Cuando hablamos de clásicos dentro del mundo del cine, es inevitable no pensar en 60 Segundos, The Italian Job o mi favorita, la saga de Ocean's. Sí, el mítico Danny Ocean encarnado por George Clooney con una legión de secuaces conformada por Brad Pitt o Matt Damon me encandiló en la década de los 2000.
Películas llenas de humor, acción y una buena dosis de trabajo en equipo para asaltar la banca de algún despistado. Precisamente durante esta semana Rockstar lo ha puesto todo a huevo para que entre al casino de GTA Online y no precisamente para que me birlen fichas. No, me he venido arriba intentando conseguir un botín como nunca he logrado.
Hagan juego, señores
Si me habéis leído durante los últimos meses, tendréis más que claro que mi índice de incompetencia está por las nubes. Perdí 400.000 dólares en uno de mis primeros atracos y no logré planificar lo suficientemente bien el golpe a Cayo Perico. No me van a dar precisamente el Nobel del crimen.
Lester me cita en mitad de un parque cuando de repente aparece Georgina Cheng, vicepresidenta de Chen Holdings. No tengo ni pajolera idea de quién es esta señora y poco me importa que sea la nonagésimo octava mujer mejor vestida de China. Tan solo escucho de su boca que podemos clavar una estocada en el corazón de The Diamond Casino & Resort.
Habla de una venganza contra un tal Thornton Duggan por su hermano mayor, pero yo me fijo en que nuestro tullido favorito la mira con ojos picarones. Quizás eso sea lo que le impulse a poner en marcha toda la maquinaria y que ahora yo tenga que sacar a pasear la cartera.
Un 40% de descuento en las recreativas durante esta semana, así que me gasto mis buenos 1.125.000 dólares en Videogeddon, un local situado en La Mesa. Nada de irme hasta Blaine o la otra punta del mapa, estoy harto de patearme medio escenario cada vez que necesito hacer algo, es necesario centralizar los negocios. Esta vez sí que me rasco un poco el bolsillo decorando por 96.000 dólares, ya que hay que adecentar un poco un antro en el que los metaleros se metían rayas desde las alfombras.
Que me aspen, el maldito Jimmy es el bedel de mi negocio. Un pobre inútil que dedica el 90% de su tiempo a estar en su habitación, creerse que su padre es un fracasado y que ni siquiera sabe fumar bien de una cachimba. Mientras sepa sujetar una escoba y limpiar los retretes, a mí me sirve.
Planification time
¿Os acordáis de Ocean's Thirteen? Andy García era el que sufragaba los gastos de toda la operación al grupo y aquí la amable señorita Chen es nuestro banco personal. La ambición recorre cada fibra de Lester, que comienza a hablarme de que debemos ser más agresivos, que tendremos más opciones. Yo le contesto que meteré la pata como siempre.
Lo primero es conocer el terreno a fondo, así que me interno en el casino y hago fotos hasta al maldito gotelé si hace falta. He aprendido la lección desde Cayo Perico, así que no me dejo ni una cámara, puerta de seguridad o guardia por archivar en el álbum. A pesar de todo, GTA Online me dice que me he dejado información, pero que sea lo que Dios quiera.
Una de las flipadas más molonas y útiles de las películas de atracos es montarse una recreación de la cámara acorazada para practicar cuantas veces haga falta. Veo en el tablón de planificación que puedo conseguir una maqueta para tener claros los puntos de referencia. No sé a cuantos demonios paganos reclamo venganza cinco minutos después, ya que me he dejado 135.000 dólares en una patética recreación del edificio que no me sirve para nada.
Claro que sí Rockstar, ahora paso por caja y me gasto 400.000 machacantes en puertas de seguridad para tener claro cómo hackearlas. Dado que el sigilo es poco menos que una broma en este juego y preveo que una entrada directa resultará en mí convertido en un queso gruyere, aplico la solución salomónica. Estafa maestra, es decir, voy de cara pero disfrazado.
