Al contrario que en otros casos más evidentes, 'Tomb Raider' no necesitaba un reboot. Después de años de altibajos Lara Croft había encontrado su camino en manos de los solventes Crystal Dynamics. Pero algo ocurrió como para querer reiniciar la franquicia, y eso fue 'Uncharted'.
Natahn Drake ha actualizado a lo grande el concepto de aventura interactiva en esta generación. La excelente franquicia de Naughty Dog es muy cinematográfica, increíblemente intensa y con una capacidad especial para que empaticemos con sus protagonistas. En Crystal Dynamics podían haberse dedicado a hacer una entrega tras otra de la arqueóloga en plan continuista. Por fortuna para todos, esta gente está hecha de otra pasta.
Lara Croft tomó desde sus inicios la premisa que vertebraba las correrías de Indiana Jones (lugares exóticos, antiguas reliquias, mortales mecanismos...), pero pasó algo por alto, y eso fue la vulnerabilidad del personaje. Indy recibe por todos lados en sus aventuras, y aunque es un tipo duro, sobre todo es humano. Drake sí que cogió el testigo con increíble convicción, consiguiendo que los jugadores conectáramos con su propio sufrimiento.
Volver a nacer es doloroso. La nueva Lara se convertirá en una superviviente esculpiendo su cuerpo a base de cicatrices y magulladuras. El arco de transformación del personaje se adivina un vía crucis. El 'Tomb Raider' de 2013 nos entrega a una chica normal que veremos convertirse en forzada (y esforzada) heroína. Apuesto a que la Lara que contemple el The End del juego no tendrá en su rostro curtido la mirada limpia e inocente que nos observó al presionar Start por primera vez.
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