AVISO: esta publicación contiene SPOILERS IMPORTANTES de The Witcher 3.
En episodios anteriores de The Witcher 3: Wild Hunt... Recorrí el mundo en busca de aliados y cobrando algunos favores para la batalla que se cierne sobre Kaer Morhen. Más tarde, encontré finalmente a Ciri en la Isla de las Brumas y la llevé a la fortaleza. La Cacería Salvaje ya viene... y queda mucho por preparar.
He logrado reunir a todos los aliados que me ha sido posible: Letho, Zoltan, Triss Merigold, Roche, Ves, Hjalmar, Armiño y la espada Filo de Invierno (regalo del Crach an Craite) se unen a Yennefer, Vesemir, Lambert y Eskel en la fortaleza. Además, Keira Metz acude a la llamada por sorpresa. Todos me ayudarán a defender las murallas para que la Cacería Salvaje no atrape a Ciri.
Preparativos para la batalla
No hay tiempo que perder. Todos nos reunimos para planificar las defensas. Eredin no se espera una resistencia organizada, así que llevar la iniciativa desestabilizará su ataque. Yennefer se encargará de crear una gran cúpula protectora, que protegerá el castillo y obligará a sus tropas a aparecer en el bosque, donde estaré junto a Lambert para darles caza antes de que se reagrupen. Y tendremos dimerita para apoyarnos.
¡Y no estaremos solos! Yennefer asigna a Triss Merigold para apoyarnos: arrojará grandes bolas de fuego a las zonas que señalemos para derrotar a grandes grupos de enemigos. El resto de preparativos es un conjunto de elecciones, armamento especial y elementos del terreno que podemos aprovechar:
- Entre el laboratorio (pociones y trampas) y el taller (muro y espadas de mejor calidad), elijo elaborar trampas para compensar su superioridad numérica y limpiar la armería para tener espadas mejores.
- Zoltan trae consigo su hacha y mixtura Mahakam, que viene a ser una fórmula similar al Napam.
- Armiño aprovechará los depósitos de gas naturales para crear explosiones en lugares estratégicos.
El resto de aliados estarán apostados por la fortaleza a la espera de que nos hagan retroceder. Las zonas exteriores e interiores de la fortaleza son angostas, entonces sus numerosas tropas no servirán de nada. Antes de terminar, aprovecho para elaborar pociones, afilar mis espadas, arreglar la armadura y revisar que tengo todo lo necesario para luchar contra esos bastardos.
El cuerno de Kaer Morhen resuena una última vez
Todo está listo. Eredin no tarda demasiado en aparecer con su frío invernal, pero Yennefer se ha encargado de proteger toda la fortaleza con la cúpula. Mientras, Triss Merigold abrasa a las primeras avanzadillas de la Cacería Salvaje. ¡Es un espectáculo glorioso! Poco después, Lambert y yo pasamos a la acción. Resuena el acero de las espadas y los rugidos de las bestias.
No hay cuartel. El sangrado de mis espadas destroza poco a poco las barras de vida de mis enemigos. Su número es irrelevante. Les falta convicción. Aun así, nos hacen retroceder poco a poco. Mientras, Ciri irrumpe en la batalla mientras Zoltan berrea y aporrea a los enemigos que logran colarse. La chica corre con Triss, que está siendo atacada. La bruja lanza una última lluvia de fuego antes de retirarse.
Se acabó la ofensiva. Toca pasar a la defensiva. La batalla se centra en el patio exterior de la fortaleza, donde antaño entrenábamos en paz. He jugado esta parte 4-5 veces y siempre la vivo con la misma rabia: "Fuera de mi casa, bestias", pienso cada vez. Cierro el gran portón tras proteger a Armiño de una jauría, lo que nos da el tiempo suficiente para replegarnos al patio interior de la fortaleza.
Avanzan. Se creen imparables... pero las trampas, grietas de gas natural activadas por Armiño y el Mahakam de Zoltan se ocupan de recordar a los invasores que deben ganarse cada centímetro a partir de este punto. Y los que sobreviven encuentran el filo de mi espada. Elimino soldados y bestias durante varios minutos. Todos luchamos en un espacio muy pequeño. Es un caos monumental.
Nos acaban arrinconando en el portón de la fortaleza, así que llevamos la batalla a un pequeño descampado. He perdido la cuenta de los enemigos que he matado. Los recursos empiezan a escasear, mis espadas casi están destrozadas y la armadura está en las últimas. Resistimos.
Y justo cuando parece que retroceden, aparece el hechicero Caranthir, una de las manos de Eredin. Eskel se enfrenta a él en una cinemática que quita el aliento. A pesar de la maestría con la espada del brujo, la magia se impone... pero interviene Ciri antes de que lo mate. La joven reequilibra la balanza y hace huir al hechicero.
La batalla se extiende durante varios minutos más. No presionan, aunque tampoco tenemos mucho más que ceder. Entonces, el portón exterior cae y entra una ola de frío que nos congela a Ezkel, Lambert y a mí. Eredin, Caranthir e Imlerith (otra de las manos de Eredin) avanzan mientras nos ignoran.
Los tres señores de la Cacería Salvaje se aproximan hacia Ciri. Vesemir se interpone entre ellos y la chica. El viejo lobo con valentía contra Imlerith y se enfrenta al mismísimo Eredin para evitar que se lleven a Ciri. "Siempre fuiste una chica rebelde. Siempre encantaba eso de ti", dice Vesemir antes de que Imlerith le parta el cuello.
La joven ha tenido un asiento en primera fila para ver como matan a lo más parecido que ha tenido a un abuelo y maestro. Su ira es incontenible y se manifiesta mediante su poder ancestral, un grito de dolor mágico que casi acaba con todos los presentes al mismo tiempo. La Cacería Salvaje huye despavorida. El resto salvamos la vida por poco...
Cuanto todo pasa y logro recomponerme, me encuentro con una de las escenas más tristes del videojuego: Ciri llorando a los pies del cadáver de Vesemir, mi maestro. Hemos ganado, pero a costa de pagar un precio que no estábamos preparados para asumir.
Incineramos a Vesemir según las costumbres de los brujos. "Todos sabíamos a qué nos apuntábamos", le digo a una Ciri que se culpa a sí misma. "No voy a seguir huyendo", dice la chica con furia. Los aliados se despiden durante la ceremonia y parten hacia sus destinos. Tengo una deuda con todos ellos. Lambert y Ezken están destrozados y planean perderse. Kaer Morhen no tiene sentido sin Vesemir.
Avalla'ch, Yennefer y Triss planean el siguiente movimiento. Ciri está furiosa y se marcha entre gritos. Mejor dejarle espacio a la chica. Los días pasan y cada vez parece peor: se frustra con las enseñanzas del elfo, no quiero aprender y sus ansias de venganza la corroen.
Decido hablar con ella. Le propongo un viejo entrenamiento para curar corazones rotos que aprendí de los druidas de Skellige. Ciri bromea, pero antes de que acabe comienzo el entrenamiento: le arrojo un montón de nieve a la cara mientras sonrío. Jugamos. Es la primera vez que veo reír a la chica. Finalmente, me abraza, agradece el rato y vuelve con su maestro. La risa es una medicina muy efectiva para los corazones rotos.
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