Desde antes que se anunciase la llegada del primer tráiler de GTA 6 para este mes de diciembre, pero de forma aún más exagerada desde que Rockstar Games por fin arrojó algo de luz sobre el tema, parece que cualquier problema que pueda tener la industria del videojuego respecto a la falta de grandes novedades y revoluciones está a un vídeo de Grand Theft Auto de solucionarse.
Las expectativas puestas sobre los hombros de GTA 6 son tan altas que, pese a lo mal acostumbrados que nos tienen desde Rockstar a la hora de elevar el listón, en esta ocasión bien podrían convertirse en un varapalo tremendo para un juego que, frente a la posibilidad de ser sólo un buen GTA, para algunos ya es la segunda venida de Cristo.
Y si sólo es un buen GTA, ¿qué?
La falta de grandes novedades en una industria que parece estar sufriendo en exceso a la hora de sacar adelante nuevos proyectos, y sobre todo generar ilusión sobre la nueva generación, ha puesto el foco en un GTA 6 que, a priori, debería ser el juego que lo cambie todo.
Los años que llevamos esperándolo, la buena salud financiera de Rockstar, la ingente cantidad de personas que están a la espera de tirarle el dinero a la pantalla para comprar el juego incluso aunque que las tiendas se abran sólo acompañadas por una imagen con un logo con números romanos y luces de neón...
Nos vale con echar un vistazo a la vara de medir que elevó Red Dead Redemption 2 respecto a lo visual y jugable. No en cuestiones de diseño o narrativa, más allá de lo mucho que pueda gustarte o no su trama o el juego en sí, sino por todo lo que el motor RAGE era capaz de ofrecer.
Ni aquellas puestas de sol, ni sus infinitas panorámicas, ni las nubes volumétricas a la altura de unos atónitos ojos cuando te elevabas en globo, se han vuelto a repetir pese a ser un juego de la anterior generación y tener un buen puñado de años a sus espaldas.
Tampoco el giro hacia lo inmersivo de un mundo abierto que te permitía dispara a un carruaje con un bidón de gasolina, echarlo a andar mientras dejaba un río de petróleo, e incendiarlo mientras el fuego se iba expandiendo a su paso hasta llegar al punto de origen y causar una enorme explosión. Es comprensible entender de dónde viene esa expectación... Pero y si sólo es un buen GTA.
La nueva revolución del motor RAGE
Nadie parece tener especialmente claro qué debería pedirle o exigirle a un GTA 6 o una Rockstar que, hablando en plata, tampoco nos debe nada. No hay una idea clara a la hora de definir en qué puntos debe ser una revolución ni de qué forma debe sorprendernos como ningún otro juego o compañía puede hacerlo, pero el runrún inevitablemente está ahí.
Bien podría ser GTA 6 otro mundo abierto vestido de simulador inmersivo tal y como ocurre con el ejemplo de Red Dead Redemption 2. Que poco a poco vayamos descubriendo todas esas opciones que jueguen con las físicas y la suma de variables para dar forma a situaciones imprevistas u originales como bien hacía el juego del Salvaje Oeste.
Misma idea con mejores gráficos y otro escenario, con un mejor sistema de tiroteos que por fin abrace la fórmula de ese Max Payne 3 que sigue sin ceder su corona, con un notable avance del motor RAGE que le dé más realismo a cómo se cae un muñeco después de pasarle un coche por encima, con aún más peso en la narrativa, con más libertad de acción... ¿Y qué más?
¿Qué más puede pedírsele a una saga que probablemente tampoco tenga ninguna intención de ser un cambio revolucionario dentro de la industria? ¿Qué más puede exigírsele a una franquicia que sólo con esos cambios ya ofrecería un generoso paso adelante dentro de lo que habitualmente propone?
Y encerrado en esa espiral de expectativas desmesuradas, ¿no te sabe todo eso a poco? ¿No crees que la espera por GTA 6 merece mucho más que un simple más y mejor? O tal vez la sequía de revoluciones y grandes avances nos ha hecho mirar hacia Rockstar como si fuese un gran salvador que puede, o puede que no, termine siendo. Tal vez podamos seguir ilusionados con el tráiler del nuevo Grand Theft Auto pero también calmarnos un poco. Por lo que pueda pasar.
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