Voy directo al grano nada más empezar: creo firmemente que hay videojuegos que no están hechos para ser rejugados. Como jugador de campañas e historias, bastante cooperativo y casi nada de PVP, he (re)jugado muchos juegos a lo largo de mi vida. Durante la pandemia del COVID-19 comencé a desarrollar esta idea y recientemente la he rescatado mientras buscaba a qué jugar tras finalizar Star Wars Jedi: Survivor.
No es un secreto que todos tuvimos mucho tiempo libre durante la pandemia, quizás demasiado en muchos casos. Fue el momento perfecto para engancharse a jugar y rejugar videojuegos. En mi caso, no sabría decir cuántos... pero seguro que superé la decena. Si bien algunas historias se disfrutan más por segunda vez, otras desde luego que no. Y al parecer es un sentimiento compartido por bastantes personas.
Parafraseando la famosa expresión: un ejemplo vale más que mil palabras. He elegido tres historias que fueron un punto de inflexión en la "vida gamer" de muchas personas y que siempre me ayudan a explicar por qué hay videojuegos que no están hechos para ser rejugados: Red Dead Redemption II, Death Stranding y The Witcher 3: Wild Hunt.
No hay nada como la primera vez
Death Stranding (150 horas) y The Witcher 3: Wild Hunt (470 horas) son dos grandes joyas y Red Dead Redemption II (558 horas) es una de las mayores obras de arte que se ha creado en la historia de los videojuegos. ¡Y lo digo sin ninguna duda! Los tres títulos tienen varios aspectos en común: experiencias largas e inmersivas, historias buenas, mucho contenido y un gameplay muy adictivo.
Hay otra característica mucho más subjetiva, pero que forma parte de los pilares que sustentan sus éxitos: el enorme impacto (más del habitual) que tienen en el jugador durante su primera partida. Esto suele producir un sentimiento de rechazo/vagueza al plantearse rejugar sus historias. No solo porque lleve mucho tiempo, sino porque sabemos que no vamos a vivir los eventos con Arthur, Sam Porter y Geralt del mismo modo... y eso le quita muchísima magia.
La experiencia me dice que cuando rejugamos un videojuego o revisionamos películas y/o series, buscamos volver a sentir todas las emociones que sentimos la primera vez en la mayoría de casos. Podemos no recordar la historia, pero en el fondo queremos volver a sentir. A veces lo conseguimos y otras no. Es pura nostalgia. Y esto se acentúa con Red Dead Redemption II, puesto que el acopio de emociones a lo largo de su historia es enorme.
Conocer a Arthur Morgan, saber por dónde ir en Death Stranding y las decisiones que tomamos con Geralt de Rivia hace que la experiencia no sea tan intensa como la primera vez. Buscamos más y mejor, y eso no es posible. Esta es la razón por la que muchos jugadores nos pensamos más de una vez si rejugar estas historias.
En mi caso, he rejugado varias veces The Witcher 3: Wild Hunt (la última por trabajo) y dejé a medias mis segundas partidas en Death Stranding y Red Dead Redemption II. Amo estos tres videojuegos con todo mi corazón, pero me niego a volver a jugar sus historias mientras tenga memoria. No pueden darme lo que busco y gran parte de la culpa es mía.
Una experiencia muy personal y única
No trato de asentar una verdad universal al decir que "hay videojuegos que no están hechos para ser rejugados, sino para jugarlos intensamente una única vez". Podéis no estar de acuerdo y no identificaros. Se trata de una experiencia muy personal. Os puede ocurrir con Red Dead Redemption II, Metro Exodus o no ocurriros. No hay una lista de juegos predefinida, aunque ciertamente algunos tienden a repetirse con más frecuencia.
¿Qué podemos hacer ante esto? Una vez jugados, nada. No se diferencia de un primer beso u otras primeras veces (que no todas son buenas), pero hay cosas que podemos hacer antes y durante: dejar de lado las prisas por jugar y/o acabar, no dejarse llevar por lo que haga la mayoría (decisiones y acciones), no buscar cierto final por ser el "bueno"... Debemos ser nosotros mismos o quienes deseamos ser mientras jugamos. Ahí reside la magia de los videojuegos, ¿no?
La moraleja es que aprovechemos todas nuestras primeras veces en los videojuegos que nos emocionan, porque son momentos que no vamos a poder repetir por mucho que nos esforcemos. El mundo real va demasiado rápido, pero eso no tiene por qué ser así en los videojuegos.
Antes de terminar, os pregunto: ¿habéis tenido este dilema a la hora de rejugar un videojuego?, ¿cuáles os provocan este sentimiento? Y si no os ocurre, me gustaría saber cómo lo vivís. Estaré encantado de leer vuestras experiencias en comentarios.
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