Hablar de Steve Ballmer es hablar de palabras mayores. Sí, es un personaje que ha dado muchísimas alegrías a la prensa amarilla y sí, es uno de esos ejecutivos agresivos que de vez en cuando ladra además de hablar. Cuando no le da por bailar, claro. Pero dejando de lado esa parte pública y más o menos desquiciada que todos tenemos, no podemos negar que nos encontramos ante uno de los pilares más influyentes del mundo informático. Uno de los padres de lo que a día de hoy tenemos y que pese a no ser un visionario como Jobs o Gates, ha estado ahí, infranqueable y dándolo todo por y para Microsoft. Evidentemente un % de la historia de la informática lleva su nombre, eso nadie lo puede negar.
Por eso, cuando se dijo que Microsoft España había conseguido traer a Steve Ballmer para dar una conferencia en la primera edición del Gamefest todos alucinamos. Steve Ballmer venía a presentar a Kinect, un producto que por otra parte no necesita presentación ya que todos conocemos de sobra, y con su presencia multiplicaba por diez la repercusión del festival español de videojuegos que pretende ser el E3 del sur de Europa. Un gran festival necesita de grandes nombres y Ballmer es de los más grandes.
Una entrada a parte, aforo limitado, acceso preferente a medios, cámaras de televisión por doquier, cientos de personas esperando para llenar el anfiteatro en donde Ballmer iba a realizar su esperada charla y casi una hora de espera interminable sin aire acondicionado. Aquello sin duda tenía que merecer la pena.
Pero si algo destaca en el aguerrido presidente ejecutivo de Microsoft es su carácter. Un carácter que le ha hecho ser vehemente en algunas conferencias, perder los estribos en otras y ser protagonista de cientos de vídeos en YouTube. Sí, pero es que Ballmer es así y punto. Al igual que Molyneux alucina con sus juegos o Kojima se cree la estrella invitada de un CSI. Son así y así los queremos, supongo.
Por eso cuando cansado después de un duro día de reuniones y viajes relámpago el señor Ballmer tuvo que salir al escenario para dar su conferencia, los astros se debieron alinear para recordarle que con diez minutos bastaba para su público español.
Desconozco si en Microsoft España sabían lo que iba a pasar y, en cualquier caso, nada se les puede achacar a ellos que demasiado hicieron trayéndolo a un evento que, hasta ahora, era una incógnita.
Ballmer entró, saludó, se mostró contento de estar ante nosotros y explicó que Kinect era la culminación de una visión que tuvo Bill Gates hace un montón de años. Dio paso a una demostración en vivo realizada por un empleado de Microsoft y una deportista que intentaron, sin éxito, competir contra la máquina en un juego playero y una vez acabada se despidió de todos. En total no llegó a 10 minutos, no hubieron anuncios explosivos, anécdotas divertidas o ni tan siquiera algo que destacar. Llegó, vio el percal y desapareció. Así son algunos de estos ejecutivos.
Si el objetivo de Microsoft era conseguir ser la reina del evento, lo consiguieron. Nadie más puede competir con el ruido mediático que despierta la visita de un personaje así en un evento como este. Imaginad esta pequeña metáfora. Pensad en la hipotética 1a Edición del Festival Internacional de música Pop de Matalascañas, y pensad que una discográfica consigue traer a la mismísima Madonna para que cante dos canciones y salude a los fans.
Matalascañas, el festival, la discográfica, Madonna y sus canciones salen al día siguiente en todas las portadas de periódicos, blogs y televisiones nacionales. ¿Hubiese estado mejor un concierto entero? Sí, pero es que aquello era la 1a Edición del Festival Internacional de música Pop de Matalascañas y no el FIB o el Summercase.
Si el objetivo era que Kinect apareciese en todos los medios posibles, también conseguido. Si querían que todo el mundo pudiese probar Kinect, conseguido gracias al stand que se montaron. Si lo que querían era una conferencia con contenido, sorpresas y que dejase a todos contentos lamentablemente no.
10 minutos que supieron a una broma pesada. 10 minutos que han dado la vuelta a todas las televisiones nacionales sin merecerlo. 10 minutos de Steve Ballmer al que, seguramente, no volvamos a ver en la vida. 10 minutos en los que quedó claro una cosa, si cualquiera de los de Microsoft España hubiese salido a dar una conferencia sobre Kinect, sus posibilidades, los planes de la compañía o sobre el futuro del sector, todos los presentes habríamos quedado mucho más satisfechos pero el festival no hubiese adquirido ese relumbrón mediático.
De cara al del año que viene, por favor, traed a alguien que realmente quiera venir, que tenga cosas que decir, que nos convenza o que no lo haga pero que no nos deje con la sensación de haber sido engañados.
Buena nota a Microsoft España por intentarlo, un 0 al señor Ballmer por no hacerlo. Qué lástima.
Gracias a Josep Valls por las fotos, de nuevo.
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