Con las navidades a la vuelta de la esquina es buen momento para aprovechar esta época para jugar a esos títulos que tenemos pendientes de pasarnos o para dedicar una gran cantidad de horas a aquellos que quieren que pasemos bastantes en frente de la pantalla. Sin duda uno de los mayores ejemplos de estos casos es Dragon Quest XI S: Ecos de un pasado perdido -Edición Definitiva-.
Este sobresaliente JRPG es una de las mejores entregas, por no decir la mejor, de la saga creada por Yuji Horii que cuenta con más de 30 años a sus espaldas y tantos buenos momentos nos ha hecho pasar en toda clase de plataformas. Esta edición definitiva primero puso rumbo a Nintendo Switch, pero más tarde también acabó llegando a llegando a más plataformas, entre ellas PS4.
Esta última es muy importante porque gracias a la suscripción de PlayStation Plus Extra y Premium podéis acceder a su descarga y así comprobar por vuestra propia cuenta qué es lo que le hace tan especial, pero ya os adelantamos que es uno de esos títulos que invita a buscar tiempo hasta debajo de las piedras para disfrutar de él de principio a fin.
El épico viaje del Luminario
El protagonista de este juego comienza siendo un chaval que se ve sometido a un ritual que realiza su pueblo cuando se alcanza una edad determinada. Sin embargo, eso implica que surja una marca en su mano que significa que es la reencarnación del Luminario, un héroe que en el pasado salvó el mundo de Erdrea, pero también advierte de que el mal acecha de nuevo.
Debido a que es acusado de ser temible por provocar que vuelva la oscuridad, no le quedará más remedio que emprender un viaje para obtener respuestas de su origen. Eso nos hará presenciar un argumento que no parará de ganar puntos a medida que avanza, con un ritmo fabuloso y el que se irán uniendo más personajes, entre los que estará Erik, al que hemos visto más recientemente rejuvenecido en Dragon Quest Treasures.
El mundo es otro de los aspectos que más atrapa por su brillante apartado artístico, con unos toques muy coloridos, mágicos y que desprenden en todo momento la esencia de Dragon Quest, con lugares que dan ganas de explorarlas de arriba abajo por sus bellos paisajes, tesoros ocultos y en los que no faltarán tampoco enemigos contra los que combatir.
Acerca de esto último, las batallas son por turnos y en ningún momento se producen aleatoriament, ya que a las bestias se las verá por el escenario y es decisión de cada uno hacerles frente, aunque lo más recomendable es ir a por ellas para así ganar puntos de experiencia y mejoras para desbloquear más magias y otra serie de capacidades pasivas que harán que el grupo de héroes se vuelva más demoledor.
Asimismo, si bien solo se puede controlar al Luminario desde el primer momento, también existe la posibilidad de escoger las acciones del resto de compañeros o dejar que sea la inteligencia artificial la que se encargue de esta tarea, pudiendo determinar el tipo de comportamiento que tendrá cada uno, por si preferimos que sean más agresivos, defensivos, etc.
La dificultad en general está muy bien equilibrada y dan ganas de librar un combate tras otro en sus inmensos escenarios o en las diversas mazmorras a superar, aunque tampoco faltan misiones secundarias. Eso sí, en este caso son un tanto simples y fáciles de completar.
Una edición con una ingente cantidad de novedades
El hecho de que esta edición reciba el nombre de Edición Definitiva no es simple casualidad, ya que en ella abunda una buena cantidad de añadidos y funciones que no están presentes en el Dragon Quest XI original. Por ejemplo, el apartado sonoro cuenta con unas melodías tocadas por una orquesta para que se escuchen francamente mejor y unas voces en inglés o japonés con subtítulos en castellano.
Aun así, la Misión Draconiana es una de sus novedades más interesantes porque permite aplicar taras a la partida. De esta forma, si alguien quiere complicar el viaje más todavía puede hacer que no se puedan comprar objetos, los enemigos se vuelvan más fuertes, no sea posible equipar objetos defensivos, etc., aunque por suerte todos estos aspectos se pueden modificar por si a alguien le parece excesiva la dificultad.
Y tampoco falta la posibilidad de alternar entre unos gráficos en 3D y otros más clásicos en 2D con un toque de 16 bits. Es más, estos últimos disponen de unos mundos alternativos exclusivos con misiones secundarias basadas en otros Dragon Quest. Una especie de subtramas que a su vez sirven para conocer mejor a los personajes principales con una experiencia distinta.
Por lo demás, existe la opción de aumentar la velocidad a la que transcurre todo en pantalla o subirse a nuevos tipos de criaturas que se vayan derrotando. Todo ello en conjunto convierte a Dragon Quest XI S: Ecos de un pasado perdido -Edición Definitiva- en una de esas experiencias que no hay que pasar por alto y que las más de cien horas que podéis llegar a invertir os dejarán con una sensación irrepetible.
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