Lo que debía ser una misión pacífica en Starfield pronto se convirtió en una absoluta masacre en la que aún quedan cuerpos cuando paso por allí. No era mi intención en absoluto acabar con medio planeta, pero la situación se torció, una cosa llevó a otra y, bueno, mejor os lo cuento desde el principio.
Podéis estar tranquilos porque no vais a encontrar ningún tipo de spoiler sobre la trama o la misión en cuestión, pero me pareció una situación lo bastante surrealista como para traerla por aquí. Entre otras cosas porque además me sirve para comparar el enfoque hacia el roleo de un juego como Starfield frente a otro titán reciente como Baldur’s Gate 3.
Por las buenas soy muy bueno, pero por las malas...
Que sirva de preaviso que me considero una persona pacífica en la vida real y eso se acaba traduciendo bastante en mi forma de jugar. No es que me suban los colores por aniquilar enemigos en The Last of Us o que me sienta mal por ello porque el juego va de eso, pero tampoco soy el típico jugador que va pegando tiros a todo lo que se encuentra por ahí por echarse unas risas o ver qué pasa.
No juzgo a quienes lo hagan, ojo, es sólo que no es lo mío. Pero de la misma forma que suelo ser una persona tranquila y estoy lejos de la figura del gatillo fácil, también me considero alguien con muy poca paciencia, y eso en un juego que de vez en cuando cae bastante en dar la chapa, suele ser contraproducente.
El caso es que en cierto punto de la historia me toca acompañar a uno de mis compañeros de Starfield hasta lo que parece ser su planeta natal. Allí debe recoger algo que nos servirá para seguir adelante en su trama y, tras un pequeño encontronazo con delincuentes locales, acudimos a la casa del que parece ser el que maneja el cotarro en ese planeta.
La cosa entre mi compañero y este señor parece estar tensa y a mi amigo no se le ve cómodo en esa situación. Diría, de hecho, que están bastante enfadados y que, pese a los lazos que los unen, las ganas de seguirle el juego al señor van mermando conforme avanza una conversación que se está alargando en exceso.
Llegados a cierto punto, el señor se cierra en banda y dice que no le va a dar lo que necesitamos porque no le sale de los bemoles, así que se pone delante de una puerta donde aparentemente está el objeto para que no podamos pasar y toca hacer un recado para mantenerlo contento y poder continuar con lo nuestro. Típico de Starfield.
Los chapas de Starfield
Como el recado me apetece entre poco y nada, hablo con mi compañero para que distraiga al cansino y de mientras yo pueda pasar y coger el cacharro. Dicho y hecho, el señor se aparta y está completamente a la vista, pero como tampoco nos vamos a poner pejigueros me dispongo a abrir la puerta con una ganzúa.
La mala suerte quiere que lo haga más rápido de la cuenta, falle al abrir y, con aún peor suerte, no me queden ganzúas para poder probar de nuevo. El señor se da cuenta de la liada, se enfada muchísimo y vuelve a ponerse delante de la puerta erre que erre con que no nos deja pasar.
Si el recado me apetecía poco hace unos minutos, tras la rabia generada por la liada y no llevar más ganzúas encima me apetece aún menos, así que opto por la alternativa que tengo más a mano. Entre que están enfadados y el señor resulta bastante irritante, un tiro en la cabeza y salir de allí como si nada hubiese pasado parece una situación con la que todos ganamos. El señor no, claro, pero nunca llueve a gusto de todos.
La táctica la tengo quemadísima después de haber pasado por ella en no pocas ocasiones al jugar a Baldur’s Gate 3. Lo intento por las buenas y si te pones tonto, pues matarile y a otra cosa, que no estamos para dar paseos y hay algunos que te piden la Luna a cambio de cualquier chuminada.
El problema es que esto no es Baldur’s Gate 3, es Starfield, y el señor al que le acabo de pegar un escopetazo en toda la mollera parece ser alguien lo suficientemente importante para dejarlo morir así como así (por eso el de Larian es mi GOTY y el de Bethesda me ha dejado algo más frío, pero ese es otro tema para otro día).
Total, que en vez de morirse el señor se queda tirado en el suelo para levantarse poco después, y a mi compañero le parece una ofensa enorme lo que acabo de hacer. El mundo está lleno de desagradecidos.
A mi manera, o carretera
Pese a estar en la intimidad de un hogar, el señor debe tener un marcapasos conectado a la central de policía o cámaras escondidas detrás de los cuadros, porque de repente la cosa empieza a liarse y quieren venir a arrestarme mientras mi amigo, que cada vez me va cayendo peor, sigue repitiéndome que cómo he hecho eso y que no va a ser partícipe de esa situación.
Entre la frustración de que los planes hayan salido como el culo, que el juego no me deje vivir la historia como yo quiero, y la chapa del, ahora ya mi enemigo, sobre lo mala persona que soy, pues estás tú flipando que voy a ir a la cárcel por querer librar al mundo de un viejo repelente y cansino, así que a la que el juego me cede la primera oportunidad, me lío a tiros con el policía. Este sí cae fulminado.
Por alguna extraña razón a la gente del pueblo la cosa les molesta muchísimo y empiezan todos a dispararme, así que por inercia empiezo a correr hacia la nave con la intención de escapar de allí, pero cuando veo que una avalancha de gente se pone a perseguirme y la vida empieza a flaquear, pues…
Imagina cómo debí liarla para que por el suelo hubiese más cadáveres digitales que piedras, así que cuando la cosa empieza a aflojar doy media vuelta y me dirijo hasta la nave mientras voy apreciando la magnitud de la tremenda masacre que se acaba de producir.
Mi compañero enfadadísimo, el resto de amigos que me acompañan en la aventura están todos escandalizados, se plantean seguir conmigo en la nave porque no me soportan… Vamos, que la cosa está muy tensa y tengo que buscarme nuevos amigos porque al resto los tengo completamente de culo.
Iba a decir que la culpa de todo esto es de Baldur’s Gate 3 por malacostumbrarme, pero qué narices, la culpa es de Starfield porque yo sólo quería acabar con un viejo cansino y al final me ha terminado llevando por el camino del mal. No soy un psicópata, pero tampoco te voy a negar que volvería hacerlo.
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