No sé cuántos de vosotros estábais igual, pero yo ayer me subía por las paredes de emoción. Poco me importaba lo free to play, la falta de titanes o que el nombre no llevase la coletilla de Titanfall. Era lo nuevo de Respawn y, si algo me habían dado estos últimos años, eran los FPS más divertidos y adictivos que habían pasado por mis manos.
El recuerdo de Titanfall y su secuela eran razones más que suficientes para que la idea de Apex Legends me entrase por el gaznate sin tener que beber agua para pasar el trago. Finalmente mostró sus cartas con algunos vídeos, pude jugarlo solo, luego en gran compañía y, finalmente, lloré. No de alegría.
Apex Legends es un gran Battle Royale
Sobre el papel el movimiento es brutal, incluso por muy mal de la cabeza que nos parezca que está EA. A escasos días de lanzar uno de sus juegos más importantes del año, presenta un free to play que podría conseguir que muchos usuarios potenciales acaben enganchados a Apex Legends olvidándose de Anthem.
Y no culparía a esos jugadores. Apex Legends es uno de esos monstruos de Frankenstein formados a base de piezas muy sólidas con experiencia demostrada en la industria. Los héroes de Overwatch, cada uno con una personalidad y habilidades, las lootboxes con contenido estético del mismo juego, el sistema de casco y armadura de PUBG (por no contar el género Battle Royale en sí mismo), el pase de temporada de Fortnite y, afortunadamente, el gunfeel de Titanfall.
Un juego que además se preocupa de ofrecer nuevas ideas a un género que siempre pretende no salirse demasiado de la línea establecida: la comodidad de saltar a la acción de forma inmediata, la búsqueda de cooperación en equipo aunque no seas de los que hablan por el micro, subir una cuerda y poder volar hacia cualquier otro punto del mapa, el riesgo recompensa de poder salvar a tus compañeros, una verticalidad marcada por el escenario o la idea de generar distintos puntos calientes en cada partida con la entrega de zonas con mejores armas.
Muy buenas intenciones que suman, y mucho, a lo que todos ya habíamos probado en anteriores ocasiones en otros juegos "similares". Una experiencia frenética y divertidísima que da para no pocas alegrías. Bien pensada y ejecutada. Notable en lo técnico y sólida en lo jugable. Y como colofón, con un lanzamiento de los envidiables: esto es lo que hemos hecho y aquí puedes jugarlo.
Apex Legends no es Titanfall
Pero por muy buenas sensaciones que pueda transmitir, hay una espina que se clava durante los primeros minutos y que conforme pasan las horas sigue hundiéndose más y más. Probablemente hasta que alcance el globo y lo haga explotar. Apex Legends no es Titanfall. De hecho está a kilómetros de ser igual de bueno, novedoso y divertido.
El primer varapalo fue intentar correr hacia una pared y comprobar que allí no había wallrun ni nada que se le pareciese. Tampoco jetpack que permita el doble salto y, sin ambos, cualquier atisbo del flow que te hacía pasear de una punta del mapa a otra a gran velocidad y sin tocar el suelo, escalando edificios enteros y atravesando ventanas huecas que ahora casi siempre son impenetrables.
Puede que haya sido el miedo al rechazo que otros han provocado intentando hacer medianamente bien lo que Titanfall hacía excelente. Puede que detrás esté la idea de hacer el juego más asequible para nuevos jugadores. Excusas baratas, todas ellas, que le hacen perder gran parte de la personalidad que tenían los anteriores títulos de Respawn.
La falta de titanes puede importar también, claro, pero ni de lejos tanto como el hecho de que ese monstruo de Frankenstein que comentábamos antes sólo mantenga las armas y su sensación al disparar. El resto son prendas prestadas que lo acercan a otra cosa, una que ni queríamos, ni necesitábamos, ni cuenta con la fuerza y personalidad de quienes Apex Legends copia.
Y alcanzado ese punto es imposible hundirte un poco en la pena. Porque por mucho que puedas llegar a disfrutar de Apex Legends, siempre será otra cosa. Un experimento que marca con un "hecho" todo lo que desde EA consideran que debe tener hoy en día un videojuego. Una lista de quehaceres que aparentemente lo tiene todo para triunfar menos lo que muchos habríamos deseado: que sea Titanfall 3.
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