En Nintendo existen decenas de personajes procedentes de varias franquicias, aunque la del universo del Reino Champiñón es la que cuenta con alguno de los más carismáticos y que han protagonizado una mayor cantidad de videojuegos, sobre todo Mario, claro está. Pero nuestro querido fontanero no siempre ha estado al frente, ya que en alguna ocasión le ha cedido el testigo a Wario.
El que está considerado como el archirrival de Mario llevamos años viéndole en títulos tan locos como WarioWare. Aun así, no siempre se ha especializado en minijuegos y nada más, porque sobre todo se hizo popular gracias a su propia serie llamada Wario Land, sobre la que llevamos años sin saber nada, de ahí que queramos echar un vistazo al pasado para preguntarnos ¿qué fue de ella?
De jefe final a "héroe"
Para hablar de Wario Land hay que remontarse a los orígenes de Wario, porque su primera aparición en los videojuegos fue bastante peculiar. No lo hizo como alguien al que había que salvar o simplemente se le presentó sin más. En su lugar era el jefe final al que nos teníamos que enfrentar en el clásico Super Mario Land 2: 6 Golden Coins de Game Boy, al que había que derrotar en una batalla hasta que ponía pies en polvorosa.
Aparte de por todo esto, el hecho de que se le considere el archirrival de Mario se nota también en su apariencia y en el nombre, por el hecho de que es como darle la vuelta a la M para convertirla en W. Es más, el adjetivo en japonés warui significa "malo", así que razón de más para presentar a una especie de Mario malo. En cualquier caso, se ve que a Nintendo le gustó tanto que quiso que protagonizará en 1994 su propio videojuego con el nombre de Wario Land: Super Mario Land 3.
Desde siempre Wario ha sido un personaje muy codicioso que solo busca tener poseer grandes cantidades de dinero y tesoros. Ese mismo era el objetivo de su primera aventura de plataformas en 2D, al tener que recorrer unos cuantos niveles consiguiendo todo el dinero posible y especialmente había que localizar salas secretas donde se encontraban unos cofres con artículos extremadamente valiosos.
El que fuese tan importante apoderarse de todos ellos es por el propio final del juego, porque estos servirían para pagar a un genio de la lámpara (se ve que aquí nadie trabaja gratis) para que cumpliera el deseo de Wario de tener su propio castillo. De este modo, cuantos más tesoros obtuviese, recibiría a cambio desde una casita de pájaros o un tronco hasta un castillo e incluso un planeta, ofreciendo así una buena rejugabilidad para desbloquear todos los finales que existen.
Otros puntos fuertes eran el hecho de que Wario podía modificar la apariencia de su traje con unas gorras especiales que le otorgaban más fuerza, la posibilidad de disparar fuego o de volar por el aire brevemente. Además, le corpulencia de Wario le hacía resistente al impacto de los enemigos, no de las armas, y también era capaz de realizar placajes, pero por el contrario sus movimientos a la hora de saltar se notaba que eran más bruscos en comparación con los de Mario.
Unas cuantas secuelas con las que Wario pretendía hacerse más rico
El que Wario Land se tratara de un título tan divertido con un personaje carismático parece que fue suficiente para que se convirtiera en todo un éxito. Un hecho clave para que Nintendo considerara que Wario era capaz de protagonizar su propia serie de videojuegos con una propuesta similar que acabaron poniendo rumbo a más plataformas.
Es por ello que en 1998 (1999 en Europa) salió a la venta Wario Land II para Game Boy Color. En este caso Wario ya tenía su propio castillo, dando a entender que ese era el final canon del anterior juego, pero un grupo de piratas lo asaltó, robándole todos sus tesoros y encima inundándolo. Eso da pie a una simpática aventura en la que Wario debía recuperar todas sus pertenencias y devolver su castillo a la normalidad.
