El titular puede sonar exagerado (o no), pero el realismo en los videojuegos no existe ni existirá nunca. El realismo total es totalmente imposible de conseguir. Ya lo he dicho. Y hablo de videojuegos, no de experimentos tipo 'Home', 'Second Life' y demás, donde, dicho sea de paso, tampoco podremos ver una verdadera realidad alternativa por mucho que nos empeñemos.
Siempre estamos hablando de que si este juego tiene unos efectos de agua muy realistas o que aquel otro muestra unas expresiones faciales que son la repera o unos árboles tan bien paridos que podrían ser los del parque de al lado, etc. Normalmente cuando nos referimos al realismo en los videojuegos estamos pensando principalmente en su apartado gráfico. Luego vienen otros aspectos técnicos: animaciones, físicas, etc.
Todo muy bonito, sí, pero limitado. Entra por los ojos y por los oídos, porque en el apartado audio también se busca la mayor calidad posible, pero hay muchas más cosas que simplemente no están presentes ni lo estarán. Por una sencilla razón: saldrían títulos total y absolutamente injugables.
Al igual que en las películas, los protagonistas de los videojuegos solamente nos muestran una pequeña parte de sus vidas: disparan, corren y vuelan edificios por los aires, conducen la mar de bien, tienen que llevar a cabo misiones arriesgadas, etc. ¿Pero qué hay de las actividades más cotidianas? ¿Qué hay de las necesidades más básicas de todo ser humano? Vamos a ver tres ejemplos:
1. Los personajes de los videojuegos no comen
Salvo en los casos en los que hay que ingerir obligatoriamente alguna pieza alimenticia para recuperar salud, nuestros personajes favoritos pueden pasar horas encerrados en templos malditos o sueltos en inmensas ciudades sin probar bocado. Dando saltos, escalando paredes, pegando tiros a diestro y siniestro y corriendo como posesos. Todo durante el tiempo que haga falta y sin sentarse a la mesa.
Pasan los días y nada, nunca vemos al prota de turno haciéndose unos macarrones a la carbonara o pidiéndose un bocata en algún puesto de mala muerte.
2. Los personajes de los videojuegos no descansan Como en el apartado anterior aquí también hay excepciones, ya que en algunos juegos tendemos que descansar o dormir para guardar la partida. Pero esto también atenta contra el ritmo biológico natural, ya que podemos decidir que nuestro personaje se ponga a planchar la oreja cuantas veces queramos. Con trampa incluida (nos hacen creer que ha pasado toda una noche, pero es mentira).
En el resto de casos, ¿es que no se cansan? Pueden estar días llevando a cabo sus quehaceres, pero nada de acercarse a una cama. ¿Para qué? Siempre despiertos, siempre alerta, nada de cerrar los párpados y reposar un poco cuerpo y mente.
3. Los personajes de los videojuegos no van al baño Pero ni para una cosa ni para la otra. Y para los más puntillosos volveré a insistir en que hay excepciones y en algún que otro título nos harán creer que han ido al baño, pero por lo general nunca sienten esta necesidad. Es inexplicable, ¿cómo puede alguien ponerse a explorar una galaxia entera sin ir a cambiarle el agua a las olivas?
Resumiendo: que si alguna vez un personaje de videojuego lleva a cabo alguna de estas acciones no es por necesidad, es por hacer la gracia. Y estas necesidades junto a muchas otras, por mucho que nos empeñemos, nunca estarán presentes en un videojuego a no ser que los desarrolladores pretendan que nos aburramos como ostras y acabemos quemando el juego en una hoguera.
Tras toda esta sarta de tonterías (siento haber decepcionado a los que hayan creído que este post iba en serio) podemos llegar a la conclusión, o debería más bien decir a la obviedad a la que hacía referencia al principio: el realismo en los videojuegos no existe. Y no queremos que exista.
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