ATENCIÓN SPOILERS: este texto trata sin ninguna clase de tapujos la trama de Star Wars Jedi: Survivor.
Ni mucho menos me estaba aburriendo Star Wars Jedi: Survivor, pero la tónica general de la historia no me estaba atrapando. La lucha contra Dagan Gera es interesante, pero su trascendencia narrativa de cara a la galaxia es mínima, por lo que encontré más motivos para engancharme al título de Respawn por los espadazos láser. A pesar de ello, no voy a negar que quería llegar a Tanalorr para descubrir el desenlace del misterio.
Dagan Gera es el villano definitivo del videojuego, pues hablamos de un Jedi caído en el Lado Oscuro que celebra la caída de la Orden y tiene una ristra de acólitos dispuestos a seguirle el juego. Merrin, Cal, Bode y Greez -junto a BD-1- forman el grupo que se les opone y el mayor desconocido es el cazarrecompensas, pues es presentado al inicio de la partida. Un tipo con carisma, con un jetpack a la espalda y con una puntería que haría temblar a cualquier escuadrón de Soldados de Asalto.
Es imposible no desear que un personaje así te acompañe a lo largo de la aventura y lo cierto es que lo hace en lugares como Coruscant o Koboh. Chascarrillos, aires de superioridad a lo Boba Fett y un corazón que le impulsa a luchar por su hija, para que consiga un nuevo hogar en el que refugiarse del Imperio. Sin embargo, no pude prever ni por asomo la brutal traición que estaba pergeñando a las espaldas de los protagonistas.
En el regreso a Jedha para que el maestro Cordova arregle la brújula, el desgraciado se revela como un espía doble, pues tan solo ha permanecido junto a nosotros por intereses egoístas. Lo peor es que la forma de dejarlo claro es con la llegada de inmensas tropas imperiales al refugio de los anacoretas; no hay tiempo para pensar, tan solo toca acabar con Bode para evitar que huya con la preciada brújula. Si ya había retomado la atención completamente con Star Wars Jedi: Survivor, lo que llegó instantes después fue todavía más sorprendente.
Tras llegar a una plataforma para pelear contra Cal, el pistolero revela que es un Sith al mostrar su sable de color rojo. El giro de guión me pareció fantástico, inesperado y perfectamente ejecutado, pues un enfrentamiento entre un cazarrecompensas y un Jedi tiene un final que todos podemos imaginar. Por el contrario, dos usuarios de la Fuerza frente a frente están muy igualados, por lo que tocaba tener un contrincante a la altura.
Sobre todo después de que Dagan Gera y Rayvis no supusiesen demasiado problema, lo cual ha sido la tónica general en toda mi trayectoria durante Star Wars Jedi: Survivor. He jugado en la dificultad Maestro Jedi y he acumulado muchísimas más muertes contra enemigos secundarios que frente a jefazos imponentes. Ni siquiera un tipo como Darth Vader me intimidó lo suficiente al enfrentarme contra él, controlando a Cere, pues en Star Wars Jedi: Fallen Order su presencia es mucho más intimidante.
"Cuando juegas conmigo, la partida está amañada desde el principio", anticipaba Bode, un personaje con el que Cal entabla amistad, se apoyan, se aconsejan, se cubren las espaldas y comparten el mismo sueño. Demonios, incluso le enseña a usar un bláster, lo cual otorga una de mis posturas favoritas de todo el juego. Perdió a su esposa Tayala y Kata, su hija, es su última motivación para seguir adelante.
Su egoísmo termina dañando a los intereses de la Senda Oculta, por lo que toca ir a buscarle a Nova Garon, una espectacular base imperial. Es aquí cuando llega el tercer giro de guión inesperado, pues está claro que Cal ya no es un Jedi. La senda de la luz absoluta no es para él, pues a lo largo de Star Wars Jedi: Survivor lo he visto siendo pragmático ante todo. Evidentemente, su relación con Merrin sería un pecado en otros tiempos, pero aquí ya no hay nadie ante quien responder, por lo que su furia se desata.
Una cosa es que Cal tontee con el Lado Oscuro, pero que lo abrace directamente para sacarle partido en el último tramo me pilló con la guardia baja. Sí, los Jedi son el ideal de un usuario de la Fuerza, pero siempre estuvieron atados a dogmas y doctrinas muy restrictivas. ¿Quién no querría lanzar rayos por las manos o no tener piedad de sus enemigos, aún cuando comulgas con el bien? Por eso siempre me ha caído bien Ahsoka Tano.
Hay que ir con todo contra Bode y el muy capullo no cambia de opinión. Se quiere quedar un planeta entero solo para él, cegado completamente por su amor paterno. Kata tiene más dedos de frente que su padre, que se ha dejado llevar por el miedo a perderlo todo, así que la batalla final se decide en Tanalorr. Da mucha, pero que mucha guerra Bode hasta poner freno a su objetivo, pero de la manera más triste posible. Está estupendamente lograda la escena final, pues, al igual que con God of War de 2018, la situación obliga a una medida drástica.
Cal no quiere hacerlo, pero no duda en acabar con la vida de Bode para terminar con el conflicto de una vez por todas. Es un dolorosísimo momento en el que Kata ve cómo dos desconocidos ponen fin a la existencia de su padre, aunque tiene semejante empatía que comprende todo lo que sucede. En ese momento no recordaba a Dagan Gera ni a ninguno de sus planes maléficos, ya que mi atención estaba concentrada en los instantes finales que son mucho más satisfactorios que la trama previa.
Bode me caía bien, era el compañero perfecto de aventuras y por eso es tan valiente, inteligente y bien construido por parte de Respawn el convertirlo en el villano final. Ahora Cal debe instruir en la Fuerza a Kata, por lo que se avecina un arco de venganza clarísimo... o no. La tercera entrega dictará sentencia y lo que tengo por seguro es que Star Wars Jedi: Survivor es muy superior a su predecesor.
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