Los huevos de pascua virtuales, una práctica también conocida como easter egg, llevan años acompañándonos a través de videojuegos, películas, programas informáticos y hasta páginas web. Buscando homenajear o referenciar a otras obras o sucesos, casi siempre suelen ser detalles graciosos o llamativos que te sacan una sonrisa, pero tal y como demuestra este ejemplo, no siempre es así.
Rollercoaster Tycoon, el famosísimo juego de construcción y gestión de parques de atracciones que cuenta con no pocas secuelas, tiene el desagradable honor de tener uno de los huevos de pascua más macabros que han pasado por mis manos. Para entenderlo, sin embargo, hay que explicar antes otra historia, la del fatídico accidente de la montaña rusa Big Dipper.
El primer gran parque de atracciones de la historia
Cuando en 1951 Londres celebró su Festival de la Gran Bretaña, uno de sus principales atractivos fue la creación de un lujoso parque de atracciones llamado Battersea Park Fun Fair. Debido a su rotundo éxito, se quedó permanentemente instalado para hacer las delicias de grandes y pequeños que allí acudían buscando sorpresas y un viaje a otro mundo hecho de madera y cartón piedra.
Para hacernos una idea de la revolución que supuso en la época basta con recordar que los parques Disney ni siquiera habían sido inaugurados -lo harían cuatro años después-, así que aquella feria a gran escala fue uno de los primeros parques de atracciones del mundo tal y como hoy los entendemos.
Lagos en los que pasear en barca, coches de choque, zonas tematizadas como si estuvieses en la Inglaterra del medievo… Pero sin duda alguna su atracción más famosa era la que, por su imponente altura de 15 metros, se podía ver desde cualquier lugar del parque: la montaña rusa Big Dipper.
Quienes buscaban emociones fuertes sabían que era allí donde debían acudir, lo que provocaba grandes colas mientras los afortunados que habían conseguido subir llenaban la zona de alaridos al descender por sus rápidas bajadas y al introducirse por un túnel oscuro que hacía las delicias de los asistentes, especialmente niños y adolescentes.
En una época en la que las medidas de seguridad y legislación sobre este tipo de parques brillaban por su ausencia, 22 años después de su inauguración y habiendo pasado por varias remodelaciones y cambios, el 30 de mayo de 1972, la montaña rusa Big Dipper hizo su último recorrido con fatídicas consecuencias.
El fatídico accidente del Big Dipper
Para que os hagáis una idea del momento en el que estamos cabe destacar que, a diferencia de lo que podemos encontrar hoy en día en este tipo de atracciones, tras el segundo vagón se colocaba de pie un operario que, de forma manual, se encargaría de frenar con una palanca la atracción para poder controlar su velocidad en los giros.
Tras la clásica curva inicial que podemos encontrar en la mayoría de atracciones de este estilo, el Big Dipper inició su primer ascenso gracias al cable que tiraba de él, pero al llegar a la parte más alta de la subida, el cable se desprendió y los vagones empezaron su descenso de vuelta a la estación sin que el encargado del freno pudiese hacer nada para evitarlo.
De entre los asistentes aquél día, algunos cuentan que en ese momento se giraron sonriendo para mirar al operario pensando que estaban siendo objeto de una broma organizada por el mismo, pero al ver que estaba luchando desesperado por intentar frenar los vagones supieron que algo malo estaba a punto de suceder.
Al alcanzar la curva los vagones empezaron a descarrilar, destrozando también parte de la madera que soportaba la estructura y provocando su hundimiento. De los ocho topes inferiores que debían evitar que eso sucediese, cuatro habían sido extraídos y otros tres estaban podridos, así que el pequeño trozo de madera restante fue incapaz de detener el desastre.
Mientras los equipos de emergencia y los asistentes intentaban rescatar los cuerpos que habían salido despedidos y los que habían quedado bajo la estructura, el parque permanecía abierto y con la música sonando como si nada hubiese pasado. El accidente dejó 13 heridos graves y cinco niños muertos, dos de ellos en el acto.
El macabro huevo de pascua de RollerCoaster Tycoon
Ya fuese como forma de concienciación o como homenaje al que fue uno de los primeros grandes parques de atracciones de nuestra historia, el equipo de Atari del escocés Chris Sawyer decidió incluir en su nuevo y flamante juego de gestión de parques de atracciones, RollerCoaster Tycoon, un cuestionable homenaje al Battersea Park Fun Fair en el nivel Bumbly Beach.
En forma de parque que debes hacer crecer y mejorar para alcanzar los objetivos del nivel, el detalle se hacía aún más evidente al incluirse una montaña rusa preconstruida que, además de mantener una estructura y recorrido similar, llevaba por nombre Dipper.
Como ya sabéis quienes os hayáis acercado al juego, las atracciones preconstruidas en este tipo de niveles pueden ser un arma de doble filo, ya que empiezan la partida con lo mínimo y, en el caso de estructuras que pueden provocar problemas, te obligan a hacer una primera inversión para renovar sistemas de seguridad o contratar mecánicos que revisen su estado cada pocos minutos.
De lo contrario, tal y como ocurría con la montaña rusa Dipper, al avanzar la partida y crecer el parque, el flujo de visitantes acabaría provocando un desastre capaz de arruinar el ánimo de los asistentes y, por lo tanto, también la partida.
En el caso de esta atracción, en cambio, el fallo de sus estructura y posterior descarrilamiento de vagones tenía una connotación completamente distinta. De no recurrir a esas citadas mejoras al iniciar el nivel -algo bastante común ya que era el primer escenario del juego y aún no controlábamos al 100% sus reglas no escritas- estábamos destinados a recrear el mayor desastre en la historia de los parques de atracciones de forma macabra e inconsciente.
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