En los casi dos años que llevo dándole a League of Legends, he perdido la cuenta de la cantidad de partidas que he podido jugar. Seguramente sean miles, porque al final es fácil disputar tantas cuando se trata de un juego al que le sueles dedicar un rato (o unas horas) diariamente.
Como ya os conté en semanas anteriores, a la hora de jugar me decanto siempre por ARAM, a no ser que se habiliten otros modos de juego temporales que me llamen la atención lo suficientemente como para inclinar la balanza a favor de ellos. Sin embargo, el que nunca me ha terminado de convencer del todo ha sido la Grieta del Invocador.
A pesar de todo, lo he probado alguna vez, muy pocas eso sí, pero las suficientes como para tener claro que ese modo no está hecho en absoluto para mí. Es más, en esta ocasión os voy a contar cómo fue la primera vez que jugué en este mapa en solitario y la única vez en toda mi vida que he abandonado una partida en un videojuego antes de que terminase.
Así funcionan los diferentes carriles
Para los que nunca han jugado a League of Legends, en la Grieta del Invocador el escenario se divide en tres carriles principales por los que se dividirán los cinco jugadores de cada equipo: en el superior va uno solo, en medio otro, en el de abajo va alguien acompañado de un personaje de apoyo y el quinto jugador es el jungla, el que va recorriendo el mapa en busca de criaturas para acabar con ellas.
Esto mismo supone que no todos los personajes están diseñados para jugar en cualquier posición. Al menos no en este modo de juego, por lo que para gente yo, que solo jugamos en ARAM, eso nos obliga a jugar en un carril determinado, dado que nos especializamos en ciertos personajes en lugar de hacerlo en un puesto en particular.
Cada uno de los carriles está defendido por un par de torretas que hay que ir derribando, porque durante toda la partida no pararán de surgir súbditos de las bases principales que se desplazarán por estos caminos. Los también llamados minions son vitales porque son los que hacen la función de escudo para protegernos de los impactos de las torres y a su vez, los del bando contrario, son los encargados de darnos oro si los eliminamos para así comprar objetos en la tienda.
No obstante, un detalle muy importante a tener en cuenta es que aquí no importa cuántos impactos le des a un súbdito para acabar con él. Lo esencial es dar el golpe definitivo, el que se lo carga del todo, porque esta es la única forma de llevarse el dinero. El problema está en que los propios minions o las torres también los pueden eliminar y quitarnos esa cantidad de oro. Del mismo modo, también será importante ser los últimos en dar el golpe de gracia a los monstruos de la jungla y a los propios adversarios, aunque en este caso las asistencias también darán dinero.
Partiendo de esta base, ya puedo explicar bien por qué mi primera partida fue tan sumamente desastrosa. Porque una cosa es entender bien la teoría y otra cosa muy distinta es llevarla a la práctica. Son dos conceptos que no tienen absolutamente nada que ver y que debo de reconocer que me pasaron factura.
Aprendiendo por las malas
He de decir que antes de adentrarme por primera vez en solitario había jugado alguna partida con mis amigos en el rol de apoyo en el carril inferior, pero gracias a ello es lo que me hizo darme cuenta de que no me gustaba la Grieta del Invocador. Pero unos meses después de jugar ARAM día sí y día también, pensé, "ahora que ya tengo más experiencia, ¿por qué no le doy una oportunidad yo solito?". Eso me hizo cometer tres graves errores, el primero pensar esto.
El problema de esta confianza vino porque con Renekton, uno de mis campeones favoritos, había conseguido en ARAM alguna "S", así que creí que estaba preparado para jugar con él en el modo principal de League of Legends, pensando que no habría demasiada diferencia. Suponer eso fue mi segundo error.
Aun así, como ya sabía perfectamente el comportamiento que tiene la comunidad y no quería exponerme ante una posible humillación, advertí a mis compañeros de equipo que era la primera vez que jugaba en este modo, porque estaba convencido de que si sabían eso me darían un poco más de cancha si hacía una mala partida. Suponer esto también fue mi tercer error.
Así pues, llegó el momento de la verdad y me dirigí con Renekton al carril superior, el rol que tiene asignado por lo general. A partir de aquí es cuando no tardó en comenzar la catástrofe, porque mi contrincante que jugaba en la misma calle que yo se notaba que sí sabía perfectamente lo que hacía, mientras que yo intentaba jugar un poco como en ARAM, pegando sin parar a los minions, lo que provocaba que tuviese problemas al darles el golpe de gracia.
Por lo tanto, mi rival, que ni me acuerdo con qué personaje jugaba, liquidaba rápidamente a nuestros súbditos mientras yo estaba pasándolas canutas para hacerle algo. En apenas unos minutos ya me había matado dos o tres veces y mis nervios no paraban de crecer. Más por el ridículo que estaba haciendo y por fastidiar a mi equipo que por el simple hecho de estar contra las cuerdas.
Un raguequit del que, en parte, no me arrepiento
Tras darme cuenta de que no podía hacer nada y que era el único de mi equipo que estaba haciéndolo mal, no paraba de arrepentirme por aventurarme a jugar en solitario, lo que me hizo recordar una vez más el por qué no me gustaba este modo. Por si no fuera suficiente, el auténtico problema llegó cuando la toxicidad invadió el chat de la partida.
Tal fue el caso que los jugadores del bando contrario no dudaron en empezar a cachondearse por haberme matado dos o tres veces, riéndose de mí y llamándome de todo. Naturalmente molesta y si estás nervioso, pues no resulta agradable, pero lo peor de todo es que a la fiesta se sumaron los miembros de mi propio equipo.
Por eso mismo dije anteriormente que un grave error por mi parte fue el de creer que mis aliados entenderían mi situación, porque para nada fue así. De hecho, incluso ellos mismos se metieron más conmigo que los contrincantes, así que todo generó un ambiente tan asqueroso que podía haber optado por hacer oídos sordos y seguir a mi bola, pero tampoco tenía la necesidad de estar soportándolo más.
¿Resultado? Abandoné la partida sin que terminara. No lo pude evitar. Sabía que no íbamos a ganar y no me apetecía estar aguantando burlas e insultos por parte de otras nueve personas más, cosa que en parte no me debería de afectar ni a mi ni a nadie, porque son gente que no conoces y basta con ignorarles, por eso reconozco que en parte hice mal en tirar la toalla antes de que finalizara la partida.
Pero sinceramente, tampoco me pareció mala idea, porque fue una forma de devolvérsela por su pésima conducta y sabía que Riot Games no me iba a penalizar gravemente por hacer una especie de ragequit. Simplemente salió un aviso en pantalla, como una especie de tirón de orejas para que no lo hiciese más, pero yo estaba tranquilo porque sabía que no iba a volver a suceder nunca más. Primero porque a mí mismo no me agrada que la gente se vaya, y segundo, y más importante, porque tengo vetada por completo la Grieta del Invocador. Una y no más.
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