El From Software de ahora no tiene nada que ver con el del siglo pasado. No todo lo que sacaba antes saboreaba las mieles del éxito, porque cuenta con el dudoso honor de haber sacado algunos juegos olvidables. Y además tardó muchos años en llegar al público occidental. Sí, tras Demon's Souls.
King's Field y Armored Core fueron los pilares de su primera etapa como estudio de desarrollo de videojuegos (se fundó en 1986 pero no empezaría en ello hasta 1994, curioso), llegando a sacar alguna joya oculta por el camino, como Lost Kingdoms en GameCube y Otogi en Xbox. Pero nunca se había caracterizado por ser un estudio que lograse la unanimidad más absoluta ya que sus trabajos no llegaban a la excelencia por culpa de ciertas "durezas" en el control.
Algo que fue distinto con el primer Souls de PS3 en 2009.
Diez años explotando una fórmula ganadora
From Software supo mejorar la fórmula de King's Field 15 años después de su nacimiento por medio del inolvidable Demon's Souls, un juego que fue ganando adeptos por medio del boca a boca debido a su dificultad legendaria, donde se maltrataba al jugador de una manera nunca vista hasta entonces.
Y abandonando aspectos básicos de los RPG.
Que no hubiese mapa era tan solo un granito de arena dentro de un montón de decisiones acertadas por parte del estudio nipón, hasta el punto de crear una aventura de lo más adictiva que íbamos saboreando con cada muerte y cuya historia se descubría para todo aquel con el don de la curiosidad.
El nuevo salto de calidad y expansión total de cara a las masas llegaría con Dark Souls, ya multiplataforma (PS3 y Xbox 360 al principio; luego vino el PC... y más tarde las remasterizaciones de PS4 y Xbox One hasta Nintendo Switch). La consagración total de Hidetaka Miyazaki, quien volvería a repetir en los soberbios Bloodborne (2015) y Dark Souls III (2016), dos aventuras inolvidables.
Pero era necesario un cambio. Y ahí entra Sekiro: Shadows Die Twice.
Sekiro ha llegado en un momento ideal
Sekiro ya no me ha evocado las mismas sensaciones que Bloodborne, y eso no es malo. Tan solo es distinto, pero en plan positivo. Porque esto ya no es un Souls, como hemos reiterado en innumerables ocasiones. From Software se ha desligado de manera más pronunciada de su fórmula ganadora creando otra que a buen seguro traerá cola en el futuro con más imitadores.
No le está faltando, de hecho, todo el eco de los portales de retransmisión, como Twitch, donde salen a flote sus mayores jugarretas con tal de que mueran los jugadores (hasta el más curtido) sin darle tiempo a reaccionar, o que ya haya gente que se lo haya pasado en menos de 40 minutos. ¡Tremendo!
Sekiro: Shadows Die Twice es uno de los juegos de moda y eso es muy de agradecer teniendo en cuenta el enorme trozo del pastel que han cosechado los Battle Royale. Ha logrado que todos los jugadores de los Souls hayan caído en sus redes y que se hayan acercado muchas más personas pensando que aquí tendrían el heredero perfecto de los Tenchu. Pero con más mala baba.
Hacía falta un respiro de tanto Dark Souls
Por mucho que me gusten los Dark Souls, From Software necesitaba un descanso y de hecho el propio Miyazaki afirmó a mediados de 2018 que esa saga estaba terminada y que querían centrarse en otros proyectos. Tras esto muchos suspiramos con Bloodborne 2, pero Sekiro es igualmente bienvenido.
Su mayor verticalidad, no solamente gracias al botón de salto, sino también debido al arpeo, es uno de los puntos fundamentales que logran que esta nueva producción de From Software cuente con una personalidad tan arrolladora que nos atrapa desde el primer segundo de juego. Porque resulta fresco.
Además, debido a la ausencia de rasgos de RPG (salvo pequeñas pinceladas para mejorar dos parámetros básicos del personaje y ciertas habilidades que iremos desbloqueando), hacen que sea un juego mucho más difícil de completar y donde habrá que dominar a la perfección cada técnica con la espada, las artes de las prótesis y todos los aspectos defensivos y de esquiva para que no tengamos que reiniciar la partida tantas veces. Y eso que es más permisivo con las muertes al poder revivir desde el mismo punto si cumplimos ciertos requisitos.
Todavía me queda mucho para finalizar Sekiro (no pude jugar tanto desde su lanzamiento como me habría gustado, las cosas como son), pero es un juego que no deja de sorprenderme a cada paso y que no para de ponerme contra las cuerdas. Su mundo oculta muchos secretos de interés y sus enemigos son más peligrosos de lo que parecen a simple vista. Y eso que casi todos dan la sensación de ser muy peligrosos de antemano, lo que ya es marca de la casa.
Viendo cómo era From Software en el pasado y en qué se ha convertido desde 2009, especialmente en cada proyecto donde ha estado involucrado el maestro Miyazaki, tengo claro que ha sabido encontrar la fórmula perfecta en cuanto a acción y rol se refiere. Porque goza de un estilo único. Y eso es difícil de lograr.
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