Desde hace unos días le estoy dando vueltas a lo que significa eso de ser gamer y cómo encajo yo ahí dentro. Hasta ahora no le había dado demasiada importancia. Llevo jugando a todo tipo de máquinas desde hace unos treinta años. He crecido junto a una Vectrex, un MSX, algunas Game & Watch, la NES, la SNES, los salones recreativos, las nuevas consolas, las no tan nuevas... y nunca me había planteado si eso significaba formar parte de la comunidad gamer, ni siquiera después de casi 10 años escribiendo sobre videojuegos aquí, en VidaExtra.
Lamentablemente creo que sí. Juego de forma habitual, disfruto con ello, me gano la vida escribiendo sobre videojuegos. El problema es que no me siento identificado con la comunidad gamer. No después de todo lo que está sucediendo. No después de ver cómo una parte de esta comunidad cree tener la autoridad para linchar, machacar y acosar de forma cruel a otras personas (desarrolladores, críticos, no importa) simplemente por opinar distinto o señalar sin tapujos los problemas que tiene esta industria. Si esa actitud es parte del ADN de la comunidad gamer, lo siento, no quiero formar parte de ella.
El caso de Anita Sarkeesian
La última víctima del acoso y las amenazas por parte de la comunidad gamer es Anita Sarkeesian, la creadora de la webserie Feminist Frequency en la que se encarga de explorar el papel de la mujer en la narrativa de la cultura popular. En sus últimos vídeos repasa un buen número de videojuegos en los que la figura de la mujer es tratada como un mero objeto sexualizado en forma de personaje no jugable insignificante.
Sarkeesian señala sin ningún tipo de reparo la imagen que estos juegos están dando sobre el papel de la mujer en la narrativa de los videojuegos, algo que al parecer no ha sido del agrado de muchos jugadores. Imagino que algunos fanboys son incapaces de soportar que alguien subraye este tipo de representaciones en sus juegos favoritos. O quizás simplemente sienten que los videojuegos en su conjunto están siendo atacados, lo cual por extensión significa que ellos mismos están siendo atacados de forma personal, y deben defenderlos a ultranza incluso si para ello tienen que amenazar y linchar. Sarkeesian se vio obligada ayer a llamar a la policía y a pasar la noche en casa de unos amigos a raíz de una serie de amenazas de muerte:
Some very scary threats have just been made against me and my family. Contacting authorities now.
— Feminist Frequency (@femfreq) agosto 27, 2014
I’m safe. Authorities have been notified. Staying with friends tonight. I’m not giving up. But this harassment of women in tech must stop!
— Feminist Frequency (@femfreq) agosto 27, 2014
Esta ha sido la última de ellas, pero no es la primera vez que Sarkeesian es acosada. Lleva años recibiendo amenazas de todo tipo, ataques DDoS en su página, intentos de distribución de información personal, etc. por exponer una opinión fuerte sobre el sexismo en los videojuegos.
Zoe Quinn también es linchada
Zoe Quinn es la creadora de ‘Depression Quest’, un juego en el que podemos encontrar una representación interactiva del trastorno depresivo con un objetivo claro: intentar ofrecer algunas de las claves de lo que sucede cuando alguien sufre depresión, algo que puede ser muy útil tanto para los que la padecen como para los que no.
Zoe Quinn también ha sido la víctima de una repugnante campaña de acoso relacionada de alguna forma con el juego que fue iniciada por su propio ex-novio y amplificada por esa parte de la comunidad gamer tan proclive a creerse superior y linchar a quien considere oportuno.
Según el ex-novio, Quinn había mantenido relaciones sexuales con periodistas del sector para obtener críticas favorables de su juego (sea o no verdad, no nos incumbe). No contento con ello, decidió también distribuir fotos y vídeos personales de Quinn. Lo que se disfraza como un intento de revelar la corrupción imperante en la prensa de videojuegos no es más que una venganza por un tema personal que no tiene por qué importarle a nadie y que al final ha derivado en otro caso de acoso y linchamiento.
La idea de que toda la prensa de videojuegos sin excepción está corrupta es muy golosa y los de siempre aprovechan para arremeter con todo a la mínima oportunidad. Todo vale para aquellos que se sienten fuertes bajo el anonimato: material personal y privado distribuido sin miramientos, hackeos de cuentas, amenazas, llamadas obscenas a familiares...
Phil Fish se retira
He defendido a Phil Fish en varias ocasiones aquí, en VidaExtra. También en conversaciones con mis compañeros de equipo. Defiendo su papel como desarrollador y me entristece cuando leo cosas como que tuvo suerte con ‘Fez’, como si él se hubiera estado rascando los huevos todo el tiempo, y que se volvió un gilipollas engreído debido a la fama. 'Fez’ es un juego magnífico que merece todo lo bueno que le ha pasado. Y su creador tiene la boca muy grande, pero a diferencia de todos los que creen que debe dedicarse a otra cosa por ser tan bocazas, yo prefiero que siga haciendo juegos.
En esta ocasión ha ganado ese grupo tan selecto y exquisito de jugadores que poseen la verdad absoluta y el derecho para imponer su opinión por la fuerza parapetados tras un teclado mientras alguien les prepara la cena. Fish se ha retirado en varias ocasiones, pero lo de la semana pasada fue demasiado y esta parece la definitiva.
La horda de jugadores enfurecidos arremetió con fuerza contra él por haber defendido a Zoe Quinn hasta el punto de llegar a hackear tanto la web oficial como la cuenta de Twitter de Polytron. No sólo eso: algún descerebrado decidió que sería buena idea distribuir en la red documentos privados del estudio como nóminas y contratos, así como el código fuente de ‘Fez’. Fish acabó asegurando que ponía a la venta tanto Polytron como ‘Fez’ y que, esta vez sí, dice adiós a los videojuegos.
Ataque DDoS a la PSN y otros servidores
Además de todos esos ataques, linchamientos, amenazas y acosos personales, un grupo llamado Lizard Squad decidió atacar el pasado fin de semana los servidores de Sony, Microsoft, Blizzard y otras compañías con el objetivo de hacerlos caer.
El ataque DDoS sufrido por la PSN de Sony fue el de mayor impacto. El servicio estuvo offline durante prácticamente todo un día y los atacantes, felices, celebraban no sé muy bien qué. En este caso la acción fue más allá de un simple “vamos a demostrar, por vuestro bien, que tenéis un sistema horrible tumbándolo con fuerza bruta” y avisaron de un posible artefacto explosivo en el avión de American Airlines donde viajaba John Smedley, presidente de Sony Entertainment Online. El FBI tuvo que tomar cartas en el asunto y el vuelo fue desviado como medida de emergencia.
¿Qué está pasando con la comunidad de jugadores?
Todos estos casos se han dado durante los últimos días, pero hace tiempo que huele a podrido dentro de la comunidad gamer. Hay gente que disfruta de los juegos, que sabe debatir exponiendo su opinión de forma respetuosa, que vive los videojuegos de forma intensa sin tener que recurrir al menosprecio, al acoso, a las amenazas, pero es evidente que tenemos un problema muy gordo que no puede ser obviado.
Bajo la excusa de la libertad de expresión, gran parte de la comunidad gamer le hace la vida imposible a otras personas simplemente por no compartir su misma opinión. Esa gente nos está dando una imagen nefasta al resto. Yo no quiero ser gamer, no quiero que se me relacione con los que insultan, acosan y atacan.
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