Ya podemos acudir a la sala de cine para meternos en vena una buena dosis de Furiosa, la nueva entrega de la saga apocalíptica de George Miller. El director australiano ha creado una serie de culto a lo largo de las décadas, pero lo cierto es que los comienzos no fueron nada sencillos. Y es que la primera cinta de Mad Max en 1979 apenas contó con un presupuesto de 400.000 dólares.
El proyecto independiente no las tenía todas consigo para triunfar, pero lo cierto es que se convirtió en un éxito mundial que catapultó a la fama tanto a Miller como al legendario Mel Gibson. El rodaje se realizó en 14 semanas en lugar de las 10 programadas y tuvieron que rehacerse algunas escenas debido a complicaciones con las coreografías. Todo ello sin ningún tipo de permiso que les autorizase a grabar el proyecto.
Tanto es así que el equipo evitó el uso de la radio para comunicarse, ya que las transmisiones podían ser interceptadas por la policía local. El nivel de precariedad fue tal, que Miller se vio obligado a pagar a algunos extras con latas de cervezas, ya que el efectivo estaba muy ajustado a las necesidades del guión. Por ejemplo, un pandilla de motociclistas llamada The Vigilantes fueron recompensados por su participación con alcohol, mientras que a un camionero que prestó su vehículo se le entregaron 50 dólares y una caja de 24 cervezas.
Muchos miembros de Mad Max aceptaron esas condiciones absolutamente extravagantes y la jugada le salió redonda a Miller. La producción se convirtió durante 20 años en la más rentable de la historia del cine, pero finalmente en 1999 fue superada por El proyecto de la Bruja de Blair.
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