A la cuarta fase del Universo Cinematográfico de Marvel le sobraron muchas cosas. En eso estamos todos de acuerdo. Se introdujeron toneladas de personajes y subtramas y hasta se experimentó con cada producción de manera individual. Y eso no es malo. Pero, en el proceso, se han abierto muchos cajones y no se ha sacado nada o muy, muy poquito de ellos. Algo que, quieras que no, le pasa factura a todo lo demás, incluyendo aquello que está por venir. Llegados a este punto va siendo hora de sacar a los Cuatro Fantásticos.
¿Por qué el primer equipo de Super Heroes de Marvel y no los X-Men, por ejemplo? Bueno, los mutantes ya existen en las actuales series y películas de Marvel, y si nos fijamos un poquito -no demasiado- en lo que está ocurriendo de un tiempo a esta parte incluso habremos fichado a alguno. Pero tal y como está planteado el calendario de eventos, serían rápidamente arrollados por una maquinaria que ni se detiene, ni tiene márgenes para poner el freno y replantearse sus propios problemas. Dicho lo cual, las complicaciones ya venían de atrás.
El gran problema es que al Universo Cinematográfico de Marvel
(UCM) le falta una pieza muy específica. De hecho, más que una pieza es un eje sobre el que girar. No tiene que ser algo material, como las gemas del infinito, sino algo que sustente el ver el desarrollo de cualquier personaje que, de primeras, quizás no nos llame demasiado la atención o directamente nos importe un bledo y cuente con su propia serie o película.
Es decir, Marvel no ha sabido gestionar la ausencia de los dos grandes faroles que han iluminado todas las fases hasta el clímax de la Saga del Infinito: un Capitán América cuyas películas marcaban los tiempos y detonaban los grandes acontecimientos a base de plena acción palomitera y un Iron Man -o más bien, un Tony Stark- que siempre ha dotado al conjunto de cohesión y esa identidad que ha distinguido las películas del UCM de todos los intentos de llevar a los héroes enmascarados a la gran pantalla.
Listones diferentes entre sí que, queramos o no, pocos podrían mantener como Reed Richards. O Mr. Fantástico, si lo prefieres.
Lo cual nos lleva hacernos varias preguntas serias al respecto. Empezando por la que a todos se nos viene a la mente: los Cuatro Fantásticos tuvieron sus propias oportunidades de brillar en los mismos contextos que pasaron los dos primeros Spider-Man y las dos etapas principales de X-Men en las salas de cine. Y, desde luego, aquellas iniciativas acabaron yendo de mal en peor. ¿Qué diferencia habría esta vez?
Bueno, de partida, el primer gran hito de los Cuatro Fantásticos fue retener a Stan Lee como escritor de cómics cuando perdió completamente la fe en el medio y en la propia Marvel. Una victoria que lograron cuando ni siquiera habían llegado a los kioskos y las librerías cuyas lecciones aprendidas deben tenerse más presentes que nunca en las salas de cine.
Los Cuatro Fantásticos: menos espectáculo y más Stan Lee
La única ocasión que estuve cerca de rendirme tuvo lugar en la década de los 60s. Escribía estos cómics del modo en el que mi editor quería que lo hiciese, y a mí no me gustaba hacerlo así, porque me decía "No te preocupes ni de los diálogos ni de la esencia de los personajes: solo dame escenas de acción y peleas". Y estuve a punto de dimitir.
Y entonces mi mujer me dijo: "Si de verdad vas a dimitir, ¿por qué no haces un libro del modo en que a tí te gustaría hacerlo? Lo sacas a través del sistema y lo peor que puede pasar es que te tu editor te despida, pero de todos modos ibas a dimitir." Y así es cómo escribí los Cuatro Fantasticos del modo en el que yo quería que se hiciesen las cosas. Gracias a ellos seguí en el mundo del cómic.
Cuando se comenzaron a publicar Los Cuatro Fantásticos se establecieron dos hitos: fue el primer grupo de SuperHéroes de Marvel y, a la vez, la casa de las Ideas empezó a tener una visión diferente de un medio muy competitivo y sometido a las tendencias y fórmulas de éxito. En lugar de eso, Stan Lee decidió salirse por la tangente y no solo darles enemigos a los que aporrear, sino dilemas, problemas con los que el lector empatizará y elementos de fantasía y ciencia ficción con un gancho especial.
Los Cuatro Fantásticos no fueron los primeros en su campo, pero definieron el perfil imperfecto, pero genuinamente heróico que asociamos a los personajes de Marvel. Aunque, claro, eso no quita el otro gran mérito: crear enemigos y acontecimientos capaces de sacar lo mejor y lo peor de Mr. Fantástico, la Mujer Invisible, la nueva Antorcha Humana y la Cosa.
