Call of Duty Black Ops: Cold War ha vivido su primer fin de semana de promoción en PS4 y, a la espera de la beta que también estará disponible para otras plataformas, esta alfa ha sido nuestra primera toma de contacto con el nuevo multijugador.
Las sensaciones no distan mucho de lo que ya es una tónica habitual en la franquicia. ¿Apunta a ser un buen juego? Por supuesto. Siempre lo hacen y en mayor o menor medida, gustos personales a un lado, la saga acaba cumpliendo. Pero eso no quita que siga estando lejos de lo que muchos llevamos reclamando desde hace años.
Buscando una identidad que ya tiene
Puede que el único experimento que le haya funcionado a Call of Duty en los últimos años haya sido Warzone. El resto han sido ideas aquí y allá que se acababan abandonando en la entrega siguiente por razones obvias.
Tengo la sensación de que Call of Duty está invirtiendo esfuerzos constantemente en convertirse en algo que no es. Buscando ese giro que le saque de una rutina de la que hasta ahora sólo se han quejado los que no juegan a esta saga.
Ahora un juego con robots a lo Titanfall (Advanced Warfare), ahora uno con héroes con poderes (Black Ops 4), ahora uno por objetivos al estilo Overwatch (WWII)... Esfuerzos que nunca acaban en nada, salvo por el caso Warzone del último Modern Warfare, y que roban esfuerzos que podrían emplearse en seguir apostando por lo clásico.
Los mapas de 12 contra 12 de Call of Duty Black Ops: Cold War son sólo una muestra más de esta insana costumbre. Mapas enormes con objetivos no especialmente inspirados y vehículos que pueden venirle de perlas a un Battlefield, pero que no tienen nada que ver con el espíritu Call of Duty.
Moscú, una oda a los tres carriles
¿Sería más feliz si abandonar esas ideas aportase más chicha en lo que a mapas, armas y opciones de armamento se refiere? Sin duda alguna, pero al final son modos que pueden gustarte más o menos y que, en cierto sentido, están ahí y no molestan.
Lo que me cuadra menos -y molesta más- es que Treyarch y Raven no sean capaces de mirar atrás y ver cuáles han sido los mapas más celebrados de sus ediciones anteriores. Desde luego no han sido rarezas a lo Satélite o Miami -vaya dos nidos de camperos-, sino la eterna y gloriosa cantinela de los tres carriles que sí ofrece Moscú.
El mapa es la esencia de lo que le pido a un Call of Duty y, más concretamente, a un Black Ops:
- Es rápido.
- Los enemigos se ven de forma clara.
- Enfrentamientos a corta, media y larga distancia.
- Escondrijos de camperos fáciles de rodear.
Además entrega esos choques entre equipos marca de la casa en los que fácilmente podrías quedarte a vivir por lo divertidos que son.
A tenor de lo visto en las votaciones de las partidas, parece que no soy el único con cierta nostalgia por los mapas de los primeros Black Ops. Ojalá la colección final de escenarios esté más cerca de eso que de los experimentos.
Hay ganas de ver qué ases tienen guardados bajo la manga y si las siguientes pruebas siven para seguir puliendo otros temas como la sensación de las armas, un punto por debajo de lo vivido en Modern Warfare, y mejoras como las del audio, donde Treyarch parece darle sopas con hondas al juego de Infinity Ward.
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