Xbox Game Pass es un escaparate perfecto para descubrir joyas ocultas, con el aliciente extra que supone gozar de un producto de lanzamiento en ciertos casos. Es justo lo que sucede con The Wild at Heart, una aventura muy especial por parte del estudio Moonlight Kids, un modesto equipo apadrinado por Humble Games.
Y decimos especial, porque se inspira claramente en uno de mis juegos favoritos de GameCube, el revolucionario Pikmin de Shigeru Miyamoto. Lo bueno es que no lo toma simplemente como referencia, sino que le aporta su propia personalidad, hasta el punto de ofrecer una experiencia de lo más cautivadora que sorprende.
Adéntrate en la profundidad del bosque oscuro...
The Wild at Heart es de esa clase de juegos que entran por la vista, ante todo. Alejado del píxel que evoca una época antigua, Moonlight Kids ha apostado por un estilo más de dibujo animado, con tonos muy vivos y toque desenfadado, para dejar claro que no estamos ante una aventura de corte serio. Esa clase de historia en la que sacamos al niño que llevamos dentro para soñar con fantasía, la de llegar a un bosque poblado de criaturas extrañas que no ven los humanos.
El protagonista principal es un niño llamado Wake, que va en busca de su amiga Kirby tras perderse precisamente en el bosque. Cuando se da cuenta, se ve inmerso en un mundo completamente desconocido habitado por unos seres que han olvidado sus nombres. Dicen que todo se debe al malvado "Nunca", un ser oscuro que suele aparecer de noche. Y como es lógico, nuestra llegada nos convertirá en los salvadores del lugar... con varias sorpresas en el trayecto.
A lo largo del periplo seremos testigos de una serie de sueños muy vívidos por parte de Wake por un tema que le atormenta en relación con su padre. Y no será lo único. Hay algo especial en este bosque, al que iremos dando vida a medida que rescatemos a sus habitantes para reunirlos en la arboleda central. Nuestro objetivo principal, aparte de dar con Kirby, nuestra amiga y vecina, radica igualmente en una serie de artefactos de la Bruja Verde, la protectora del lugar.
Cada personaje desborda simpatía por los cuatro costados, teniendo unos nombres improvisados la mar de llamativos al no recordar el suyo propio. Desde unos mellizos que se pican con el (no) baile hasta un cartógrafo que se comunica con avioncitos de papel, pasando por una loca de los gatos... Cada una de estas personas tendrá su propio rol en la historia, traduciéndose en objetivos concretos o simplemente para conocer los entresijos del mundo que estamos descubriendo, que si bien no goza de grandes dimensiones, sí que resulta variado y atractivo.
No todas las regiones están accesibles de inicio, sino que, tal y como sucedía con Pikmin, a medida que desbloqueamos los cinco tipos de Hadalingos (el nombre de las criaturitas en The Wild at Heart), se van descubriendo ante nosotros rutas y sobre todo formas de afrontar los peligros, puesto que cada Hadalingo cuenta con sus propias características que los hacen totalmente únicos y que hay que saber.
El más básico de todos y el primero que nos ayudará se llama Ramilingo y no le afecta el veneno, mientras que Brasalingo y Friolingo no pueden ser más opuestos entre sí, al ser el primero de fuego y el segundo de hielo. Pualingo y Lunalingo completan el reparto de criaturitas, guardando bastantes similitudes con los Pikmin de Nintendo, salvo una serie de rasgos especiales un tanto puntuales.
The Wild at Heart, un Pikmin un tanto diferente
Sobre el papel, viendo el peso de los Hadalingos, podría pasar por un clon de la citada saga de Shigeru Miyamoto, pero el estilo que propone esta obra de Moonlight Kids es muy diferente, en parte por el peso de todos sus personajes secundarios y la historia que nos va contando. Además, todo tiene lugar sobre un único mapa en el que hay ciclos de día y noche que modifican ciertos aspectos.
Al contrario que en Pikmin, donde había que regresar a la nave al caer la noche, en The Wild Heart podemos seguir explorando sin la luz del Sol. Ahora bien, estamos expuestos a unas criaturas oscuras que nos pueden sorprender desde cualquier sitio, salvo que haya cerca alguna linterna, una hoguera donde descansar...
