en la sección más tenebrosa del título.
Lo va a pasar muy mal nuestra protagonista y desde luego que yo también volví a sentir la tensión creciendo en mí. Diantres, aquel dichoso bebé está incrustado en alguna parte de mi cerebro para despertarme por las noches. El contexto es absoluto hacia los sentimientos de la muchacha, poniendo encima de la mesa todos sus miedos.
Notas sobre cómo Rose tardó meses en entablar conversación en la escuela o infinidad de peluches por cada esquina. Llegada a la sala de operaciones donde estaba el maniquí de Mia, todo se oscurece y el oso aparece encima de la mesa. No tenemos armas, no hay forma de defenderse, la pesadilla vuelve a desencadenarse.
Esos malditos pasillos
He aquí uno de los motivos que elevan esta parte de Sombras de Rose, al igual que sucedió con la mansión Beneviento original. Calificar a estas alturas a la saga de Resident Evil como survival horror es cada vez más complicado. Bien es cierto que a partir de la séptima entrega se intentó virar en un rumbo más clásico, pero no se puede negar que la influencia de Resident Evil 4 todavía retumba.
Ojo, no me quejo en lo absoluto. Los dos últimos títulos son grandes juegos que consiguen un gran equilibrio, pero el peso de las balas es obvio. Si quiero toparme con propuestas más nostálgicas siempre puedo recurrir a vías tan excelentes como Signalis. Con todo, el foco ha de ponerse en el hecho de que no podemos contrarrestar los peligros en este tramo, por lo menos no de la forma habitual.
Rose conserva sus poderes, pero soltar un escopetazo entre pecho y espalda ya no será la solución. Hay que pensar un pelín más, tampoco demasiado, pero costará un poco viendo brazos de maniquíes brotar del techo, dibujos por las paredes o la Megamiceta aparecer sin ton ni son.
Abrirle el pecho al oso es sencillo, aunque las señales de que lo peor está por venir comienzan a surgir. Toca encontrar una serie de muñecos para recrear recuerdos funestos para Rose en maquetas y aquí fue donde se me puso la piel de gallina. Volviendo a la sala de operaciones una persona se alza en la oscuridad. Me freno, congelado, mirando con pavor, intentando adivinar qué intenciones tiene el ser de enfrente.
Realmente ninguna, pues no es más que un maniquí de Mia. Si bien Sombras de Rose se centra especialmente en la relación entre Ethan y Rose, es más que justo hablar de la madre. Este DLC no tiene peso alguno en la trama general de la serie, pero sí en la relación de los Winters. Por mucho que se insista sobre el padre y la hija, Mia es un elemento fundamental.
¿No quería Rose una madre? Pues la va a tener en varias tazas y queriendo recibirla con los brazos abiertos. Tras colocar todos los muñecos, el apagón de luz será total y tocará cambiar los fusibles. Por medio hemos recibido unos cuantos sustos con maniquíes y el festival da comienzo.
Un maniquí con los ojos brillantes nos espera en el despacho, sin realizar ningún movimiento. Ese distintivo en su mirada deja claro que estamos ante una amenaza especial y así se descubre al comenzar a perseguirnos. Los movimientos erráticos, marcados, con el sonido de la madera crujiendo... todo está construido de una forma ideal.
Es un instante en el que nosotros tenemos la sartén por el mango, pero el miedo puede provocar que actuemos de forma desesperada. Los muñecos solo se moverán cuando no los miremos, por lo que conocer la distribución del sótano es imprescindible para sobrevivir. De hecho, yo caí en las garras de madera de unos muñecos que poco tienen que envidiar al amorfo feto gigante.
Adiós a la pesadilla
Sorpresa, todo está siendo una artimaña orquestada por Eveline. La dichosa cría que tantos dolores de cabeza nos causó en Resident Evil VII reclama su lugar, un puesto al lado de Miranda. Lanzarle a Rose todos sus miedos es su mejor arma, así que hacerla pequeña se convierte en su mejor opción. Aquí es donde sí que podemos recurrir a los poderes de la joven para destruir forúnculos y detener a los muñecos asesinos.
Y es que no tenemos una forma de defendernos clara, así que toca esquivar, agacharse y saber cuando correr. Sobre todo cuando los maniquíes ahora son gigantescos. Un nivel que vuelve a fortalecer el vínculo entre Rose y sus extrañas habilidades, las cuales le sirven para superar sus dificultades del presente y las del pasado.
De hecho, que la calma preceda a la tempestad final es todo un acierto. Que Rose visite la casa de Ethan y Mia nos permite explorar los momentos más cándidos y dulces de Resident Evil Village, al mismo tiempo que se cierra el círculo entre padre e hija. Una vez a salvo, Eveline destapa todo su poder con la Megamiceta devorándolo todo para acabar con Rose. Un combate final que no puede ser resuelto de otra forma si no tienes una buena pistola a mano, pero que se siente demasiado simplón para todo lo vivido con anterioridad.
Resident Evil Village Gold Edition
A pesar de todo, el sabor de boca es tan bueno que hará que Sombras de Rose termine en mi memoria con el paso del tiempo. No lo hará por ver cómo Rose e Ethan se conocen, ni por el combate final contra Miranda, sino por estos momentos tan escalofriantes. No tengo ni la más remota idea de qué nos espera en la novena entrega y lo cierto es que Capcom no ha dado ninguna pista.
Si hay cualquier atisbo de un Resident Evil que se aleje de la acción, aunque sea por unos momentos, allí estaré para volver a sentir miedo. También querré reventar unas cuantas cabezas, pero me alegra comprobar que Capcom tiene muy claro cómo brillar entre las sombras.
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