Si te apasiona la historia, Victoria 3 será tu máxima obsesión. Tal cual. El retorno de la saga de gran estrategia histórica de Paradox es también el mayor laboratorio de geopolítica jamás creado. Y lo mejor es que no tienes que ser experto en videojuegos de estrategia ni ser una eminencia en la Edad Contemporánea para exprimirlo al máximo. De hecho, que tengas predisposición por hacer toda clase de experimentos políticos hará que tus partidas sean todavía mejores y mucho más interesantes.
Victoria 3 es extraordinariamente rico en conceptos y posibilidades. Tan complejo como los planes y ambiciones que nosotros mismos imaginemos a la hora de llevar las riendas de un país entero y, si nos sentimos motivados, revolucionar el mundo entero. Un juego en el que la gestión de recursos y la guerra son elementos valiosos, por supuesto, pero éstos siempre están al completo servicio de la diplomacia, el progreso y los ideales. Y lo mejor de todo es que la era victoriana, el periodo en el que se desarrolla el juego, da muchísimo juego que cualquier periodo anterior o más reciente.
Porque, el primer gran acierto de Paradox es cómo Victoria 3 logra aprovechar el contexto y las revoluciones que estallaron durante el siglo comprendido entre 1836 y 1936 como ningún otro videojuego estrategia hasta la fecha. Y, a la vez, nos permite que nosotros, como jugadores, establezcamos nuestros propios objetivos. Tentándonos constantemente a que reescribamos la historia sopesando -o no- las consecuencias y, en el proceso, disfrutar tanto de la armonía como del caos generados en el intento.
Siendo plenamente conscientes de que, al margen de nuestros aciertos y errores, en su matiz de simulación deberemos ser conscientes y consecuentes con la voluntad del pueblo. Consolidando los conceptos de la saga Victoria, y siendo esta tercera entrega, a todos los efectos, un necesario empujón a lo ya conocido en el género de la gran estrategia histórica. Un indiscutible referente.
Si nos limitamos a juzgarlo por su presentación y su sobria interfaz podemos sentirnos abrumados. Es absolutamente normal. Que sea denso a golpe de vista es una barrera. Pero una vez nos sintamos cómodos Victoria 3 nos tienta a que toqueteemos todos los botones. Porque uno de los mejores aciertos de Paradox es cómo guía a los nuevos jugadores y siempre ofrece valiosas ayudas. Tanto para guiarnos en el transcurso de la partida como a la hora de ponernos en contexto. ¡El juego tiene hasta su propia Vickypedia!
Ahora bien, el mejor ejemplo de aquello que hace diferente a Victoria 3 de otros juegos de gran estrategia histórica es que no solo te dice qué es lo puedes hacer si se lo preguntas, sino que, además, te asesora sobre por qué deberías hacerlo.
Otra cosa es que, ya metidos en partida, ya tengamos nuestros propios planes y decidamos poner a prueba la teoría del caos a nivel político: desde la manera en la que toreamos las ideas de los representantes elegidos por el pueblo, en caso de que los haya en nuestro modelo de gobierno, a nuestra manera de influir en países a relativa distancia. ¿Cómo no obsesionarse con las posibilidades de Victoria 3?
Tienes 100 años para cambiar la historia y un millón de recursos para hacerlo como quieras
Hay un aspecto que se debe tener muy presente a la hablar de Victoria 3: es un juego de gran estrategia histórica, pero también un sandbox. Es decir, los objetivos, pequeños o grandes, siempre nos lo marcamos nosotros y no hay un sistema tradicional de ganar las partidas. Hay un contexto muy definido, la Época victoriana, y tenemos a nuestra disposición prácticamente el mundo entero para experimentar cambios políticos, de producción, ideológicos, de expansión o lo que se nos ocurra.
El único límite: los cien años en los que transcurre la Época victoriana. Y tiene mucho sentido, ya que en ese periodo las fronteras actuales estaban por definir, la industrialización estaba transformando nuestro modelo de sociedad y estallaron revoluciones en todo el globo. Desde el establecimiento definitivo de los Estados Unidos hasta la transformación de China o Japón, pasando por los drásticos periodos de cambios del viejo continente y América del sur. Y, sobre todos ellos, la máxima potencia mundial: la Gran Bretaña liderada por el mismísimo William de Hannover.
Es más, en Victoria 3 podremos centrarnos en cualquiera de los países establecidos en la época o saltar de unos a otros cuando nos dé la gana y con un par de clicks. Y no solo eso: podemos fomentar la transformar cualquier sociedad con las únicas excepciones, por motivos de pura lógica, de los países africanos que en aquella época no contaron con una estructura de poder descentralizada.
