Los juegos de Nintendo tienen algo especial, pero lo de la saga Super Mario Bros. roza la magia: la superestrella de gorra colorada ha cautivado a generaciones enteras a base de genuina diversión para todo el mundo. Ahora, un reciente estudio realizado desde la Universidad de Bonn, en Alemania, eleva más ese listón: se ha llegado a la conclusión de que al menos uno de sus juegos puede reducir la depresión. Más concretamente, la aventura con la que Mario debutó en Nintendo Switch.
Lanzado en 2017, Super Mario Odyssey es uno de los juegos más exitosos y celebrados de la consola de Nintendo. Ahora se ha llegado a una conclusión muy, muy interesante: tras experimentar durante seis semanas con 46 pacientes diagnosticados con Trastorno depresivo mayor (TDM), los efectos de vivir aventuras con Mario y Cappy por sus coloridos y divertidísimos mundos reducen la depresión. Aunque, como veremos, también se advierte que estos resultados deben tomarse con cierta cautela.
¿En qué consistía el experimento? Según el departamento de Psiquiatría y Psicoterapia de la Universidad de Bonn, los 46 sujetos diagnosticados con depresión se repartieron de manera aleatoria entre tres grupos:
- Un grupo experimental de "videojuegos en 3D" que jugaba a un videojuego (Super Mario Odyssey)
- Un grupo de control activo que entrenaba con un programa de PC llamado “CogPack”
- Y un grupo con el tratamiento habitual, que recibió los tradicionales métodos de psicoterapia y medicamentos para los diagnosticados con Trastorno depresivo mayor.
Como es de esperar, todos los participantes realizaron sus respectivas evaluaciones neuropsicológicas, los cuales tenían en cuenta la percepción propia de los síntomas depresivos antes, durante y después del experimento, así como la motivación hacia el tratamiento y su estado general. El resultado: tras mes y medio, los que jugaron a Super Mario Odyssey redujeron de manera significativa los síntomas de la depresión.
Con respecto a los síntomas depresivos, solo se encontró una disminución significativa en la proporción de participantes que mostraron niveles clínicos de síntomas depresivos medidos por el Inventario de Depresión de Beck en el grupo de videojuegos 3D.
Además, los niveles medios de motivación para realizar el entrenamiento fueron significativamente mayores en el grupo de videojuegos 3D en comparación con el grupo de control activo.
Y no solo eso, mientras que el grupo de videojuegos 3D solo mejoró significativamente en una prueba de memoria visuoespacial, el grupo de control activo mejoró en todas las funciones de la memoria visuoespacial.
A modo ilustrativo, el grupo "Videojuegos 3D" no tuvo un desempeño significativamente mejor que el grupo CogPack y el grupo del tratamiento habitual. Dicho de otro modo: no eran "jugones" expertos o personas acostumbradas a los videojuegos, sino que simplemente se limitaron a disfrutar del tratamiento.
Las conclusiones a las que se llega desde el departamento de Psiquiatría y Psicoterapia de la Universidad de Bonn es que los entrenamientos cognitivos que utilizan un videojuego tienen potencial para aumentar el bienestar subjetivo, mostrar niveles más altos de motivación para el entrenamiento y conducir a mejoras en las funciones de la memoria visuoespacial (de trabajo) para quienes padecen Trastorno depresivo mayor.
Ahora bien, también se curan en salud (nunca mejor dicho) admitiendo que dada la naturaleza de este estudio, los resultados deben interpretarse con cautela, adelantando que son necesarias más investigaciones con más pacientes y mediciones de seguimiento. Pase lo que pase, estamos seguros de que con esa metodología no estarán faltos de voluntarios. Al menos, en lo que respecta a uno de los tres grupos.
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