Xbox One ya está en las tiendas y tras las doce horas en directo de ayer y el resto de tiempo que hemos estado con la consola, las sensaciones son enfrentadas, digamos que nos enfrentamos a demasiadas posibilidades para tan poco contenido. Ahora más que nunca se agradece el giro de 180 grados, porque para una consola que estaba plenamente enfocada a internet el catálogo de aplicaciones en nuestro país se queda algo pobre.
Sin embargo lo que ofrece encandila rápido, algo tan simple como levantarte para colocar el mando en su sitio mientras usas los comandos de voz para apagar la consola con un par de palabras. Para cualquier aficionado a los gadgets (y no incluyo a los videojuegos en general porque sigue habiendo usuarios que prefieren algo más simple), pasar aunque sólo sea unas horas con Xbox One es una experiencia muy recomendable.
Las primeras horas navegando por los menús con la voz o dejando el juego en segundo plano para volver a él en cuestión de segundos han conseguido que esta nueva generación me aporte algo, lo que no pensaba que fuese a ocurrir, y usar Kinect para centrarse en esa propuesta empieza a cobrar más sentido.
Kinect mató al menú
Los menús son una puñalada a la accesibilidad y lejos de plantarte ante la consola como algo fácil de dominar, acabas teniendo la sensación de estar ante un examen que no has podido estudiar.
La de veces que hemos repetido lo de informar al usuario sobre las razones que han llevado a optar por una vía concreta, tutorizar el acercamiento a una consola que ha creado un dashboard tan visual y bonito como poco práctico, precisamente para que pruebes opciones como la posibilidad de crear un grupo mientras estás preparando una partida online.
- Xbox acoplar grupo
- Iniciar un grupo
- Contacto 1 Contacto 2 (un código impreso sobre el gamertag real)
- Invitar
Salvo la última opción todo ocurre en el lateral de la pantalla mientras tú vas a lo tuyo. ¿Es un “¿cómo he podido vivir sin esto?” en toda regla? No, pero más allá de un escueto salto gráfico (parece que vamos a tardar en ver el verdadero potencial de estas máquinas) se agradece que el futuro ofrezca algo más a la mezcla. Algo que, repito, parece aspirar a crear un nicho en vez de contentar a todos por igual.
No has dicho la palabra mágica
El problema ha sido el enfoque, llegamos a la máquina sin saber cómo movernos con facilidad con los comandos de voz, cómo se usan los atajos del mando, cómo acceder a opciones de configuración que o no están o pasas demasiados segundos buscándolas.
Que la web oficial de la consola no ofreciera durante el día de lanzamiento una lista de comandos de voz para nuestro idioma no es normal, que puedas apagar la consola con la voz pero debas encenderla con el mando tampoco. Opciones que llegarán para una consola que requiere instalación de casi todos sus puntos fuertes.
No sabe convencer al usuario y es algo que podría haber conseguido con un par de vídeos, un texto o incluso una animación opcional en pantalla a modo de tutorial. Las buenas sensaciones llegan luego, cuando poco a poco empiezas a controlar la situación, a saltar de una opción a otra con relativa facilidad mientras piensas cómo será dentro de unos años, cuando los juegos realmente acompañen y tengas Kinect, el dashboard y el pad totalmente controlados.
Molesta que no haya sido más fácil, que equivocarte con anclar cuando quieres decir acoplar no fuese un problema, que “Xbox ir a inicio” también funcionase con “ir al menú” o “Restaurar Forza Motorsport 5” hiciese lo propio con un simple “jugar a Forza 5” o “empezar juego”.
Háblale claro y con voz firme y Kinect obedecerá, pero el problema no es que te entienda, es aprenderte un conjunto de acciones con las que puedas hacerte entender y además tener que hacerlo a base de ensayo y error. Una vez conseguido eso, se convierte en una herramienta genial.
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