Lo curioso es que aquí no podías morir de ninguna forma. No importaba la cantidad de daños y golpes que Wario recibiese porque lo único que haría sería salir disparado hacia atrás, pero también podía sufrir estados alterados como quedarse aplastado, volverse más gordo, quemarse y hasta transformarse en zombi. Por otro lado, aquí se hacía más hincapié todavía en el objetivo de obtener montones de monedas y tesoros secretos.
Otra idea que se mantuvo del primer Wario Land era el que algunos niveles disponían de bifurcaciones con pasadizos ocultos o elementos que podían alterar los escenarios, dando pie a otros caminos en la historia con sus respectivos finales, de ahí que la rejugabilidad estuviese presente desde el primer minuto, porque ya en la primera fase se podía activar un camino oculto sin tocar ni un solo botón de la consola.
Todas estas características al final se convirtieron en unos símbolos muy identificativos de la franquicia, porque en el año 2000 con Wario Land III se repitió la misma jugada. Así Wario tenía que recorrer unos cuantos niveles muy coloridos para obtener tesoros, con caminos ocultos, sin poder morir de ninguna manera y con transformaciones para modificar su apariencia, algo que resultaba determinante para acceder a ciertos lugares a los que no se podía llegar de otra forma.
El último Wario Land para consolas portátiles vio la luz en Game Boy Advance con Wario Land 4. La diferencia con sus predecesores es que aquí se dejaron de lado las bifurcaciones de caminos para ofrecernos directamente varios mundos con sus propios biomas y fases, aunque en todas ella había algunos artículos para desbloquear que eran los que animaban al propio jugador a volver a ellos una y otra vez para localizarlos. Y también volvían los puntos de salud, por lo que había que tener cuidado de que Wario no recibiera demasiados golpes o sería expulsado del nivel perdiendo todo lo que había recaudado a su paso.
De protagonizar otras aventuras a quedar en el olvido
Después de este último la serie cambio de nombre al pasar a llamarse Wario World en GameCube, con el que se dejó completamente de lado la jugabilidad en 2D para dar la bienvenida a unos escenarios en 3D. Unos años después volvió a las portátiles con una propuesta algo diferente con Wario: Master of Disguise y finalmente fue Wii la que tuvo el privilegio de contar con el último juego de la saga, en este caso en 2D, con Wario Land: The Shake Dimension.
Fue en 2008 cuando Wario protagonizó su última aventura de acción, puzles y plataformas regresando a sus raíces con el nombre de Wario Land. Desde entonces las únicas veces que hemos vuelto a ver a Wario, más allá de en series como Mario Party, Mario Tennis, Mario Golf, etc., ha sido con los títulos de WarioWare, nada más. No quiere decir en absoluto que estos últimos sean malos, pero ¿por qué no se le ha dado más opciones a Wario de tener más juegos propios de aventuras como el bueno de Mario?
Tampoco es que se pueda decir que han tenido una mala recepción, porque el último de Wii era un juegazo y obtuvo muy buenas críticas, aunque desgraciadamente las ventas no le acompañaron lo suficiente y llegó a vender poco más de un millón de unidades a nivel mundial. Quizás eso fue determinante para que Nintendo quisiera que Wario se centrara más en minijuegos, pero tampoco es que esta serie haya sido un vende consolas, porque WarioWare: Get It Together! tan solo ha conseguido 1,27 millones de unidades.
Resulta una lástima no haber vuelto a ver a Wario en más videojuegos en solitario, porque tampoco nos podemos olvidar de Wario Blast: Featuring Bomberman! para Game Boy o Wario's Woods, pero lo que estaría muy bien sería que se desarrollara un nuevo Wario Land, incluso en 2D. ¿Por qué no? Metroid Dread es en 2D y es un juego excelente, así que Wario podía volver al frente con una aventura así para dejar claro que Mario y Luigi no son los únicos personajes del Reino Champiñón que pueden protagonizar videojuegos en la actualidad.
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