Gamergate, lo que empezó como algo aparentemente sano, una nueva excusa para poner de entredicho nuestra confianza como jugadores hacia la ética del sector pisoteada en muchas ocasiones por figuras, compañías y medios, lleva dos meses mutando en una campaña de acoso deplorable hacia varias personas del sector.
Sobre ello ya firmamos nuestra posición reclamando con "No me llames gamer, no quiero ser como éstos" lo avergonzados que estamos como jugadores por la época en la que nos ha tocado vivir, más propia de un patio de recreo que de una comunidad que debería tener como común denominador nuestra pasión por los videojuegos. Algo con hueco para el debate, siempre imprescindible y enriquecedor, pero nunca con la falta de respeto como mensaje.
VERGÜENZA
Soy el primero en apoyar que todos podemos estar o no de acuerdo con los mensajes que pueden llegar a nuestros oídos, pero una vez más, el respeto lo es todo. He sido educado con una máxima que reza, trata a los demás como te gustaría que te tratasen a ti, así que cuando un ruidoso pequeño sector (me niego a creer que son mayoría, sólo hay que comparar las visitas de alguno de nuestros post con los trolls que se toman la molestia de atacar con muy poca educación al resto de usuarios o compañeros que aquí escriben) traspasa la línea del insulto cobarde a las amenazas, siento vergüenza por lo que podría pensar alguien ajeno a esta industria sobre sus integrantes.
Si lo que pretendes es apoyar ese debate sobre la ética periodística, los famosos maletines o las sospechas, estás en todo tu derecho, pero por favor, entierra el término Gamergate y usa el de GameEthics. El otro hace mucho que perdió su razón de ser.
Si llegas hasta aquí y te encuentras completamente perdido en esta vorágine de locura que se ha apoderado del sector, probablemente sea porque hayas estado ausente durante la lamentable fiesta que se ha montado durante las últimas semanas. Por ello, para que entiendas el problema y hagas lo posible para que no se vuelva a repetir aquí tienes el qué es qué y quién es quién de toda esta historia.
La raíz del problema
El conflicto sobre el Gamergate se inicia tras la publicación de varios post en el blog personal del exnovio de Zoe Quinn en los que se relataba que la desarrolladora del videojuego 'Depression Quest' había intimado con algunos miembros de la prensa del sector para favorecer la recepción del título entre la crítica.
Tras ello se crean dos ramas de opinión, aquellas que se centran en criticar la cercanía de los medios hacia algunos desarrolladores y cómo ello influye en sus opiniones y otra centrada en atacar a lo que algunos estúpidamente consideran como ajeno a la industria, la participación de miembros que no se correspondan con la imagen de macho alfa y el uso del medio como vía para concienciar sobre problemas sociales o políticos.
Varias personalidades apoyan esa primera vía y el actor Adam Baldwin acuña en Twitter el término Gamergate para darle nombre al problema, pero a su vez el hashtag se convierte en excusa para atacar de forma personal a Quinn, llegando al punto de recibir amenazas de muerte.
El papel de la prensa
Entre todo este revuelo los medios involucrados o cercanos al problema saltan a la palestra para defender sus posturas, una respuesta que se intensifica al darse a conocer que algunos periodistas habían apoyado la financiación de juegos independientes, provocando así que varios medios revisasen sus políticas éticas intentando que eso no se volviese a repetir.
Consciente del problema y la pérdida de confianza que esto podría generar, Zoe Quinn acuña el término GameEthics para seguir discutiendo sobre la ética periodística desde una óptica alejada del término Gamergate, que llegados a ese punto se había convertido en un claro reflejo de esa segunda vía previamente comentada.
Las reacciones
Durante el proceso una serie de energúmenos abordan plataformas como Twitter, 4chan o Reddit para cargar contra el papel de la mujer en el mundo del videojuego y figuras como Phil Fish, desarrollador de 'FEZ', Anita Sarkessian, cabeza del proyecto Tropes vs Women in Video Games, destinado a criticar la figura de la mujer como estereotipo en los juegos, o Brianna Wu, desarrolladora indie entran al combate para criticar el giro sexista de Gamergate.
La respuesta por parte de esa gente acaba siendo más amenazas, hackeo de cuentas o incluso avisos de ataques como el que usaron para impedir que Sarkessian diese una conferencia en la Universidad de Utah. Al parecer las leyes de Utah no impedían que la policía impidiese la entrada a la conferencia a gente armada, así que Anita Sarkessian decide cancelarla para evitar un posible mal mayor.
El futuro del caso Gamergate
El debate sobre la ética del periodismo en el sector sigue abierto, pero también lo están las continuas amenazas escudadas tras el anonimato de internet. Por suerte los organismos policiales ya están sobre la pista de estos continuos ataques y tras caer el primer cobarde el resto volverán a sus cuevas, al menos por una temporada.
Confiemos en que todo esto nos sirva para que el sector madure de una vez por todas y la comunidad aprenda a discernir entre sus opiniones personales y la verdad absoluta. Al final del día, cuando nos sentamos frente a una pantalla con el pad entre las manos, todos: desarrolladores, jugadores y prensa, deseamos exactamente lo mismo, que esta industria siga creciendo de la forma más saludable posible para poder disfrutarla.
Ver 43 comentarios