Ha llegado su momento. El viejo caballo de batalla emprende la retirada tras casi 13 años de servicio fiel en el campo de batalla. Una cruenta guerra de la que ha salido victorioso aunque magullado. Hoy PlayStation 2 cesa su distribución en Japón, hoy se entierra definitivamente a un mito del mundo del entretenimiento.
Era algo lógico y que se venía retrasando en el tiempo. La consola se puso a la venta el 4 de marzo del año 2000 en Japón y parece increíble que en el país del sol naciente todavía se siguiera vendiendo. Ya no será así. Sony deja de distribuir su consola oficialmente y ya sólo quedará esperar a que el stock almacenado en las tiendas se acabe para darle por muerta completamente.
Desde aquí nuestro homenaje a la consola (de sobremesa) más vendida de toda la historia con más de 150 millones de unidades. Quizá ahora no nos demos cuenta pero dentro de 20 años seguiremos recordándola y contándole a nuestros hijos que hubo una consola, la pariente lejana de la que ellos tengan en ese momento, que fue un auténtico boom en su momento y la causante de que “la play” fuese sinónimo de consola de videojuegos.
Por cierto, cada vez que se produce una retirada legendaria, ya sea de una persona o de un simple cacharro mítico como este, viene a mi memoria una poesía de Antonio Machado que le viene como anillo al dedo:
A un olmo seco
Al olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero!
Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él,
y en sus entrañas
urden
sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe,
olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar
te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también,
hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
Vía | Kotaku
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