Acabas de dar por liquidados a unos cuantos enemigos, tu personaje está a punto de subir de nivel y, gracias a ello, ya casi tienes lo necesario para poder dominar esa habilidad que estabas deseando poder usar. Te lanzas a la búsqueda de otro esbirro infeliz al que pasar por el filo de tu espada cuando, de pronto, algo llama tu atención y hace que detengas en seco el avance del héroe.
Ante ti se despliega una visión que bien podría haber hecho temblar de placer al mismísimo Stendhal, pero a pesar del miedo a caerte, tú no estás en Florencia. Lo que hasta ahora habían sido polígonos y texturas, se revela como un escenario único, fantástico, desbordante. Y todo lo que tú puedes hacer es girar la cámara con el stick del mando y mantener los ojos abiertos como platos empapándote de cada detalle.
Ese mundo virtual que se abre ante ti, lógicamente, tuvo origen en la mente de algún diseñador que, desde su estudio en las oficinas de alguna compañía desarrolladora, puso su arte al servicio del título que ahora estás disfrutando. Sin llegar a escribir una línea de código, un ilustrador puede y debe ser pieza clave en la concepción de un videojuego.
Incontables son los maestros que han aportado su buen hacer a tantísimos proyectos que hemos acabado disfrutando en nuestras casas, pero me vais a permitir que hoy me detenga en la obra de cuatro ilustradores japoneses que, en mi opinión, representan como nadie el peso de este arte en el desarrollo de un juego. Conocerlos a ellos y a su obra es fundamental para comprender muchas de las mejores sagas que han salido a la luz a lo largo de los años.
Yoshitaka Amano, más allá de la fantasía
Allá por el año 1987, Yoshitaka Amano contaba ya con una notable reputación como ilustrador tanto en obras estáticas como animadas de la talla de Speed Racer, Gatchaman o Vampire Hunter D. Por otro lado, Square no era más que un estudio recién formado cuyos miembros difícilmente podían imaginar los éxitos que aún tenían por delante.
No obstante, mientras estaba enfrascado en la creación del primer Final Fantasy, Hironobu Sakaguchi aún no conocía la obra de Amano y por ello declinó en un primer momento su fichaje cuando fue sugerido por su compañero Koichi Ishii. Ironías de la vida, un tiempo después Sakaguchi se encontró con unos dibujos que le encantaron y los llevó a Ishii asegurando que ese estilo era lo que él buscaba para su proyecto; dichas ilustraciones resultaron ser de Amano, así que podéis imaginar el resto de la historia.
Ahí comenzó una prolífica asociación que le llevó a ser el principal responsable de diseño gráfico y de personajes en las seis primeras entregas de la saga, rol que se vio reducido a partir del mítico Final Fantasy VII. No obstante, su nombre ha seguido ligado a la saga en mayor o menor medida desde entonces como autor de sus icónicos logos, ilustrador de materiales promocionales y del artwork de muchos de sus personajes.
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Su listado de trabajos destacados en el mundo del videojuego, casi siempre al servicio de lo que ahora es Square Enix, se extiende a sagas como Front Mission, Lord of Vermilion o Legend of Kartia. Entre sus aportaciones más recientes está Child of Light, la preciosista obra de Ubisoft que tanto está dando que hablar.
Todos estos proyectos se han visto marcados por un estilo tan particular de entender la ilustración, combinando trabajos extraordinariamente detallados con acabados que podrían parecer ásperos a simple vista, pero que destilan un tacto único cuando se analizan detenidamente. Como nota al margen, os recomiendo la bellísima novela ilustrada The Dream Hunters que preparó para Neil Gaiman como parte de su imprescindible obra Sandman.
Yoji Shinkawa, arte de metal y brocha
Cuando uno piensa en la saga Metal Gear Solid y en el proceso creativo detrás de la misma, es inevitable que el primer nombre que nos venga a la cabeza sea el de Hideo Kojima como principal responsable de la misma. No obstante, sería muy injusto negar a Yoji Shinkawa el importante peso que tiene en su distintiva esencia estética.