Necesito gente con experiencia en el mundillo, pero dado que me he dejado una estúpida cantidad de dinero en la dichosa maqueta, ahora he de escatimar repartiendo el botín. Yohan Blair como hacker con comisión del 5%, Zach Nelson de conductor llevándose el 6% y el poco fiable Karl Abolaji como pistolero con otro 5%. Un 16% se me va por pura obligación, pero al menos me entretengo con las misiones preparatorias de cada uno.
Y es que aquí es donde se nota el espíritu de Ocean's invadiendo cada poro de mi piel. ¿Entrar en la sede del FBI para robar un dispositivo de hackeo? No hay problema. ¿Robar unas motos a los Lost? Pan comido. Demonios, hasta termino aliándome con un excéntrico como Yung Ancestor.
Sí, aquel pazguato que me encontré en mi primera visita a The Diamond Casino & Resort, el cual tenía alrededor más sanguijuelas que moscas en la basura. Me puede conseguir una serie de pases esenciales, así que sigo sus desastrosas instrucciones de deshacerme de un coche. Me hace dar tantas vueltas que termino entrando en la secta de los altruistas, en mitad de la montaña.
Qué poco partido se le ha sacado a esta congregación tan variopinta y que recibe a los turistas amordazándolos, aniquilando su dignidad y que van en pelota picada. Quiero tenerlo todo tan bien atado que hago 14 misiones, como la que me lleva a colarme en la penitenciaría de Bolingbroke para entrar en una torre de control, dejar grogui a un guarda y robarle más tarjetas imprescindibles. Hay absolutamente de todo, con una variedad como nunca he visto hasta ahora en GTA Online.
Apunta alto, estréllate en los aires
Se acabó la cháchara, vamos a desplumar a esos pavos reales. Bote de 2.115.000 millones, que se quedan en 1.670.850 dólares por los gastos del equipo y de Lester. No puedo hacer el golpe yo solo, así que un novato más inexperto que yo se une a la causa. A pesar de que estamos en la etapa final, Georgina no hace acto de aparición y Lester, el cual se había arreglado y duchado por primera vez en meses, termina decepcionado. Seguramente veamos la resolución de este conflicto amoroso en First Dates.
Vamos de mozos de mantenimiento, de control de plagas y conseguimos colarnos por un lateral con los empleados dándonos paso. Hay que reunirse con Yung Ancestor para que sus tarjetas pasen a mi bolsillo y todavía me estoy preguntando por qué la escena en la que aparece termina con Brucie herido de bala en la pierna. No hay que preocuparse, el bueno de Bruce se meterá sus clásicas pastillas de tiburón para salir de este aprieto.
Todo se va al garete. Los guardias me ven en zona prohibida y a partir de aquí se viene precisamente lo que intentaba evitar: confrontación directa. Da igual que lleve una máscara sacada de Fallout, la he fastidiado porque mi armero es patético y nuestra potencia de fuego se reduce a un microsubfusil. Contra poco menos que un ejército más armado que la Marina estadounidense, pues vosotros diréis.
Insistimos y terminamos llegando a la cámara acorazada, pero desde el casino liberan una neurotoxina. En poco menos de dos minutos seremos unos fiambres en el suelo, no nos da tiempo a abrir el resto de cajas fuertes y nos limitamos a llenar las bolsas. Poco más de medio millón de dólares aunamos y ahora hay que salir por piernas.
Prefiero que me levanten las uñas de los pies antes que volver a sufrir el maldito suplicio de llegar hasta el ascensor, hackear el sistema con un programa de huellas dactilares y salir del lugar. Para más jocosidad del asunto, vamos soltando dinero por las bolsas por cada tiro que recibimos, así que termino perdiendo 200.000 dólares hasta que estamos en el exterior.
Miro el reloj, son casi las dos de la madrugada y los flashes de Cayo Perico comienzan a acumularse en mi mente. Cinco estrellas de búsqueda, hasta Thanos debe estar pisándonos los talones. Morimos, una y otra vez, en un bucle que parece sacado de Código Fuente. Mi compañero se rinde ante la evidencia de que soy un manco profesional, no un atracador cualificado.
Tengo sueño, estoy harto, hace un calor infernal y las consecuencias las va a pagar mi osito Teddy que espera en la habitación. ¿Conseguiré que algún atraco me salga bien en este demoníaco juego? Estamos en un casino, hagan sus apuestas.
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