Dicho así podría parecer que tenemos carta blanca para hacer lo que queramos, y en cierto modo es así, pero en el juego de Paradox todas las acciones tienen consecuencias: si subimos de manera desmesurada los impuestos para obtener una supuesta sociedad igualitaria habrá consecuencias. Si, además, descuidamos a nuestro pueblo, lo dejamos a su suerte o a merced de los grupos de interés (los grandes agentes de la sociedad y la política con voz dentro de la partida) mientras nos dedicamos a hacer diplomacia internacional, deberemos dar explicaciones o tomar medidas.
Que no se me malinterprete, incluso si hacemos lo opuesto, es decir, tratamos de construir una sociedad próspera y democrática nos encontraremos con toda clase de apoyos y trabas internas y externas. Incluso habrá que lidiar con agentes concretos que anteponen sus ideales a la realidad. La buena noticia es que si nuestro plan es crear una utopía sin responder a las consecuencias podemos acomodar la IA del juego para que sea indulgente y poco agresiva. Pero, claro, estamos renunciado a buena parte de la esencia del juego.
La premisa es ambiciosa y está muy bien sostenida. Paradox ha hecho sus tareas a la hora de ofrecer un contexto histórico rico, fiel a los acontecimientos originales y dinámico. Que reacciona a nuestras propias decisiones reflejándose en la historia o lo que se esperaría del mundo real en ese contexto.
Con todo, si preferimos no tener que lidiar con la realidad o situaciones incómodas, como podría ser la esclavitud, siempre podemos acomodar nuestra nueva partida haciendo cambios por aquí y por allá. Es más, los mods son una de las armas secretas de Victoria 3, los cuales se pueden implementar desde el launcher del juego e incluso integrar en las partidas multijugador. Será muy interesante ver lo que la comunidad de jugadores es capaz de lograr a través de ello.
Ahora bien, no todo son facilidades. Además de poder añadir opciones más estrictas, la genuina experiencia de gran estrategia histórica y el gran desafío del juego nacen al activar la pestaña del modo Ironman que, por cierto, no falta en los títulos de Paradox: sin autoguardado, sin la posibilidad de cambiar de país al vuelo y sin un modo observador que nos dará unas merecidas "mini-vacaciones" haciendo que la partida continúe sola mientras nos preparamos un café.
Un café que necesitaremos sí o sí: tal y como está planteado Victoria 3 como juego de estrategia, es café para los muy cafeteros.
No te asustes con su interfaz, porque es de lo mejor de Victoria 3
Si has has llegado a este punto de nuestro análisis, prestando atención a las capturas y vídeos, es bastante probable que te sientas intimidado de la interfaz de juego de Victoria 3. La buena noticia es que es más sencilla de entender de lo que parece: podremos movernos libremente y saltar de un país a otro a través de un mapamundi dinámico que se se expande de maravilla a base de zooms y divisiones geopolíticas. Que acomoda lo que se muestra en pantalla en función de la pestaña en la que estemos. Pero al final la experiencia de juego es una colosal base de datos que evoluciona a través de nuestra gestión y decisiones.
Que no te engañe su aspecto: su interfaz es realmente intuitiva. Todo lo tienes a la vista, sus iconos y la disposición de estos se fundamentan desde la primera partida y el hecho de poder pausar el juego (o adelantarlo) a través de un sencillo mecanismo en la zona superior derecha hace que en ningún momento perdamos el control de lo que ocurre. El otro gran acierto es cómo se promueve constantemente a que experimentemos con las posibilidades del juego, incluso si no tenemos experiencia previa con los juegos de estrategia.
Como sandbox geopolítico podremos iniciar una partida y hacer lo que queramos. Hay tres ejes principales que sirven de guía (la burocracia, la autoridad y la influencia) que se muestran cuantificados en la parte superior y que en esencia, establecen nuestros limites a la hora de llevar a cabo nuestras iniciativas. Lógicamente, la Gran Bretaña de 1836 está en una posición dominante sobre el resto de naciones como la máxima potencia mundial de la época, siendo España la octava nación del mundo a modo ilustrativo.
Desplegamos el mapa, elegimos un país y echamos un repaso a cuál es su situación, qué influencias tiene con el resto de naciones y quién tiene un mínimo de autoridad. Podemos empezar jugando México y, sin previo aviso, cambiar de país y ver qué se cuece en la India. O en Francia. Cada nación tiene sus propias fortalezas, necesidades y contexto sociocultural, y también reacciona con prejuicios o concesiones a las intenciones de otros países o a que implementemos determinadas ideologías.
