Llevo más de medio año jugando a Marvel Snap casi a diario. No me considero ningún experto en el juego y estoy lejos de todos esos “comíos” que llegan a infinito a las pocas horas de empezar una nueva temporada, pero creo que me desenvuelvo bien en el meta y mi lectura del juego da para ganar partidas incluso cuando mi mano no promete demasiado.
Me conozco sus dinámicas al dedillo, me resulta fácil entender cómo aprovechar cada nueva carta que llega el juego y, a pesar de haber alcanzado esa visión estratégica del juego, había una carta por la que llevaba suspirando mucho tiempo porque sabía que iba a cambiar mi forma de jugar. Estaba deseando tener a Galactus en Marvel Snap.
La carta más poderosa de Marvel Snap
Siempre me ha gustado que en los juegos de cartas haya cierta libertad a la hora de encarar tus partidas. Que las habilidades de unas y otras opciones sean lo suficientemente disruptivas como para que realmente importe qué combinaciones eliges.
Si algo me gusta de Marvel Snap es que, junto a la suma de las ubicaciones, siempre tienes la sensación de que ninguna carta está ahí por estar. En mayor o menor medida, todas tienen un cometido de una forma u otra y no hay opciones simplemente destinadas a rellenar catálogo.
Pero de entre todas esas fantasías que se habían inventado hasta la fecha, la de Galactus lleva fascinándome desde la primera vez que me saltó en la cara destruyendo el resto de ubicaciones durante una partida.
Su demoledora habilidad, junto a la igual de prometedora combinación con Spider-Man, Professor X, Knull o Death, llevaban semanas destrozándome partidas perfectamente orquestadas y, pese a no tener demasiados problemas para leer su llegada e intentar contrarrestarlo, siempre me quedaba el regustillo de poder estar yo al otro lado. De ser yo el que lanzaba ese Galactus.
Ganar no lo es todo
La realidad, sin embargo, ha terminado distando mucho de lo que esperaba. Galactus es esa carta poderosísima capaz de cambiar por completo las reglas del juego, sin duda alguna, pero más allá de esa sensación de poder y cambio, lo cierto es que también es una carta terriblemente aburrida.
Como las partidas son tan fáciles de leer, la estrategia es siempre la misma y tendrás suerte si consigues llegar hasta el final de la misma con algo más que un cubo de recompensa. El ganar a cualquier precio, por muy jugoso que pueda resultar desde la barrera, no tiene ningún aliciente a nivel jugable.
Perder por el camino esa partida de ajedrez de los últimos turnos, el reto de darle la vuelta a la situación e intentar adelantarte a la jugada de tu oponente, supone convertir Marvel Snap en una experiencia anodina e insulsa.
Un trámite destinado a acumular cubos poco a poco y escalar posiciones que tal vez me habría resultado de lo más apetecible hace unos años, pero que ahora está lejos, lejísimos, de ser lo que entiendo por divertirme con un juego. Por mucha rabia que pudiese darle a mi yo competitivo y adolescente de hace dos décadas, ganar no lo es todo.
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