El mundo está muy mal. Es la única explicación que le encuentra a según que aficiones. El otro día veía por la tele un hombre que tenía en su cuerpo cientos de tatuajes, bolas metidas en los brazos, escarcificaciones en la espalda y además se pasaba las tardes colgándose de la rama de un árbol mediante piercings con unos amigos.
Es el punto en el que la afición se convierte en fanatismo y, como nos ha demostrado la historia en multitud de ocasiones, los extremos nunca son buenos.
Imagínate entonces cuando se unen dos aficiones tan dispares como ser jugador habitual de la franquicia ‘Pokemon’ y los tatuajes. Debo reconocer que hay algunos que no son demasiado feos pero ¿en qué estaban pensando? ¿os imagináis a la abuela hardcore con un tatuaje de Pikachu en la nalga?
Vía | IGN
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