Y ojo, el factor económico de Victoria 3 es especialmente profundo. Nuestra manera de implicarnos en el desarrollo del país es total y la manera de gestionar y controlar la economía del país implica llevar a cabo iniciativas internas y expertas y realizar toda clase de pequeñas y grandes gestiones. Como dijimos, es café para los muy cafeteros, aunque si lo que queremos son los resultados sin tener que lidiar con los progresos siempre está la opción ponernos en modo Observador y ver cómo todo se gestiona en automático.
Es más, si la liamos parda en propio juego te dice que no es necesario cargar partida o iniciar una nueva: simplemente puedes cambiar de país. Tan sencillo como nuesa porque, a todos los efectos, Victoria 3 es un sandbox de estrategia. Y sí, tal y como se espera, el arte de la guerra también es parte esencial del juego.
La manera de abordar los conflictos bélicos en Victoria 3 es diferente a otras sagas de estrategia por turnos o en tiempo real. Más que controlar las unidades que producimos e instruimos, así como la tecnología armamentística, lo que hacemos es dar instrucciones expresas a los Generales bajo nuestra autoridad y, a partir de ahí, influimos en los frentes de guerra entre naciones una vez haya estallado el conflicto. Bien provocado por nosotros o no. De manera resumida, la guerra en Victoria 3 se basa en avanzar, retroceder o defender el frente manteniendo la posición.
Ahora bien, en Victoria 3 hay una barbaridad de elementos a considerar. Además de las estadísticas y porcentajes que se muestran en pantalla debemos tener presente la disposición de cada General de cara a las instrucciones que recibe o el modo en el que está compuesta y organizada nuestra fuerza militar. A lo que hay que sumar, lógicamente, que cada nación cuentan con su propio potencial bélico.
La interfaz no solo ayuda a que todo lo anterior sea más visual, sino que nos permite una gestión muy eficaz, pese a que ésto supone moverse entre montones de pestañas con el mapa como única referencia visual más allá de los retratos e iconos. Lo bueno es que no tardaremos demasiado en familiarizarnos con todo lo que tiene que ofrecer Victoria 3. No solo porque está muy bien planteado, sino porque Paradox lo ha dispuesto todo para que exprimamos todas las posibilidades de juego desde la primera partida.
Una "Masterclass" para aprender historia, diplomacia, economía... Y hasta empatía
¿Mucha responsabilidad de golpe? Bueno, ahí es dónde entra en juego otro de los aciertos de Victoria 3: además del juego libre se nos ofrecen empezar a jugar partiendo de cuatro posibles objetivos, siendo el primero de ellos un tutorial magistralmente planteado.
Si optamos por iniciar una partida con Aprende a Jugar se nos planteará una campaña con los ajustes más fáciles en la que se nos guiará durante los compases iniciales mientras se nos explica lo esencial: de qué modo funciona la economía de un país, qué son conceptos como Producción, Política, Gobierno o Ejército. Victoria 3 no solo ofrece teoría si le pedimos que nos guíe, sino que la lleva a la práctica mientras que, lógicamente, nos dice cómo empezar a producir materia prima o realizar actos de diplomacia.
Lo bueno de esto es que, además, se nos propone empezar de naciones que se prestan especialmente bien a cada objetivo. En el caso de que decidamos aprender a jugar se nos recomienda partir de Suecia, Bélgica, Chile o la Colonia del Cabo. Países que en 1836 estaban experimentando una realidad en la que podemos aprender a desenvolvernos y, poco a poco, implicarnos. Con todo, son cuatro recomendaciones y podemos partir desde el país que queramos.
Los otros tres objetivos que nos propone Victoria 3, si es que deseamos experimentar un sandbox guiados por un propósito más o menos definido, son más interesantes:
- En Dominio Económico se nos desafiará a prosperar y lograr el liderazco comercial y económico mundial. Los países sugeridos por el propio juego son Estados Unidos, Gran Bretaña, el Imperio Otomano y Brasil.
- En Hegemonía se busca conquistar al resto de la población mundial por la razón o la fuerza. A base de expandirnos o de anexionar otras naciones hasta convertirnos en la superpotencia dominante. Las recomendaciones de este objetivo son Prusia, España, el Shogunato Japonés y Egipto.
- Finalmente, a través de Sociedad Igualitaria se nos desafía a iniciar una revolución global basada en la libertad y la igualdad de las personas. Si hoy parece complicado, imagínate en 1836. Por suerte, Victoria 3 nos da recursos muy bien fundamentados y nos recomienda partir desde Francia, Rusia, la dinastía Qing o México.