Al principio la sensación que produce es un poco como la de Dying Light (salvando las distancias, por supuesto), al tener poca vida y comprobar que de muy pocos toques nos matan esos seres oscuros, en parte también por su insistencia. Pero en los últimos compases de la aventura tendremos diversas herramientas para contenerlos, no solamente por parte de cierto personaje que se convertirá en nuestro aliado, sino también por medio de uno de los Hadalingos.
Y es que también podremos mejorar al protagonista principal y a la otra persona que se unirá a mitad de trayecto, pudiendo aumentar su vida, ampliando el límite del inventario o alargar el tiempo que dura su herramienta principal, que en la de Wake es una aspiradora parecida a la de Luigi's Mansion. The Wild at Heart va jugando con la dualidad de sus protagonistas con puzles que nos obligarán a intercambiar entre los dos o ser imaginativos con el uso de ciertos Hadalingos.
Tras un comienzo titubeante que no muestra su potencial, la aventura pega un salto de gigante al llegar a la arboleda y empezar a reunir a los desaparecidos. Si eres de los que disfrutaron con los Pikmin te lo pasarás como un enano, porque tampoco faltan tesoros de los humanos a recoger, ideal para los completistas. Y aquí esta hazaña tendrá un premio de lo más suculento que merece la pena...
Una aventura que te atrapará sin mucho esfuerzo
Sin llegar a las cifras de la obra de Nintendo, donde podía haber 100 Pikmin en pantalla, esta obra de Moonlight Kids enfatiza la estrategia en el uso de los Hadalingos para aprovechar al máximo el potencial de cada tipo. Hay enemigos a los que tan solo podremos abatir con garantías si usamos un Hadalingo determinado y esto sucede de igual modo con algunos puzles. El límite está en 60 Hadalingos, aunque habrá formas de aumentar esa cifra temporalmente...
He echado en falta, en cualquier caso, la posibilidad de cargar un objeto con más Hadalingos para aumentar su velocidad, tal y como sucede desde la primera aventura del Capitán Olimar. Y de igual modo, una carencia preocupante de jefes, salvo la excepción del final. Porque abusa de algunos tipos de enemigos de gran tamaño, a modo de semi-bosses. Ahí los Pikmin ganan por bastante goleada.
No deja ser de una producción independiente, con un equipo humilde detrás, lo cuál tiene mucho mérito viendo la calidad de todo el conjunto. Y eso que se anima tocando otros palos, como la creación de recetas con los materiales que vamos reuniendo, pudiendo preparar distintos platos de comida, tónicos o ciertos objetos que nos pueden dar ventaja temporal en los combates. Eso, unido a la posibilidad de mejorar el campamento de la arboleda y disponer de varios tipos de misiones, a modo de desafío, le confieren un aliciente extra al que tan solo se le echa en falta algún modo extra tras completar la aventura. Que Pikmin 3 tuvo varios.
Tampoco es justo pedirle tanto viendo la enorme diferencia que hay entre un estudio pequeño si lo comparamos con Nintendo, por ejemplo, pero desde luego que la duración que tiene para los completistas (a mí me llevó 13 horas con todo) no está nada mal. Y si lo jugamos desde Xbox Game Pass no hay excusa. Eso sí, el diseño del mapa despista al no mostrar las conexiones entre cada región.
La opinión de VidaExtra
En definitiva, un gran debut por parte de Moonlight Kids, convirtiéndose por méritos propios en la mejor alternativa a los Pikmin en la actualidad, con permiso de los Overlord. O al menos, en el más fiel a ese espíritu, por lo que si disfrutaste los clásicos de Nintendo, The Wild at Heart te atrapará sin esfuerzo hasta el final.
The Wild at Heart
The Wild at Heart
Plataformas | Xbox Series (versión analizada), Xbox One y Steam |
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Multijugador | No |
Desarrollador | Moonlight Kids |
Compañía | Humble Games |
Lanzamiento | 20 de mayo de 2021 |
Lo mejor
- Un Pikmin con mucha personalidad
- El atractivo de su universo de fantasía
- Las mejoras de la arboleda y sus secretos
- Sus variopintos personajes secundarios
Lo peor
- El diseño del mapa es mejorable
- Se echan en falta muchos más jefes
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