'Singstar Miliki'. Análisis

Nadie sabe tu secreto. Llevas años escondiéndolo y creándote una reputación para hacerte respetar. El tío duro del colegio, el que no le tiene miedo a nada, el más chulo del barrio, el que se pasa cualquier juego hardcore con sólo una mano y en nivel asesino, el que tiene el valor de dejar plantada a la tía más buena del vecindario para ir a echar una partida al 'Halo'.... tantos esfuerzos para nada. Tu coartada se rompe en mil pedazos cuando tu mejor amigo entra por sorpresa en la habitación y te contempla horrorizado poco antes de romper a llorar.

Estás dándolo todo y jugando a tu juego favorito, 'Singstar Miliki'. Así, sin anestesia, en canal, a lo bruto, en plan Bruce Willis. Tu amigo sigue recuperándose del patatús, la visión que tenía de ti ha cambiado para siempre y vas a tener que explicárselo. Y es que ver al tío duro de la escuela cantando La gallina turuleca es algo semejante a un avistamiento ovni, muy muy fuerte. Nunca subestimes el poder de un payaso, podría arrancarte el corazón sin perder la sonrisa y tu no te darías ni cuenta. Bienvenidos al análisis de 'Singstar Miliki'.

Miliki is back, baby

Permitidme situar un poco al bueno de Miliki. Uno de esos payasos de la televisión que lleva años y años creando funciones y espectáculos para los más pequeños. Una especie de abuelo ideal con el que, curiosamente, hemos crecido muchos. Sus temas, y por extensión los de la familia Aragón, están implantados a fuego en nuestra retina y es inevitable saberse la mayoría de las letras.

Además es algo que uno no puede evitar. Nadie puede elegir libremente el ser un seguidor o fanboy (que también los habrá) de Miliki, todos lo somos y punto. Años de programas en televisión, años tarareando sus canciones en cumpleaños, fiestas, borracheras... Miliki es uno de los grandes de la cultura española y no se le recuerda otro gesto más que una sonrisa. Un crack, vamos.

Pero un crack que ya pasa de los setenta años y que se viene preocupando, de un tiempo a esta parte, por actualizar su legado, por hacerle llegar a los niños actuales todas las canciones con las que nosotros y nuestros padres crecieron. Quizá ese es el motivo de actualizar la iconografía del genial payasao y hacerle debutar en el mundo del ocio electrónico.

Miliki abandona los DVS's con conciertos del mismo modo que en su día abandonó el radiocasette para pasarse al CD e irrumpe con fuerza en el mundo de los videojuegos con 'Singstar Miliki'.

Emotivo y cachondo... pero sub producto

Dicho lo anterior, debe quedar claro que nos enfrentamos a un sub producto. O mejor dicho, un producto barato y de consumo rápido que, sin embargo, hará las delicias del público para el que está pensado. Y dejando de lado el virtuosismo técnico, lo más importante que puede tener un videojuego se basa en conseguir esa empatía con el jugón.

No tendremos más que un Singstar de los antiguos, estamos hablando de PS2, inflado a canciones del artista en cuestión. Pero claro, de eso se trata.

Se trata de apelar a los que crecimos con 'El barquito de cáscara de nuez', 'La gallina turuleca', 'Susanita', 'Hola don pepito' o '¿Cómo están ustedes?. Auténticos temazos que en su día, y hablo de hace muchos años, disfrutamos como enanos que para eso lo éramos.

Son 25 temas los que llegaremos a conseguir a lo largo del juego y están todos sus éxitos. Todos aderezados con unas simpáticas representaciones de lo que sucede en la canción o, en el mejor de los casos, un vídeo del Miliki real interpretándolos. Pero atención amigos, aquí no acaba la cosa y es que también se ha modelado tridimensionalmente al educativo payaso y con una estética muy cartoon nos acompañará durante más de una canción, como es el caso de 'Chinito de Amor'. Un verdadero temazo que encantará a los pequeños, hará llorar a nuestras madres y a nuestros abuelos por el recuerdo y nos dejará con una cara de alucine que Kojima pagaría por lograr.

Y es que, esto no va en coña, el juego consigue algo que otros 'Singstars' no consiguen y es enganchar con cualquier canción. Claro, es que aquí todo el mundo se las sabe sea consciente o no de ello y al ponerse ante el micrófono la letra y la entonación salen solas. Es el complemento ideal para una fiesta loca en una casa en la playa de Malibú, de esas que se dan los Americanos.

Entonces, ¿merece la pena?

Resumiendo, no se puede valorar por su aportación visual, más allá de modelar a un Miliki en 3D que es bastante competente, pero sí se puede valorar por su carga emocional y su capacidad de divertir. Los niños de verdad se lo van a pasar en grande y los que llevamos todavía a un niño en el interior, en las circunstancias adecuadas, también. Entonces, ¿qué más se le puede pedir?

Pues quizá un precio algo menor ya que casi 40 euros por un juego con un acabado tan justito a nivel técnico se me antoja demasiado, y es que aunque incorpore dos mandos 25 canciones son pocas (aunque el hecho de ser un DVD les excusa en cierta manera).

Eso sí, existe una versión que viene acompañada de otro DVD especial protagonizado por Miliki pero esa barrera no he tenido el valor de cruzarla, no sea que me fuese a gustar como le suele pasar a Alex y claro, con un ultrasur de Miliki en el equipo de editores ya hay bastante.

Si lanzan una segunda parte esperemos que se atrevan con canciones como 'Mikili's Cazafantasmas', 'En Cinemascope', 'Comer es un placer' o 'Las Capitales'.

Recomendado para los fans del ayer, los que no tienen complejo alguno y asumen que Miliki mola tanto como Bruce Willis o más... y por supuesto para los niños.

No recomendado a los infelices que todavía no han sido capaces de aprenderse la tabla del cuatro, cuando todo el mundo sabe que "cuatro patas tiene el perro, el camello y el becerro, cuatro patas el lobato, el cordero y el jabato, cuatro patas una silla, una cama y la mesilla...."