Uno de los aniversarios más importantes que hemos vivido este año ha sido el de World of Warcraft. El MMORPG de Blizzard ha cumplido 20 años desde que comenzó su andadura y a lo largo de todo este tiempo ha recibido expansiones y son millones de jugadores los que han vivido aventuras de todo tipo en el mundo de Azeroth. En él puedes pasar el rato como mejor te parezca, ya sea subiendo de nivel a personajes, yendo a mazmorras o siendo un coleccionista que se dedica a desbloquear logros y monturas.
Desde que comencé mi viaje en 2006 en este mundo de fantasía, con algún que otro parón temporal, he vivido infinidad de momentos muy especiales, pero este fin de semana me he encontrado con uno en particular que me ha sorprendido muchísimo. Resulta que recientemente me he enterado de la existencia de una montura llamada Pesadilla Lúcida que lleva disponible desde la expansión World of Warcraft: Legion.
Al contrario que la mayoría que existen, esta no requiere obtener cierto nivel de reputación con una facción, gastar una cantidad inmensa de monedas de oro o derrotar a un jefe final en concreto con la esperanza de que te sonría la suerte para que la suelte. En su lugar requiere seguir una serie de pasos muy específicos que conllevan viajar por multitud de zonas distintas en las que hay que derrotar a algunos enemigos de mazmorras de banda y también resolver algunos puzles complejos.
Al echarle un vistazo a la manera de hacerme con ella me pareció una actividad muy divertida, porque era una manera de vivir una aventura completamente nueva y de lo más original que no tenía nada que ver con cualquier otra cosa que había hecho en el juego hasta la fecha. Eso sí, ya me imaginaba que iba a ser un proceso largo, porque me enteré que se tardaba unas tres horas, aproximadamente, en llevar a cabo todos y cada uno de los pasos necesarios.
Sin embargo, mi ilusión fue mermando poco a poco cuando empecé a comprobar por mi propia cuenta que algunas de las tareas a realizar eran excesivamente tediosas, hasta el punto de llegar a desesperarme. Aun así, os voy a explicar todo lo que hay que hacer por si lo queréis intentar por vuestra cuenta mientras os cuento cómo ha sido mi propia experiencia.
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Las lucecitas de Ulduar
Lo primero de todo es viajar a la ciudad de Dalaran, pero a la versión de Legion, algo que es posible entrando en el portal de Azsuna desde la sala de portales de Ventormenta y Orgrimmar. Una vez allí hay que entrar a la tienda que podéis ver en la siguiente imagen y subir al piso superior, donde se encuentra una nota con el mensaje "Comienza en el 2104059. Con el signo más agradable".
No me preguntéis por qué, pero esto requiere visitar Ulduar, así que me tocó volver a Ventormenta con mi Pícaro de la Alianza y esta vez pillar el portal a la versión de Dalaran de Wrath of the Lich King. Una visita que siempre viene bien para derrotar a los jefes finales con una facilidad inmensa, gracias a que tengo el nivel 80 y mueren de un golpe, para así obtener objetos de transfiguración. En cualquier caso, había que avanzar hasta la sala del colosal robot Desarmador X A-002.
En este lugar en cuestión hay varios montículos repletos de chatarra y basura. Menos mal que de nuevo sabía de antemano a dónde ir, porque para encontrar una palanquita que hay que activar… en fin, que es como buscar una aguja en un pajar. Y esto para que surjan del suelo un total de 400 luces que hay que activar una por una a base de seguir un patrón. No os preocupéis desde el punto en el que empecéis, porque la figura es exactamente idéntica en todas las direcciones. Así hasta que logréis dibujar esta imagen.
Con esto es con lo que empecé a entender por qué decían que se tardaba más de tres horas, porque hasta que enciendes todas y cada una de las lucecitas, te acaba pareciendo que ha pasado una eternidad. Eso sí, también he de admitir que lo hice despacio porque viendo que son tantísimas, no quería equivocarme con una y tardar en dar con el fallo. Por suerte, en cuanto has dibujado el patrón desaparecen al instante y dejan tras ellas una nota con el mensaje "1.000 años encarcelados. Seguro que la mente paga un precio".
