Dicen los más agoreros que los cuentos con final feliz no existen, o que en el peor de los casos no dejan de ser eso, cuentos. Historias que suceden sólo en la imaginación de un niño y que jamás portan visos de hacerse realidad.
Aunque eso, por suerte, no siempre pasa. Algunos cuentos con final feliz sí se hacen realidad y cuando sucede, todos sentimos una envidia malsana y unas ganas de odiar a los afortunados, equiparable tan sólo al ego de Peter Molyneux.
Y sino que se lo pregunten a Alex Rigopoulos y Eran Egozy, los socios fundadores y dueños de Harmonix, la empresa detrás del exitoso 'RockBand' y que, desde hace unos días se han convertido en auténticos multi millonarios. ¿La razón? Una cláusula en un contrato les permitía cobrar hasta 300 millones de dólares en concepto de bonificación. Y vaya si los han cobrado, pero empecemos por el principio.
Hace unos años la empresa de la que hablamos, Harmonix, pasó a formar parte del grupo Viacom y más concretamente de una nueva filial de videojuegos llamada MTV Games.
Uno de sus primeros proyectos a desarrollar fue 'RockBand'. Un clon del exitoso 'Guitar Hero' y que prometía potenciar todavía más la experiencia de juego añadiendo bajo, batería y micrófono.
Cuando se formalizó la compra y en previsión del posible éxito que el producto podía tener, se incluyó una cláusula por la que a modo de bonificación y por conseguir determinados resultados en ventas, obligaba a Viacom a realizar un pago a los dos fundadores de Harmonix.
La cantidad era secreta, y seguramente el nivel de ventas que tenía que alcanzar el producto, una auténtica locura.
Pero así son las cosas, el mercado sorprende siempre y lo que se preveía un producto difícil de vender (recordemos que su abultado tamaño, por el packaging, dificulta que muchos vendedores quieran exponerlo y den prioridad a otro títulos de corte normal) por entre otras cosas su elevado precio, se convierte en un auténtico fenómeno de masas en Estados Unidos y en un notable éxito en el resto del mundo.
En resumidas cuentas, la cantidad se alcanzó y ahora se empieza a saber que el pago acordado era de nada más y nada menos que 300 millones de dólares. Divididos en dos pagos de 150 millones cada uno, eso sí, no se vayan a atragantar con tanto billete.
A día de hoy, los señores Rigopoulos y Egozy deben andar aún riendo, recordando el rostro de aquel ejecutivo de Viacom que estampó su firma en aquella hoja contractual y que esbozaba una sonrisa malévola.
Moraleja, leed siempre la letra pequeña de los contratos.
Vía | GamesIndustry
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