La predisposición de Capcom a intercambiar alegremente los nombres de los luchadores de Street Fighter está más que justificada: Mike Tyson se enteró que la compañía de Osaka lo añadió al juego sin permiso en 2019 . Casi tres décadas después de que el fenómeno estallase en recreativas. El truco para lograr que alguien tan famoso no se diese cuenta durante tantísimo tiempo fue mezclar el nombre original Japonés del Boxeador (M. Bison) con el de los otros nuevos reyes de Shadaloo.
Aquella maniobra fue muy simplona, desde luego, y tuvo dos efectos: el púgil sería conocido como Balrog en todo occidente y, en el proceso, se logró esquivar una posible demanda millonaria por parte de la estrella del ring. Una que hubiese ganado sin mucho esfuerzo. Es más, Tyson se tomó el descubrimiento a risas. Capcom es una especialista en saber caer de pie. Por otro lado, El caso de Ken Masters, el eterno rival de Ryu, es incluso más delicado.
Cuando el fenómeno de Street Fighter II se nos fue de las manos
Cuando Street Fighter II llegó a los recreativos, los PCs y las consolas de 16 bits, ninguno de sus personajes tenía nombre completo o apellidos con la única excepción en Japón de Mike Bison. Los motivos se explican solos, y lo cierto es que para medio planeta aquella "M." que esgrimía el jefazo final del juego (que heredó el nombre de M. Bison) resultaba especialmente enigmático. El caso de E. Honda, tal y como se aclaró en Street Fighter 6, es más bien un nombre artístico: "Edmond Honda". Una elección propia y también una referencia al periodo Edo japonés.
De hecho, Capcom America podía renombrar a cualquier personaje o su trasfondo (cosa que hizo en numerosas ocasiones) para llevar la secuela a occidente con tres únicas excepciones. O más bien técnicamente había tres nombres que no podían ser modificados: Ryu, Ken y Sagat. El motivo tampoco tiene mucho misterio, ya que eran los tres personajes que habían pasado el corte del Street Fighter original. y regresaban a la secuela.
Lo que en Capcom no habían calculado, y fueron extremadamente cuidadosos, al llevar todas sus sagas a occidente, es el enorme éxito que tendría aquella secuela. El fenómeno de Street Fighter II estalló en los salones arcade y se propagó a nivel planetario durante la época de los 90. Aquello se les escapó de las manos y, en el proceso, estalló la fiebre por los juegos de lucha.
Sin embargo, los de Osaka fueron rapidísimos y aprovecharon la ola con maestría. En tiempo récord ya se habían producido películas, proyectos de animación, mangas, cómics con licencia oficial y toneladas de merchandising. Incluyendo, por supuesto, figuras de acción. Es más: Hasbro se llevó el gato al agua al licenciar su propia línea de G.I. Joe inspirada en los 12 World Warriors originales.
Aquellos muñecos eran feísimos, y los siguen siendo. De hecho, los anuncios de televisión posiblemente no pasarían el corte dentro de los estándares actuales. Sin embargo, fue en ese momento cuando Capcom hizo un movimiento completamente inesperado que le podría buscar problemas y trabas judiciales. Un problema que, de hecho, se arreglaba con siete letras.
Mi nombre es Masters. Ken Masters
Te pido perdón por adelantado, pero llegados a este punto hay un casi doloroso trámite que, siendo evitable, ilustra de manera especial el panorama en el que estaba envuelta Capcom. A continuación verás uno de los primeros comerciales con los que promocionaban las figuras de G.I. Joe de Street Fighter en occidente.
A día de hoy casi parece una parodia, pero los que vivimos aquella época alucinábamos. Y daba igual si solo te gustaba el videojuego o las figuras de Hasbro: como evento de crossover era algo absolutamente insólito. Más o menos, como cuando empezamos a ver las primeras colaboraciones de Fortnite.