Y es que lo verdaderamente emocionante no es únicamente la capacidad de estirarse de Reed Richards, sino ese genio capaz de lo imposible con iniciativa y ciencia, pero con ciertas complicaciones para entender las indirectas de su amada mujer o reaccionar. O ese complejo que arrastra y condiciona a Ben Grimm, pese a poseer una fuerza y resistencia que rivalizan con la de Hulk y preservar ese carácter tan propio sin perder el juicio.
¿Cómo encaja este supergrupo frente al caos que hoy tenemos en el Universo Cinematográfico de Marvel? Porque héroes con trajes muy reconocibles y problemas que se arrastran de serie ya tenemos de sobra en el cine y la televisión. Definitivamente, ese no es el problema a atajar. Sin embargo, lo que puede aportar cada uno de los integrantes de manera individual y, en especial, en conjunto ya es mucho más interesante.
Entre otras cosas, porque si la película de Vengadores: Secret Wars se parece mínimamente a los cómics, más que una nueva entrega de la saga de los Héroes Más poderosos de la Tierra, deberá ser la consagración definitiva tanto de los Cuatro Fantásticos como de uno de los villanos más poderosos, temibles y crueles de todo Marvel: el Dr. Doom. Y, por cierto, la escala de los acontecimientos -de seguir lo publicado en 2015- dejará la saga del Infinito en una anécdota.
Por qué Marvel Studios necesita a los Cuatro Fantásticos, pese a su trayectoria en los cines
Pese a que todos queremos ver a los mutantes en la gran pantalla, empezando por Hulka y pasando por todos los que te escribimos cada día en VidaExtra, las únicas personas capaces de organizar el actual caos que impera en el UCM, desde la magia del Dr. Strange al caos cuántico de Ant-Man, pasando por lo que sea que esté pasando en la serie de Loki, son el Dr. Doom y Reed Richards.
Salvo, claro, que empecemos a meter seres tan poderosos dentro de la mitología de Marvel que acabaremos abriendo bolsillos que luego no podremos cerrar.
A esto hay que sumar que Marvel Studios se enfrenta a una crisis todavía mayor: empezar a ver las películas, por orden o fecha de estreno, ya exige por adelantado más tiempo y voluntad que la sencilla y genuina sensación de pasarlo bien. Kevin Feige es plenamente consciente de ello y ha iniciado sus propios planes para integrar a nuevos fans de manera más sencilla.
La manera en la que están planteadas la mayoría de las historias de Los Cuatro Fantásticos no son como las de los Guardianes de la Galaxia (están, pero van a su bola) o las de otras sagas, sino que se integran completamente en esa mitología a través de sus miembros de manera individual y cohesionan el trasfondo del mismo modo en que Iron Man lo ha hecho durante al menos una década en el cine.
Es más, Hulka o Spider-Man, entre muchos, han llevado el uniforme en sustitución de cualquiera de los fundadores.
Y no lo vamos a negar: de sus páginas han salido villanos e historias de un calibre igual e incluso muy superior al de los Vengadores. Teniendo cada trama el mismo potencial para agitar los acontecimientos que las películas del Capitán América, pero a una escala mucho más brutal. Atando de manera satisfactoria toda esa expansión de los acontecimientos más allá del tiempo, del espacio y de la lógica que hemos visto a lo largo de la fase 4.
A lo que hay que sumar que Marvel todavía nos debe un debut de verdad de Galactus en la gran pantalla para reparar lo mostrado en Los 4 Fantásticos y Silver Surfer.
Pero lo verdaderamente esencial no es llevar a los personajes a los cine en sí. Ya hemos visto y sufrido demasiadas películas de Superhéroes a las que se les puede poner la etiqueta de innecesaria sin la menor vacilación. Lo verdaderamente delicado es evitar todo lo que no funcionó en 4 fantásticos, la calamitosa película de 2015: hacer una película porque toca hacerla. Aderezándola con acción porque sí y porque es lo que pide el público.
Llegados a este punto, ya vamos demasiado bien servidos de ese tipo de películas.
Lo que Marvel Studios realmente necesita es una piedra angular, esa pieza que se usa para cimentar el proyecto y que sirve de referencia y punto en común para cada película y serie. Algo que le lleva faltando al UCM desde que Tony Stark decidió hacer su propio chasquido.
Y la manera de lograrlo es no es apostar por lo que ya funciona o lo que queda espectacular o correcto en una de esas muchas mesas de guionistas de las que están llenas los estudios de Hollywood, sino preservar la voluntad de Stan Lee por contar historias apasionantes protagonizadas por personajes que verdaderamente importen al lector. O, en este caso, al espectador. No es nada fácil, pero si algo sacamos claro de Marvel es que en el Edificio Baxter, ubicado entre la Calle 42 y Madison Avenue, no existe la palabra imposible
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