Si bien la compra de Activision por parte de Microsoft ha puesto patas arriba la industria, la compañía dirigida por Bobby Kotick todavía tiene asuntos que atender en sus títulos. Los caballos de batalla más importantes provienen de la franquicia de Call of Duty, que ahora mismo posee tres videojuegos en funcionamiento.
Con sinergias y elementos compartidos, Vanguard, Warzone y Modern Warfare estructuran su vida a través de temporadas repletas de contenido. Ahora, la temporada dos ha sido retrasada por parte de la compañía y los motivos provienen de las dificultades que están atravesando el trío de obras.
"Hemos implementado una serie de actualizaciones, pero hay que hacer más", explican desde el equipo de desarrollo. La fecha inicial para la llegada de esta segunda temporada era el 2 de febrero, que ahora verá la luz el día 14 del mismo mes. Warzone y Vanguard son los principales afectados, aunque aseguran que todo este tiempo será invertido con un propósito de mejora.
"Utilizaremos este tiempo de desarrollo adicional para ofrecer actualizaciones, incluidas optimizaciones del juego, el equilibrio de las partidas (incluido equipamiento y armas), para corregir la estabilidad y los errores del juego, y para garantizar un nivel general de pulido para mejorar la experiencia."
Los cinco sistemas en los que podemos jugar a los juegos recibirán estos parches, corrigiendo numerosos errores. El pasado día 13 de enero ya hubo una disculpa por parte de Activision al respecto de cuál es el estado de los títulos actualmente. En este sentido el compromiso del equipo de Call of Duty aumentará, ya que "se publicarán comunicaciones más detalladas y con más frecuencia".
Uno de los motivos que explica el mal estado actual es que Raven Software sufre una huelga desde hace semanas. Varios empleados relacionados con el testeo han sido despedidos y parte del personal se ha opuesto frontalmente no acudiendo a sus puestos de trabajo.
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