Hace un par de días mi compañero Jarkendia escribió un post llamado Del formato digital al físico, un paso necesario y yo me he empeñado en llevarle la contraria un poco. No mucho, ya digo, sólo un poco. Lo justo. Porque a mí eso de “necesario” me suena a viaje en el tiempo. Y no precisamente al futuro.
Dice Jarkendia que los tiempos están cambiando y que hay que saber adaptarse, que lo que se lleva es el formato digital, como si fuera una moda, y hace referencia a “la reticencia de los que amamos el formato físico”. A mi entender el paso del formato físico al digital no es una moda, no se lleva: es lo que toca, es la evolución. Hubo un tiempo en que escuchaba música en formato cassette y me gustaba ir a la tienda a por la última cinta de tal o cual grupo, pero por mucho cariño que yo le tuviera a estas cintas el CD acabó con ellas. Más tarde llegaría el mp3. Y no pasó nada malo. Al contrario: estos nuevos formatos venían con un buen puñado de ventajas bajo el brazo.
Si lo aplicamos a los videojuegos está claro que todavía hay gente que le da mucha importancia al objeto físico, al disco con su caja, su portada y su libreto de instrucciones. Un libreto que nadie se lee a estas alturas pero que al parecer tiene un olor tan irresistible que, según muchos seres dominados por la nostalgia más absoluta, debemos olvidarnos de seguir hacia adelante y buscar nuevos modelos de negocio y formas de distribución. Porque el aroma que desprenden esas páginas no debe desaparecer bajo ningún concepto y, por lo tanto, el formato digital, despojado de todo papel del que huele bien, es el demonio.
El formato físico todavía pesa demasiado
Todavía pesa demasiado lo físico en la mente de muchos, el poder ir a una tienda y salir con un objeto entre las manos, el tener esa sensación de “he pagado por algo que puedo tocar, por algo que me puedo llevar a casa y ponerlo en la estantería, por algo que puedo ver, oler, manipular”. El materialismo, la imposibilidad para algunos de separar lo que ofrece aquello que hemos comprado del envoltorio que lo contiene. Una pregunta a los defensores a ultranza del formato físico: ¿os gusta pagar 70 euros por un juego de Xbox 360 o PS3? No oigo más que quejas sobre el precio de los juegos, pero esos mismos siguen defendiendo el formato físico cuando sabemos que el mismo producto en formato digital puede llegar a costarnos la mitad o menos de la mitad.
Es el miedo lo que os tiene el cerebro secuestrado a aquellos que seguís defendiendo el formato físico por encima de todo lo demás. El miedo a no poder palpar con las manos aquello por lo que habéis pagado, a no poder almacenarlo (y que pille espacio y polvo), a que desaparezca y no sepáis recuperarlo. Porque Steam, por ejemplo, no necesita oler bien para ser una referencia en cuanto a modelo de negocio basado en videojuegos en formato digital.
He hablado de videojuegos en formato físico y en formato descarga digital, pero quedaría un tercer gran formato a tener en cuenta: los videojuegos en la nube. Ni DVD, ni Blu-Ray, ni descarga, ni nada: un servidor que aloja una cantidad brutal de videojuegos y un terminal (que puede ser todo lo tonto,complejo, feo o bonito que queráis) con el que accedemos a ellos cuando queremos jugar. Ya hay sistemas como OnLive o Gaikai que van por aquí, pero no quiero centrarme en ninguno de ellos en particular, sino más bien sobre el concepto que hay detrás.
Pagar por el entretenimiento y no por el objeto que lo contiene
Pensad en el cine, en las salas de cine. Cuando vamos a ver una película pagamos una cantidad de euros, la que sea, por poder entrar a ver la película, no por la película en sí. Pagamos por un tiempo de entretenimiento, no por un producto físico. Cuando la película acaba nos vamos a casa y tan contentos. Por otro lado, ¿qué es lo que hace Spotify con la música? ¿O servicios como Netflix o Filmin con el cine y las series? Tienen establecidas una serie de tarifas planas que nos permiten acceder de forma ilimitada a todos los discos, películas o series que queramos cuando queramos. Pagamos por acceder a estas formas de entretenimiento, no por productos físicos (escuchar todos los discos que nos dé la gana por 5 euros al mes me parece sencillamente brutal).
Llegado a este punto necesito retomar de nuevo el punto de partida: ¿es necesario el paso de lo digital a lo físico como dice mi compañero Jarkendia? Pues no, sigo sin ver la necesidad. Otra cosa es que podamos tener en cuenta diversos factores que hagan que un producto, de forma puntual, acabe dando el salto del formato digital al físico, pero siempre como un añadido, como una opción más, nunca como una necesidad. El formato digital no debe necesitar al físico de ninguna manera.
Lo que sí veo necesario, en cambio, es el paso de lo físico a lo digital. Creo que debemos empezar a asumir que el formato digital es capaz de ofrecer mucho más de lo que ofrece el físico y a mejor precio. Una tarifa plana de 60 o de 120 euros al año que nos dé acceso ilimitado a todos los videojuegos que queramos, por poner un ejemplo, resulta más atractivo que pagar 120 euros por dos juegos en formato físico se mire por donde se mire. Lo digital no huele igual, pero tampoco ocupa espacio, ni se ensucia, ni te lo pierde ese colega tan despistado que, casualmente, parece un agujero negro para los mejores juegos de tu colección.
PD: si alguien se siente tentado a decirme algo del tipo “¿y qué pasará cuando el servicio que aloja los juegos falle o deje de funcionar?” que no se moleste: también puede incendiarse su casa y perder los juegos físicos. Puestos a ser tremendistas y a ver sólo los problemas, esto es lo que hay.
En VidaExtra | Del formato digital al físico, un paso necesario
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