De vuelta al Templo de Ahn'Qiraj
Cuando empecé a jugar a la época clásica de World of Warcraft, una de las primeras experiencias que viví al llegar al nivel 60 fue recorrer el Templo de Ahn'Qiraj, en Silithus, al que no me había dado por volver desde entonces. Sin duda, fue una manera fabulosa de recordar viejos tiempos con aquellos jefes finales que tantos malos momentos nos hicieron pasar enfrentándonos 40 jugadores contra ellos. Y ahora yo solo puedo con todos. Cómo cambia el cuento.
El objetivo en este segundo paso es el de llegar a una de las últimas salas, oculta por un pasillo a la izquierda del lugar en el que se encuentra C'thun. Allí permanece un escarabajo dorado encima de un pedestal que al tocarlo provocó que apareciese ante mi un minijuego idéntico al Bejeweled, en el que tienes que juntar un mínimo de tres fichas del mismo color para que desaparezcan y obtengas puntos, con la diferencia de que aquí son monstruos en vez de gemas.
No tengo ni idea de cuántos había que emparejar o si había que unir algunos de ellos en especial, pero la cosa es que tras un buen rato moviendo criaturitas desapareció el puzle y me dejó una nueva nota que decía "En lo más profundo del inframundo. Tu trono espera".
Descendiendo hasta el lugar más profundo del Infralar
La expansión Cataclysm ha sido una a la que más caña de las que más caña le he dado, pero me pasó lo mismo que la mayoría de sus zonas no las he vuelto a visitar desde que que la dejé de lado, así que me dio una alegría saber que el siguiente destino era ir a Infralar, pudiendo acceder de una manera sencilla en un círculo de portales situado en Ventormenta y Orgrimmar. No obstante, antes de ello hay que obtener un artículo llamado Máscara de tejido de sombra, que la puede fabricar un sastre o comprarla directamente en la casa de subastas.
Por no perder tiempo, recurrí a esta segunda opción siendo consciente que los jugadores que habían puesto a la venta este casco me estaban timando. Sea como sea, tuve que localizar una cueva oculta en el lugar más profundo del Infralar, donde se encuentra un gusano gigante dando vueltas por el recorrido y dando un tanto por saco, porque si te pilla te lleva al principio de la cueva. Tampoco supone un gran problema porque al poder ir en montura puedes avanzar más rápido.
Así hasta llegar a una de las salas del interior con un montículo extraño con una fisura por la que es posible colarse. Es aquí donde vas a parar a una sala realmente siniestra que da bastante mal rollo, sobre todo porque solo alberga una silla con una calavera. Es entonces cuando es necesario equiparse la máscara mencionada previamente para interactuar con el cráneo, lo que causa que surja en el suelo la siguiente nota.
De palanca en palanca y tiro porque me toca
Uno de los aspectos por los que estaba disfrutando tanto esta actividad es por el hecho de visitar tantos sitios que de otra manera ni me habría planteado a día de hoy, sobre todo el cuarto de ellos que requería adentrarse en Gnomeregan, en la región de Dun Morogh, una de las mazmorras más clásicas del juego y de lo más inmensa. Os facilito la tarea con el siguiente mapa del lugar exacto al que hay que ir, el cual no tiene pérdida por contar en él con un total de diez dispositivos con palancas.
Las instrucciones están escritas en código binario, pero hace tantísimos años que estudié programación que ahora mismo me sonaba a chino. Básicamente, hay que moverlas hacia arriba o hacia abajo para que aumenten o disminuyan el número que van marcando hasta formar la siguiente combinación de números: 1222175697.
Se podría decir que este paso es el más simple de todos, de ahí que me tocó esperar a que se recuperara el tiempo de la piedra del hogar, porque en la nota estaba escrito el mensaje "Olvidas tus juegos y juguetes. Cuando te despiertas gritando", el cual fue el que empezó a hacer que me cuestionará por qué narices había decidido hacer todos estos pasos para una simple montura. Vale que me lo estaba pasando en grande, pero aquí fue cuando se inició el desastre…
Los dichosos hilos de Val'sharah
Una vez más me tocó viajar hasta la Dalaran de Legion para volar desde allí a la zona de Val'sharah, donde había que localizar una casa muy concreta que he de admitir que estaba demasiado oculta la condenada, porque estuve unos 15-20 minutos dando vueltas por todas partes hasta que por fin logré dar con ella en la ubicación que podéis observar en estas imágenes. De nuevo por si os da el venazo de ir y no os cueste la vida encontrarla.
