Estás en la discoteca rock de tu zona habitual de fiesta. Suenan los Guns n’roses, Axl Rose se desgañita al son de Welcome to the Jungle y la ves entrar. Taconazos, tejanos ajustados, tachuelas, piercings… es ella, tu chica, tu muñequita de cuero. Tienes que ir a hablar con ella, como sea, antes de que otro gorrón se le acerque e intente camelarla… pero te estás meando.
Entro al baño y salgo, total, ¿qué puede pasar? En este tipo de garitos rockeros el baño suele ser lo peor así que no me llevará más de 1 minuto. Entras, localizas el sanitario y empiezas la evacuación. De repente te das cuenta de que aquello tiene pantalla. Leches, exclamas, parece un… ¿Videojuego? ¡¿Estás orinando y controlando un videojuego a la vez?! Sí amigo, que le den a la rockera. Se acaba de hacer realidad el juego de muchos.
Y es que si hasta ahora los videojuegos venían utilizándose de forma excepcional a modo de publicidad, con el invento este de ponerlos en un urinario podemos estar ante la auténtica next-gen. Podría explicar cómo funciona con todo lujo de detalles pero creo que será más bonito que veáis el vídeo que cuenta lo que han hecho en el pub irlandés The Exhibit y me evitéis el tener que escribir la palabra “miccionar” más de una vez.
¿Imaginabais algo así? ¿Es esta la culminación de los jugadores casuales? ¿Podría Nintendo tomar ejemplo y añadir un sensor de orina en su próxima Wii U? Dejando de lado las bromas, me parece una fantástica idea para esos momentos incómodos en los que las miradas de los machos alfa se cruzan mientras mean miccionan.
Aquí cada uno a lo suyo, a superar el récord del anterior. Eso sí, más vale que no nos distraigamos mucho y apuntemos bien.
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