Monster Boy and the Cursed Kingdom fue, junto con Super Smash Bros. Ultimate, el broche de oro perfecto para despedir el mes de diciembre de 2018. The Game Atelier supo reinterpretar a la perfección el clásico de 1989 Wonder Boy III: The Dragon's Trap hasta el punto de superar al original.
Todo un imprescindible en consolas que llega hoy, por fin, a PC. ¿Te lo perdiste en su día? No pasa nada, te vamos a dar varios motivos para que te lances de cabeza a por este juego que insufla de nueva vida a un clásico.
Es más barato que en consolas
El primer motivo, el más evidente. En consolas salió al precio de 39,99 euros y en Europa no vino acompañado de una edición física (al contrario que en los mercados de Japón y Estados Unidos), mientras que en Steam su precio de salida es de 29,99 euros, con un descuento temporal del 10% que lo sitúa (hasta el 1 de agosto de 2019) en unos más que apetecibles 26,99 euros.
¿Que lo prefieres sin DRM? Lo tienes en GOG por 26,99 euros en oferta.
Dura más que Wonder Boy: The Dragon's Trap
Un remake que gustó mucho fue el de Wonder Boy: The Dragon's Trap (ya sin el "III" en el título), lanzado en 2017 a cargo de los también franceses Lizardcube (encargados ahora del futuro Streets of Rage 4). ¿Y por qué fue tan especial? Porque respetó al máximo la esencia del original de 1989.
Tuvo el modo actual, con esos gráficos dibujados a mano de forma tan exquisita; y el modo clásico, pudiendo rememorar su estética de 8-bits. Es por ello que también se ciñó a la duración del original, de poco más de cinco horas, según la habilidad de cada uno. Ahora bien, en Monster Boy and the Cursed Kingdom la duración se triplica (como mínimo) al ser un mundo abierto con infinidad de secretos por descubrir. En mi caso fue mucho más, necesitando 27 horas hasta que por fin pude conseguir el 100% del juego y obtener la totalidad de sus logros.
Lo intrincados que son sus puzles y secretos
Uno de los puntos más destacables de este Monster Boy fue, de hecho, lo bien escondidos que estaban sus cofres ocultos y otro tipo de secretos, hasta el punto de perder horas intentando descifrar la solución de algunos.
Es lo que sucedió, por ejemplo, con el tremendo rompecabezas que había que resolver para desbloquear el acceso a la Cyber Dungeon, la fase de 8-bits a modo de guiño hacia la obra original de Master System de 1989.
Suerte que para la mayoría de cofres podíamos recurrir a cierto personaje en cierta villa sobre el aire que nos daba pistas sobre sus localizaciones...
Monster Boy, una aventura con mucho mimo
Es innegable que Monster Boy and the Cursed Kingdom entra por la vista (a mi modo de ver, de forma más sobresaliente que el citado remake de 2017) por ese nivel de detalle en distintos planos con un montón de elementos visuales que destacan. O las animaciones de cada personaje.
Pero es que el resto de apartados están cuidados con el mismo mimo, sobre todo en lo relativo a los retos que nos va planteando la aventura si queremos exprimir todos sus secretos hasta conseguir todas las piezas doradas, por ejemplo. Es de esos juegos que sabes cuándo empiezas pero no cuándo acabas por lo mucho que te pueden llegar a enganchar según vas desbloqueando distintas transformaciones para el protagonista principal.
Cada una de estas transformaciones cuenta, a su vez, con varias habilidades que nos irán permitiendo ampliar las zonas que podremos visitar de su vasto mapeado. Y donde no faltará alguna que otra sorpresa, cómo no.
Una fórmula clásica renovada con gran acierto
Respecto al clásico de Westone en el que se inspira, Monster Boy aprovecha mejor su universo al ofrecer mayor variedad de escenarios (conectados entre sí), distintos métodos de viaje mucho más cómodos y un control más óptimo y con muchas más opciones a nuestra disposición, pero sin renegar de esa esencia del clásico de finales de los ochenta, donde también se nos exigirá mucho de cara a la supervivencia. Especialmente contra los jefes.
Habrá más de un momento memorable a lo largo de toda su historia y lo llegaremos a pasar realmente mal en algunos tramos debido a su dificultad hasta que no contemos con el equipo adecuado o nuestras transformaciones sean más competentes que al inicio. Y eso que surgió como secuela oficial de aquel shoot 'em up minimalista de PSP llamado The Flying Hamster. La de vueltas que puede dar la vida. Y qué grandes sorpresas nos deja a veces.
Mención especial para la banda sonora de su intro... MA-RA-VI-LLO-SA.
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