Allí hay un ser espeluznante que al interactuar con él pega un grito y activa el siguiente puzle con el que estuve más de media hora en resolverlo. Al ser aleatorio para cualquiera no os puedo echar una mano en resolverlo, pero sí deciros cuál es la finalidad. Por la pantalla veréis numerosos puntos de los que surgen hilos de color rojo y azul. Lo primero es seleccionar dos puntos cualesquiera para que estos intercambien su posición, provocando que el hilo también altere su dirección.
Así sin parar hasta que todos los hilos pasen a ser de color azul. Para que os hagáis una mejor idea, si dos hilos se entrecruzan, siempre serán de color rojo, por lo que puede ser a veces un poco confuso al no quedar demasiado claro cómo quedarán los hilos, por lo que a la larga se acaba convirtiendo en una prueba de ensayo y error. Al menos en mi caso reconozco que lo resolví de repente un poco de chiripa.
Esto me dejó con otra nota más en la que aparecía escrito "Lo que buscas está enterrado en el interior", lo que dio pie al punto de esta aventura en el que, spoiler, me he quedado atascado por completo.
El infernal laberinto infinito
El penúltimo paso de esta andadura requiere viajar hasta la región de Pandaria, a la que es fácil acceder desde la sala de portales de Ventormenta y Orgrimmar. Desde allí se debe volar hasta la Cima Kun-Lai, a uno de sus templos que dispone de una misteriosa urna en su interior con la que hay que interactuar, lo que deja un mensaje de advertencia de que estás a punto de consumir las cenizas de un hechicero diabólico.
Desde luego, lo de "diabólico" es quedarse corto, porque al tocarlas vas a parar a los llamados Salones Infinitos. Un laberinto en el que he llegado a estar unas seis o siete horas corriendo por cada una de sus habitaciones, todas ellas con un diseño exactamente idéntico, y no he logrado escapar de él. Podéis usar cualquier material que se os ocurra para dibujar su diseño mientras avanzáis por él, lo que no os vendría nada mal, pero siempre teniendo en cuenta estas indicaciones:
- La misión requiere encontrar cinco runas (amarillo, verde, rojo, morado y azul)
- Las runas están marcadas encima de unas mesas
- Solo cinco salas cuentan con antorchas encendidas con los mismos colores de las runas
- Una vez pillas uno de estos fuegos lo tienes que llevar a una runa del mismo color para desactivarla
- Si recoges otro fuego por el camino, pierdes el anterior
- Una vez activas la runa, esta desaparece
Hasta ahí bien, con unas instrucciones muy simples que no tienen mayor misterio. La complicación reside en que una vez eliminas una runa pierdes la referencia de dónde estaba situada. Y sí, escribiendo el recorrido en una hoja sería pan comido si no fuese porque algunas puertas son una trampa y te teletransportan a un lugar completamente aleatorio de todo el laberinto, de ahí que el perder las runas suponga un caos porque ya no sabes en qué lugar estás.
Además, como todas las salas son iguales unas a otras, con algunas puertas abiertas y cerradas, llega un punto en el que estás perdido y no sabes si has pasado por una trampa o estás dando vueltas una y otra vez por los mismos lugares. Ha sido algo horrible y me parece que dependes demasiado de la suerte para encontrar las cinco runas con sus cinco fuegos.
Me da demasiada rabia porque sé que el último paso consiste en adentrarse en una de las criptas de las afueras de Karazhan y ahí aguarda la Pesadilla Lúcida, pero hasta que no consiga atravesar este laberinto, diseñado por una mente maquiavélica, me quedaré con las ganas. Y tampoco sirve de nada consultar vídeos o los recorridos de otros jugadores, dado que el laberinto es aleatorio y varía cada vez que lo vuelves a visitar. En definitiva, regresaré cuando recupere el ánimo, porque puede que esta aventura haya sido muy original, pero ha podido por completo con mi paciencia.
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