Aunque el éxito de Tetris podría hacernos creer que en Rusia los videojuegos estaban a la orden del día, lo cierto es que mientras nosotros estábamos enganchados a Super Nintendo y Sega Megadrive, por allí aún no sabían ni qué era una videoconsola.
A principios de los 90, en Rusia los videojuegos quedaban relegados a alguna máquina arcade y caros ordenadores que sólo eran accesibles a ciertas minorías, así que podría decirse que la industria del videojuego por aquellos lares estaba en pañales. Sin embargo, a finales de 1992, un elefante de ojos sospechosos estaba a punto de cambiarlo todo.
La primera videoconsola rusa de éxito
El cambio que supuso una revolución en el país se lo debemos a la curiosidad y ambición de una única persona, Victor Savyuk. Aunque por aquél entonces trabajaba en Paragraph, una reconocida compañía informática que luego daría el salto a occidente con ideas como el reconocimiento de escritura a mano, al inicio de la década Savyuk se topó con un invento que le hizo perseguir otras metas: la NES de Nintendo.
Con un mercado aún por explotar, el ruso entendió rápido que aquello bien podía ser un negocio de lo más lucrativo, así que se asoció con otra compañía, un fabricante de ordenadores y accesorios llamado Steepler, para crear su propia videoconsola.
Bueno, en realidad hablar de propiedades está completamente fuera de lugar en esta historia, pero lo cierto es que por aquél entonces las leyes rusas sobre la propiedad intelectual eran lo bastante laxas como para permitir ciertas volteretas industriales. En este caso, la de contactar con Taiwan para que fuesen sus empresas de fabricación las que clonasen una NES que ello pudieran vender con otro nombre.
Amparados por la ley de su país, en realidad no estaban haciendo nada ilegal, lo que a su vez imposibilitaba que Nintendo pudiese actuar contra ellos, así que el único desafío era hacer comprender al público ruso que lo que estaba a punto de llegar al mercado era algo lo suficientemente novedoso y atractivo como para querer tener una de esas máquinas.
El nacimiento del elefante Dendy
Bajo la copia Micro Genius IQ-501 de una compañía taiwanesa especializada en clones de Famicom, Savyuk sabía que la clave para hacer de aquella videoconsola una compra apetecible para el mercado ruso estaba en el marketing, así que decidió apostar por el nombre Dendy, un ligero cambio sobre el vocablo dandy -facilitando así su pronunciación a los rusos- para dar a entender que era un producto de gusto refinado y a la moda.
Para la mascota contrató a Ivan Maximov, un reconocido artista ruso con una larga trayectoria en el cine de animación del país que, inspirado en la larga nariz de Savyuk, dio forma al elefante que corona estas líneas. El personaje se dio a conocer en una campaña de anuncios televisivos que también tenía su propio jingle y se convirtió en un elemento lo bastante reconocible como para terminar protagonizando la primera revista de videojuegos del país e incluso una serie de dibujos animados.
En realidad Savyuk simplemente estaba siguiendo los pasos de lo que Nintendo había hecho en otros mercados con Mario como mascota, así que dos años después, con unas ventas de cerca de 5 millones de euros mensuales, provocó que los nipones se sentasen a negociar con los rusos.
Sabían que a nivel legal había poco que rascar de las ventas de Dendy, así que llegaron a un acuerdo para no reclamar parte de aquellos beneficios y aprobaron los derechos de distribución de SNES y Game Boy en un mercado en el que no tenían peso.
Fue una alegría que duró poco, apenas cuatro años hasta que en 1998 la crisis financiera rusa se llevó por delante a la compañía. A día de hoy Dendy es un lejano recuerdo. Una pieza de coleccionistas retro con un elefante como mascota a la que los jugadores rusos le deben haber creado un mercado de la nada.
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