A partir de estos objetivos más o menos definidos, y en caso de que no deseemos ir por libre, podemos intentar reescribir la historia o usar el juego como un laboratorio geopolítico en el que la diplomacia, el entramado socioeconómico y la gestión ganan montones de matices. Eso sí, Páradox se ha esforzado en ofrecer un contexto rico y muy bien fundamentado de cara a la situación de cara país. Algo que se refleja en sus condiciones nada más iniciar una partida, si contexto sociocultural y, de cara a su futuro, a sus Intereses.
En Victoria 3 cada país cuenta con un elemento único denominado Intereses, los cuales pueden ser naturales y declarados. Los naturales obedecen a la realidad en la que se encuentran por motivos geopolíticos y los declarados son el plan a medio y largo plazo de cara a esta era. Algunos países, de hecho, ni siquiera cuentan con intereses al comienzo de la partida, aunque conforme vayan ganando presencia y reconocimiento a nivel internacional podremos ir añadiéndolos.
Así, si uno de los países (vecinos próximos o no) está en nuestra sección de intereses podremos iniciar acciones diplomáticas. Un ejemplo de esto es la predisposición de Francia con la independencia de Estados Unidos o la compleja relación de España con la mayoría de naciones de América del Sur.
Todo lo anterior se redondea a través de la apertura un modo multijugador al que, desafortunadamente, no tuvimos acceso de cara a este análisis. No porque no estuviera deshabilitado, sino porque desde que empezamos a jugar no encontramos ninguna partida a la que unirnos ni tampoco se unió nadie a la nuestra. Con todo, Victoria 3 no solo habilita que se abra nuestra partida a cualquiera que desee unirse, sino que cuenta con un sistema propio para que creemos una a medida y en la que, por cierto, también es posible habilitar los mods.
La opinión de VidaExtra
Victoria 3 es la esencia de la gran estrategia histórica llevada a los videojuegos. Un título tan rico como denso en todos sus matices que nos deja experimentar con una libertad exquisita y un rigor histórico y bien documentado impresionante. Y sin embargo, lo mejor no es aquello que se basa en lo ya conocido, sino cómo usa el prometedor contexto histórico de la época victoriana en su beneficio, a modo de lienzo en blanco, para dar rienda suelta a nuestros experimentos.
¿Un juego de nicho? Quizás. Pero Paradox ha hecho las tareas para que nadie se quede fuera: la manera en la que Victoria 3 nos da la bienvenida hace que pasemos de absorber la información a empezar a experimentar por nuestra cuenta con sus posibilidades antes de que cerremos nuestra primera partida. No tardaremos en comprender que sus posibilidades y abrazar la esencia de sandbox que recubre todas las capas de estrategia y gestión del juego. Que son una barbaridad.
Con todo, y como comentamos, Victoria 3 es café para los muy cafeteros. Es un juego que sabe acomodarse a los que no quieren complicaciones, pero deja claro que si deseamos progresar debemos ser constantes y consecuentes con nuestras decisiones. Que ofrece libertad, desde luego, para que tomemos las riendas de una nación en una época que se presta de maravilla a revoluciones, transformaciones y grandes cambios geopolíticos. Que recuerda constantemente que la realidad siempre está por encima de los ideales, pero que los ideales bien fundamentados pueden llegar a transformar la realidad.
Quizás, Victoria 3 no sea ese juego que enganche a todo el mundo. Ni siquiera a los apasionados por la estrategia tradicional. Pero volverá locos a los apasionados por la historia, la gestión y aquellos que en algún punto de su vida soñaron con transformar el mundo. Victoria 3 los tendrá obsesionados durante meses. Probablemente durante 100 años: el siglo de revoluciones y grandes cambios de la época victoriana.
Victoria 3
Victoria 3
Plataformas | PC |
---|---|
Multijugador | Sí |
Desarrollador | Paradox Interactive |
Compañía | Paradox Interactive |
Lanzamiento | 25 de octubre de 2022 |
Lo mejor
- El más ambicioso y completo videojuego de gran estrategia histórica hasta la fecha
- Si te chifla la historia contemopránea, Victoria 3 te va a obsesionar
- Infinidad de maneras de gestión que expriment su matiz de sandbox a través de una interfaz poco atractiva, pero muy bien planteada
- Pese a ser una experiencia densa, el juego te sabe guiar desde los primeros compases
Lo peor
- Como juego de estrategia es café para los muy cafeteros: hay montones de opciones y recursos que deben ser atendidos si se quiere exprimir al máximo la propuesta de juego
Ver 2 comentarios