Pese a tener más de 15 años a sus espaldas, puede que Black sea aún a día de hoy uno de los mejores juegos de tiros que te puedes echar a la cara. Una de esas pequeñas joyas ocultas entre grandes novedades que merece mucho la pena jugar tanto si ya lo probaste en su día como si no lo llegaste a hacer. Especialmente si no lo llegaste a hacer.
Criterion Games aparcó brevemente la idea de lanzar juegos de coches bajo el sello de EA con la saga Burnout para dar vida a un FPS soberbio que nos voló la cabeza tanto a nivel gráfico como jugable. No todos los días una nueva IP se convierte en GOTY, y eso es precisamente lo que consiguió Black.
Pese a que el paso del tiempo hace mella casi en cualquier juego de aquella época, lo cierto es que ha aguantado bastante bien el paso del tiempo y, pese a que en lo visual siempre habrá alguien con el estómago suficiente para hacerle ascos, aquí lo que importa es lo espectacular que puede llegar a ser en lo jugable.
Con un gran foco en la destrucción de escenarios y un excelente trabajo a la hora de diseñar retos y escenarios, superar sus niveles es todo un desafío incluso en los niveles más bajos de dificultad, no sólo por lo puñeteras que pueden llegar a ser algunas oleadas sino por meterte en más de una ocasión en medio de una guerra frente a un ejército entero.
Recomendadísimo, por cierto, que lo juguéis con cascos, porque el trabajo a nivel de sonido y la banda sonora de Michael Giacchino es para enmarcar. Le da un toque aún más realista a un juego que ya de por sí no deja escapar la oportunidad de dejarnos con la boca abierta gracias a detalles como el modelado de las armas o la expulsión de las balas tras ser disparadas. Un juegazo imprescindible.
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