Pocas figuras más legendarias que Lara Croft existen en el mundo de los videojuegos, ya que la aventurera se convirtió en un mito durante la década de los 90. Hasta cuatro entregas de sus periplos llegaron a múltiples sistemas, pero no todos estaban satisfechos con los títulos de Tomb Raider.
Y es que Core Design tuvo que encargarse en 1999 de Tomb Raider: The Last Revelation, la que se convirtió en la cuarta entrega de la saga en un marco de apenas cuatro años. La desarrolladora se había convertido en una fábrica a toda máquina para Eidos Interactive, por lo que desde el equipo de producción se comenzó a barajar la posibilidad de poner fin a la franquicia de una vez por todas.
Durante el documental 10 Years of Tomb Raider de Gametap, los diversos miembros del equipo explicaron el hartazgo y la falta de motivación que tenían durante aquella época para innovar con Lara Croft. El diseñador Andy Sandham quiso dejar patente las ganas que había entre sus compañeros de liberarse de esa tensión.
"Intentamos matar a Lara porque creíamos que ya habíamos agotado todo lo que podíamos hacer con la franquicia. Ver a Lara cayendo por un agujero gigantesco en medio de la pirámide fue un momento muy feliz. Así que nos fuimos a tomar unas pintas para celebrar su muerte".
Lo cierto es que Core Desing quería poner punto y final, pero no cerraron la puerta a cal y canto. El final de Tomb Raider: The Last Revelation nos muestra a la protagonista saliendo del templo de Horus justo cuando comienza a derrumbarse, cayendo por un enorme agujero y siendo sepultada. Un final cerrado, al menos para Core Desing, los cuales tuvieron que volver a crear un juego más.
Tomb Raider: Chronicles llegó en el 2000 para relatar flashbacks de Lara Croft contados por sus amigos, los cuales la dan por muerta. Eidos Interactive no se dio por satisfecha con aquel desenlace, por lo que los creadores estuvieron lejos de poder cantar victoria con una buena cerveza.
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