Un juego de puzles en el que eres la bala de un francotirador: he probado Children of the Sun, la última locura con el sello de Devolver Digital

Un despiadado título un tanto sanguinario que acaba de ser presentado oficialmente

Una de las compañías que suele contar en su catálogo con videojuegos muy extraños y que se acaban convirtiendo en grandes pelotazos es Devolver Digital. Es saber que la distribuidora está involucrada en algún proyecto y al instante tener claro que te puedes esperar cualquier cosa, con propuestas que suelen salirse de lo común. Ese es el caso de Children of the Sun, un indie completamente nuevo que no había sido anunciado todavía.

En los últimos días he tenido la oportunidad de probar este título tan peculiar del que no se había hablado hasta ahora en ningún momento. Por lo tanto, aparte de para destacar de qué va y qué le hace especial, os voy a poder contar qué me ha parecido la versión de prueba que he tenido entre mis manos que apenas duraba una hora, pero suficiente para hacerme una idea de cómo será este psicodélico juego de puzles.

Una despiadada y sanguinaria venganza contra El Culto

A base de presenciar una serie de secuencias que parecen dibujadas a mano, sin líneas de guion y con unas escenas un tanto raras, esta aventura trata de presentarnos un viaje de venganza que ha sido desarrollado por una única persona, René Rother. Todo el argumento está relacionado con El Culto, una secta que aseguró a sus miembros que vivirían una vida tranquila lejos del estrés de la vida moderna, lo que les haría más felices y espiritualmente más libres.

Sin embargo, no eran más que falacias, porque el formar parte de El Culto solo provocó que sus vidas quedaran arruinadas. Eso fue lo que sufrió una niña que con el paso de los años se ha hecho más grande con una tremenda sed de venganza. Así pues, equipada con una estrambótica máscara y un rifle de francotirador, está dispuesta a masacrar uno a uno a todos los responsables, sobre todo a su líder.

También he de decir que si no llega a ser por la descripción oficial proporcionada por Devolver Digital me habría resultado un tanto complicado conocer la premisa, porque lo cierto es que las secuencias son tan extremadamente extrañas que no puedes parar de preguntarte "¿qué narices estoy viendo?". Tampoco ayuda su intento de banda sonora en la que no para se escucharse de fondo un ruido como el de una turbina rota girando a toda velocidad.

Al menos, por todos estos detalles, te queda claro que estás ante un juego totalmente fuera de lo común, como también sucede con su apartado artístico. Eso sí, en este caso está más logrado con esos tonos tan apagados y siniestros, que desde luego son muy acordes con la propuesta de este juego, sobre el que hay que reconocer que engancha lo suyo gracias a su jugabilidad, aunque su banda sonora también ha logrado sacarme un poco de quicio en muchos momentos.

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Todo el protagonismo recae en una única bala

Una vez puestos en situación, es momento de pasar a la acción. Nuestra protagonista es una experta francotiradora que puede desplazarse libremente por el escenario de cada nivel, pero únicamente de izquierda a derecha, buscando el mejor ángulo para apuntar a las víctimas a las que pretende aniquilar de un solo tiro. Y sí, es un único tiro literal, porque solo cuenta con una bala, nada más.

Por supuesto, lo normal es preguntarse cómo puedes volar la cabeza a varios enemigos de un solo disparo. Pues bien, resulta que el controlar a la chica no es más que un mero trámite, porque en realidad todo el protagonismo se lo queda la bala que sale disparada a toda velocidad, ya que es la que hay que controlar en todo momento, pudiendo modificar la velocidad a la que se desplaza e incluso su desplazamiento en cualquier dirección hasta cierto límite.

Es decir, no puedes hacer que se mueva por todo el escenario sin cesar, pero si alterar ligeramente su trayectoria de izquierda a derecha o de arriba a abajo. Así hasta impactar en el cuerpo de cualquier enemigo, momento en el que todo se ralentizará y tocará trazar una nueva trayectoria desde el último lugar en el que ha impactado. Básicamente, es como si fuese una especie de máquina de pinball, porque tienes que ir rebotando de una víctima a otra sin fallar.

En el caso de apuntar mal o chocar contra cualquier elemento del escenario, tocará repetir el nivel desde el principio. En resumidas cuentas, es un juego de puzles en el que hay que pensar bien qué camino vas a seguir, porque el orden en el que se produce la matanza es esencial, dado que a veces por los muros, coches, contenedores, árboles, etc., que hay por todas partes se reduce el campo de visión o no es tan simple atinar con el tiro.

Por otro lado, más adelante se desbloquea una habilidad adicional. A medida que los niveles se van complicando cada vez más, en cierto momento el juego nos reta a atinar en un punto débil en concreto de cada individuo, ya sea un brazo, una pierna, el cuerpo o la cabeza. De este modo, si se da en el blanco con exactitud, la bala obtiene la capacidad de modificar su trayectoria en otra dirección totalmente opuesta mientras se desplaza por el aire, lo que sin duda resulta de gran ayuda para encontrar a ciertos enemigos algo más ocultos.

Además, el juego cuenta con tablas de clasificación para valorar el tiempo que se ha tardado, la puntería, el lugar desde el que hemos disparado y otra serie de factores que afectan a la valoración final, por lo que ofrece una buena rejugabilidad para aquellos que quieran mejorar más todavía su puntuación, ya sea para superarse a uno mismo o al resto de jugadores del mundo.

La primera toma de contacto con Children of the Sun ha sido muy satisfactoria. No voy a negar que el argumento me ha dado bastante igual, aunque tampoco es que el juego haga demasiado hincapié en él, dado que se puede contar con los dedos de una mano las veces que desfilan secuencias por la pantalla, aunque sí desearía que su intento de banda sonora fuese diferente. En cualquier caso, lo importante es que la jugabilidad resulta muy adictiva, sobre todo porque los niveles son muy cortos para así darte más motivos a repetirlos, ya sea por fallar o por alcanzar un nuevo récord.