Las figuras en sí eran una muy libre interpretación de los personajes del videojuego, con rostros faciales verdaderamente singulares y atuendos realmente peculiares.
Sin embargo, si nos fijamos bien en el anuncio hay un luchador específico que no aparece caracterizado y, además, se omite el nombre al pasar lista: Ken. Pero lo más singular es que al mostrar el muñeco aparece un dato que no estaba en el videojuego: su apellido es Masters. Algo que, lógicamente aparecía en los blisters del muñeco.
Y ojo, que era el único Street Fighter con esa distinción: ni Ryu, ni Blanka, ni Zangief ni Chun Li tenían su nombre completo en la caja. En el caso del luchador de sumo, por otro lado, se optó por darle todas las letras: "Edmond Honda".
Técnicamente, Capcom no le había dado apellido a Ken hasta poco antes de ese momento. Y lo cierto es que tampoco tenía la necesidad de hacerlo. Pero si quería vender figuras (o ceder la millonaria licencia) tenía que andarse con doble cuidado.
De entrada, porque no solo había que registrar los nombres de los world warrios de Street Fighter para que la marca registrada estuviese visibles en la caja, evitando así que brotaran copia y versiones clónicas como ya pasaba con el videojuego, sino que se podía meter en líos entrando su nueva línea de muñecos, juguetes y merchandising en conflicto con la figura de Ken más famosa del mundo y el rubio más conocido de las jugueterías: el novio de Barbie.
Las siete letras que evitaron que Capcom se metiese en líos con el fabricante de Barbie
No se tienen registros sobre si el motivo del origen del apellido de Ken fue para distanciarse del Ken de Mattel, pero darle apellidos lo convertía en un personaje diferente a todos los efectos. Entre otras cosas, porque el nombre completo del muñeco es Kenneth Sean Carson.
Sin embargo, algo está claro: con un extra de ingenio se marcaron las suficientes distancias como para poder comercializar cualquier cosa relacionada con el personaje sin tener que llegar a juicios ni malentendidos.
¿Por qué se le dio apellido a Ken y no a Ryu o a Guile? De hecho, ambos también lo tuvieron en un momento dado: en Street Fighter la Última Batalla hubo un reparto sin precedentes de nombres y apellidos, incluyendo Ryu Hoshi, William F. Guile o Chun-Li Zang. Pero, claro, conviene recordar que en esa película Honda también es un Yokozuna Hawaiano y Ken (junto a Ryu) un traficante de armas que se pone un karategi rojo en la última parte del filme.
Y pese a que Capcom se desentendió de todos y cada uno de los apellidos de los Street Fighters usados en la película o la infame serie animada de USA Network, cimentó un enorme trasfondo en torno al apellido de Ken. Al punto que éste se convirtió en parte indivisible del personaje y un elemento recurrente en todos y cada uno de los videojuegos.
En Street Fighter 6, sin ir más lejos, la fundación Masters está en un grave aprieto dada la enorme presencia mediática de la misma y la implicación de Ken, como vicepresidente de la misma en un altercado internacional. Es más, la sede de la fundación Masters es uno de los edificios más grandes de Metro City (y el modo World Tour) y, no muy lejos de allí, podemos ver atracado el barco de la familia.
El mismo barco, por cierto, que vimos en Street Fighter III: 2nd Impact en el que pone KEN MASTERS en mayúsculas y letras gigantes.
Sería injusto decir que Capcom le dio el apellido a Ken por Mattel, ya que no hay pruebas de ello ni declaraciones al respecto. Tampoco las hay de que cambiase los nombres de Balrog, Bison y Vega por Mike Tyson, que conste. Y por motivos más que obvios. Pero una cosa está clara: esas siete letras que componen la palabra Masters (otra línea de figuras de la misma compañía juguetera, por cierto) evitaron líos y les permitieron vender millones de figuras de Street Fighter. Algunas no muy bonitas y otras espectaculares.
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