Después del gameplay de The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom que pudimos ver ayer ha quedado claro que la nueva entrega de la saga sacará a florecer nuestro lado más creativo, algo que también consiguió en su momento The Legend of Zelda: Breath of the Wild, sobre todo por los trucos con los que contaba. De hecho, hay uno muy especial que espero que se mantenga en esta nueva aventura.
Una de las mayores quejas de los jugadores ha sido siempre el hecho de que las armas se rompen tras usarlas unas cuantas veces y había que buscar algunas nuevas. Las que eran más propensas a ello eran las armas oxidadas, pero en realidad había una manera muy simple de restaurarlas y devolverlas a su estado original.
Lo más llamativo de ello es que para este método hay que recurrir a la ayuda de un personaje, pero no uno aliado, sino precisamente un enemigo. Y es que los Octoroks, por muy molestos que puedan resultar al escupir piedras, son en realidad indispensables para conseguir que las armas se queden de lo más relucientes y así dejar atrás su aspecto tan oxidado.
Para ello basta con lanzar cualquier arma cerca de estos enemigos parecidos a un pulpo y esperar a que empiecen a realizar su ataque de absorción, lo que provocará que se traguen el arma que les hayamos tirado. En ese momento saldrán unos brillos alrededor de esta criatura y acto seguido procederá a escupir nuestra arma, dejándola como nueva.
Un truco muy sencillo que, personalmente, nunca me había dado por probarlo, dejando claro una vez más la grandeza de The Legend of Zelda: Breath of the Wild por muchos años que pasen por este tipo de curiosidades. Por eso mismo, estoy deseando que esté presente también en The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom cuando se ponga a la venta el 12 de mayo en Nintendo Switch.
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