El hongo que convierte a las hormigas en zombis en el que se inspiró Naughty Dog para el apocalipsis de The Last of Us es aún más complejo de lo que el juego demostró. Para empezar, nada de hablar de zombis como sinónimo de infectado.
Todos y cada uno de los humanos con cara de champiñón a los que te cargaste sin contemplación en The Last of Us y su secuela eran, en realidad, humanos plenamente conscientes de lo que estaba ocurriendo. Era el cordyceps unilateralis el que se encargaba de mover los músculos contra su voluntad.
El fenómeno real que inspiró The Last of Us
Cuando a principios de los 2000 la BBC publicó el documental Planeta Tierra, las imágenes mostradas en cada uno de sus capítulos asombraron al mundo. Sin embargo hubo uno en concreto, el episodio 8 dedicado a las junglas, que afectó de forma singular a la industria del videojuego.
Emitido en abril de 2007 y narrado por Sigourney Weaver -en vez de la clásica voz de David Attenborough de la versión original publicada un año antes-, aquél capítulo daría a conocer a las masas, y al equipo de Naughty Dog, uno de los fenómenos más impresionantes del mundo animal: el ataque del cordyceps unilateralis.
El hongo, que ataca a un tipo de hormigas pero que también puede acabar atacando a otros insectos, se apodera del huésped, lo hace subir hasta la parte alta de una planta cercana al hormiguero, clavar sus mandíbulas en el tallo y empieza a brotar del cuerpo, aprovechando así la altura para esparcir sus esporas.
El espectacular documento gráfico se convirtió en la inspiración de la pandemia de The Last of Us. Un cordyceps unilateralis como el de dichas hormigas que, bajo la influencia de un virus desconocido, crecía en poder y ambición al atacar también a los humanos, convirtiéndolos en zombis que infectaban a base de morder o reproducir esas citadas esporas tras morir.
Mucho más que hormigas zombi
Tanto el éxito del documental como el del videojuego ayudaron a dar a conocer el nombre de cordyceps unilateralis y, entre todos los que quedaron prendados por la impresionante fuerza de la naturaleza, hubo un grupo de entomólogos y biólogos que se interesaron de forma especial. Querían descubrir qué había detrás de tan curioso prodigio.
El resultado, tal y como recogieron en su artículo para la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, es que el concepto de zombi sin control quedaba muy alejado de lo que realmente provocaba el hongo. De hecho, descubrieron que no afectaba al cerebro, lo que invalidaba que el cordyceps modificase la conducta de la hormiga.
Lo que vieron fue que la infección se reproducía en el interior del cuerpo de la hormiga hasta crear una red de células interconectadas que actuaba únicamente de forma periférica, adueñándose de los músculos de sus articulaciones y moviendo a la hormiga a placer pese a las órdenes contrarias emitidas por el cerebro intacto.
Así que, si The Last of Us se inspiró y tomó el nombre y funcionamiento del cordyceps unilateralis para dar forma a sus monstruos de ultratumba y micetología, en realidad estábamos disparando a infectados que eran plenamente conscientes de lo que estaba ocurriendo pero no podían hacer nada para evitarlo. Si The Last of Us 2 ponía en duda nuestra espiral de violencia dentro del juego, ahora las puertas del cielo se nos acaban de cerrar un poquito más.
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