Tras unirse a Konami como desarrollador en 1994 para colaborar en la creación de Policenauts, sus dotes artísticas pronto le hicieron destacar lo suficiente como para tomar la responsabilidad del diseño de personajes de la franquicia protagonizada por la "familia" Snake. Observar con detenimiento cualquiera de sus carátulas es prueba suficiente del innegable talento que atesora.
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El siguiente paso lógico para él fue seguir ganando peso dentro de Konami hasta ser el principal encargado artístico de otra saga de fuerte identidad visual como Zone of the Enders. Estos espectaculares mechas que todos guardamos en nuestra memoria, incluso quienes nunca han tenido contacto jugable con cualquiera de sus entregas, son otro ejemplo perfecto de la mano que tiene este hombre.
Viendo muchas de sus obras podría parecer que están a medio terminar, pero obviamente ese acabado tan característico forma parte de la esencia de Shinkawa, muy dado a utilizar brochas y pinceles para llevar su trabajo a unos extremos visuales que son sencillamente inconfundibles.
Obligado resulta en este momento recuperar este vídeo donde le podemos ver realizando una demostración en vivo de cómo es capaz de poner en práctica su creatividad. En cuestión de minutos consigue sacarse de la manga una maravilla que cualquiera de nosotros mataría por poder tener colgada en las paredes de nuestra casa.
Akira Toriyama, el dragón del pincel
No son los videojuegos el terreno que más ha ayudado a propagar la gigantesca fama de Akira Toriyama, quien obviamente es mucho más conocido por mangas que forman parte de nuestra vida como Dragon Ball o Dr. Slump. No obstante, su aportación al ocio electrónico es tan destacada como la que más.
Sus reconocibles diseños han dado razón de ser al universo visual de toda una señora franquicia como Dragon Quest, ayudándola a diferenciarse de otras series roleras con ese carismático estilo para crear personajes que muchos han imitado pero nadie ha igualado. Desde la primera entrega, lanzada allá por 1986, ha colaborado estrechamente con Yuji Horii para hacer realidad cada una de sus iteraciones.
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A pesar de esta fuerte alianza con la que todavía era una Enix independiente, Toriyama no tuvo reparos en colaborar con la competencia directa y fruto de ello nació ese mágico Chrono Trigger en el que también se vieron involucrados Horii y Sakaguchi. Juntos encabezaron lo que en aquel entonces Square denominó como un dream team como pocas veces se han vuelto a ver.
Más recientemente, Toriyama volvió a asociarse con Sakaguchi, ya establecido por libre en Mistwalker, para hacer realidad Blue Dragon. Como de costumbre, también aquí podríamos reconocer a un kilómetro de distancia ese toque tan especial del maestro de Nagoya. De esta saga surgió, dicho sea de paso, el último trabajo de animación que ha creado hasta la fecha.
Akihiko Yoshida, belleza sobre todas las cosas
Si alguna vez has sentido que podrías perder la noción del tiempo contemplando una obra de Akihiko Yoshida, tranquilo, no estás solo. Y si estarías dispuesto a vender tu alma al mejor postor a cambio de tener una décima parte del talento que él tiene, una vez más te digo, no eres el único.
Una prueba más del buen ojo que ha tenido siempre Square para fichar ilustradores de talento incomparable, es junto a Amano uno de los grandes responsables del rico universo visual de la saga Final Fantasy, para la cual se estrenó con Final Fantasy Tactics en 1997. Su peso como diseñador en esta franquicia ha sido capital desde la decimosegunda entrega.
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Pero antes de eso, Yoshida firmó los fondos y la concepción de personajes en maravillas como Vagrant Story y Tactics Ogre. Aplicando diferentes estilos y técnicas a lo largo de los años, pero conservando siempre una impronta muy clara y personal, cualquier proyecto que cuente con él gozará siempre de un plus de calidad visual que bien podría ser excusa suficiente para realizar la compra.
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