Es innegable que en el sector de los videojuegos Nintendo juega en otra liga. Sus consolas no apuestan por la potencia para ofrecer experiencias visualmente excepcionales por su calidad gráfica, pero siempre trata de ofrecer una jugabilidad inolvidable con sus productos o los títulos que desarrolla, algo de lo que pueden dar fe aquellos que hayan jugado alguna vez al mítico Super Mario 64.
Da igual que hayan pasado casi 30 años desde que salió a la venta en Nintendo 64, porque a las grandes obras maestras no les afecta el paso del tiempo y sigue mereciendo la pena jugar a ellas sea cuando sea. Sin duda eso es lo que sucede con esta épica aventura de Mario que en su momento vio la luz en la consola de 64 bits de la gran N.
Desde entonces ha recibido una adaptación para Nintendo DS con el nombre de Super Mario 64 DS y más recientemente formó parte de la colección Super Mario 3D All-Stars que se vendió temporalmente en Nintendo Switch. Aun así, gracias a la suscripción de Nintendo Switch Online podéis jugar cuando queráis a este gran clásico si estáis apuntados a su vez a su paquete de expansión.
El salto de Mario del 2D al 3D
Por lo que esta entrega protagonizada por nuestro querido fontanero fue tan revolucionaria se debe a que hasta ese momento los únicos títulos en los que le habíamos visto eran aventuras en 2D, así que Nintendo se atrevió a apostar por algo totalmente diferente. Ya no solo a nivel general en la franquicia y en sus consolas, sino también en los videojuegos.
En comparación con lo que estamos acostumbrados en la actualidad, en aquella época no era tan habitual llegar a ver algún título en 3D. Por eso mismo este en concreto es siempre tan recordado por cómo nos permitía mover a nuestro personaje en cualquier dirección con total libertad y no a lo largo de unos escenarios con un principio y un fin. Aquí incluso se añadieron nuevos tipos de saltos y formas de atacar que proporcionaban una mayor variedad de movimientos al controlar a Mario.
Además, también supuso un salto bestial a nivel tecnológico, porque se pasó de unos juegos de 16 bits en la mítica Super Nintendo a unos cuatro veces más potentes. Son detalles a tener en cuenta y por los que no cabe duda de que Super Mario 64 asentó un antes y un después en el mundo de los videojuegos.
En busca de las 120 estrellas
Algo que también hizo muy diferente a Super Mario 64 del resto de sus aventuras de plataformas es que estábamos acostumbrados a tener que ir superando mundos uno tras otro hasta llegar al final y rescatar a la Princesa Peach. Aquí en cambio, prácticamente desde el principio tienes la posibilidad de ir a donde quieras e ir completando los diferentes mundos por el orden que más te apetezca.
Más que nada porque la finalidad es la de ir recolectando las 120 estrellas que se han esparcido por todo el Castillo de la Princesa Peach y también a lo largo de 15 fases diferentes, cada una con su propia temática y desafíos. Tan pronto estás dando brincos en un escenario con prados y enemigos como los Bomb-omb y los Goombas, como de repente vas a la nieve con pingüinos y muñecos de nieve con muy malas pulgas.
Concretamente, en cada mundo hay siete estrellas distintas para obtener y algunos de ellos requieren que dispongamos de una determinada cantidad para acceder a ellos. Por eso mismo no hace falta finalizar uno de ellos entero antes de dar el salto al siguiente. Es más, a veces resulta imposible porque es indispensable disponer de nuevos poderes gracias a las gorras que puede desbloquear Mario que le otorgan poderes especiales, como el volar por los cielos, volverse metálico o invisible.
También hay que reconocer que algunas de las estrellas están muy bien escondidas y hasta requieren de una cierta habilidad a los mandos para conseguirlas, aunque muchas de ellas son fáciles de alcanzar. Lo cierto es que hay de todo para que a nadie se le haga la aventura cuesta arriba en ningún momento, porque las más complicadas suelen estar por la recta final y para entonces lo normal es haber dominado perfectamente los saltos de Mario, sus puñetazos, patadas, el salto bomba, el rebotar en las paredes y mucho más.
La jugabilidad es uno de los mayores puntos fuertes de esta aventura por lo divertida que resulta y por cómo te engancha a la hora de querer conseguir todas las estrellas del juego. Algunas de ellas simplemente están a la vista, pero también hay otras que implican derrotar a jefes, destruir bloques y elementos del escenario o recolectar hasta un centenar de monedas, lo que a su vez invita a no dejar ni un solo rincón por explorar.
Todo ello nos deja con una combinación para que Super Mario 64 resulte tan entretenido de principio a fin y que sea uno de esos juegos por los que no encuentras nunca el momento de querer soltar los mandos. De ahí que sea comprensible que en Metacritic pueda presumir de contar con una nota media de un 94 y de ser uno de los juegazos más excepcionales que ha desarrollado Nintendo, de ahí que se haya seguido una propuesta similar con Super Mario Sunshine, Super Mario Galaxy o Super Mario Odyssey, lo que no quita que todos ellos también dispongan de sus propias características que los hacen tan especiales.
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