Desde el primer Dark Souls he intentado varias veces darles oportunidades a los videojuegos de FromSoftware u otros soulslike, pero siempre acabo mordiendo tanto el polvo que acabo dejándolos de lado, así que me ha quedado muy claro que no es un género pensado para mí, por muchas veces que intente volver a ellos.
Cuando supe que iba a poder jugar a un adelanto de Armored Core VI: Fires of Rubicon, una parte de mi se alegro bastante, porque soy consciente de la calidad que presentan este tipo de títulos de FromSoftware y desde el primer tráiler de este nuevo Armored Core me quedé fascinado por la pintaza que tenía. En cambio, otra parte de mi se temía lo peor
Sabiendo el equipo que había detrás de su desarrollo y que tiene parte de soulslike, me imaginaba que no iba a resultar nada fácil salir ileso de cualquier combate. Y vaya si ha sido así, que durante las cuatro horas que he estado jugando lo he acabado comprobando de la peor forma posible, muriendo una y otra vez.
Todo un espectáculo visual con una fascinante libertad de movimiento
Algo que ya nos advirtieron antes de ponernos a los mandos es que en los Dark Souls y títulos similares los movimientos a la hora de atacar y esquivar están algo más limitados. Sin embargo, en esta entrega de la saga es totalmente distinto, porque aquí podemos desplazarnos a toda velocidad por cualquier dirección que queramos con el movimiento omnidireccional.
Los mechas que se pueden pilotar se mueven a toda pastilla y muy fácilmente, porque tan solo hace falta presionar un botón para ello, sin dejar de prestar atención a su correspondiente barra de energía, porque se consume a toda velocidad y tarda un pelín en recargarse del todo. Una función que es determinante en cualquier momento que te enfrentas contra otros mechas, robots u otras máquinas.
Eso garantiza que la acción es brutal y de lo más frenética, de ahí que se agradezca que los escenarios sean inmensos para así tenerlo más fácil el ir de frente, hacia atrás, hacia los lados, volar por los aires o aterrizar rápidamente en el suelo. Todo ello mientras no paramos de repartir estopa contra todo lo que veamos a nuestro alrededor y muy fácilmente, porque los dos gatillos del mando corresponden a los brazos, pudiendo escoger el arma que empuñará nuestro mecha en cada uno.
Naturalmente esto afecta a la forma de jugar, porque se puede optar por metralletas, rifles de asalto, bazucas o incluso espadas láser capaces de ejecutar unos tajos muy letales. Asimismo, esto altera a las estadísticas de nuestro mecha, al que podremos intercambiar infinidad de componentes para obtener las estadísticas que más nos convenzan en base a lo que prefiramos optimizar.
Ahí hay un buen componente de personalización porque todo esto no solo afecta a su daño, sino también a su movimiento, la velocidad de recarga, la capacidad de restauración y otra serie de aspectos, además de poder escoger los colores que quiera cada uno para cada parte. En resumidas cuentas, el mecha de cada uno acaba siendo único y lo mejor es que no hay uno solo que sea el más poderoso, porque cada misión se puede afrontar de distintas formas.
A la hora de adentrarse en cada fase hay algunas con un objetivo muy simple que se puede completar en unos minutos, lo que viene bien para familiarizarse con la jugabilidad, pero también hay otras considerablemente más largas en las que al final de ellas aguarda el combate contra un jefe final, sobre los que profundizaré más adelante. Lo que sí tienen en común todas ellas es el impresionante espectáculo visual que hacen vivir constantemente.
Aparte de por las explosiones y los tiroteos que estarán a la orden del día, con un apartado gráfico que luce de maravilla, también hay secuencias que te dejan boquiabierto. Por ejemplo, en una de ellas estaba en un desierto, donde derroté a una máquina con el tamaño de un rascacielos. La batalla contra ella fue apoteósica, sobre todo cuando lanzaba un rayo que era capaz de recorrer kilómetros de distancia arrasando con todo a su paso.
Pero si hubo algo que me dejó fascinado fue la secuencia cuando acabé con ella, destruyéndose en mil pedazos mientras sus piezas gigantes iban explotando y se iban separando poco a poco mientras que caían al suelo para levantar una polvareda tan descomunal que apenas se veía nada. Desde luego fue de los momentos que más me impactaron y que no me importaría volver a verlo una y otra vez, porque en todo momento parecía que estaba ante una película de acción.
Unas infernales batallas contra sus jefes finales
Cuando nos dijeron que íbamos a poder jugar las cuatro primeras horas pensaba que sería tiempo de sobra para completar la parte que nos iban a dejar jugar. Iluso de mí creyendo algo así, porque probablemente habría necesitado el doble de tiempo para superar las cuatro fases principales, de las cuales solo logré terminar dos de ellas y la tercera estuve en varios momentos a punto de lograrlo.
En las fases más secundarias, que se intercalan entre las principales, el objetivo a llevar a cabo no era tan complicado y por lo general las terminé a la primera, pero con las otras el cuento cambia por completo. Ya solo la primera, que se supone que está pensada para que sea una especie de tutorial, me frustró por completo y me consumió algo más de una hora de mi tiempo, porque todavía tengo pesadillas con el jefe final que me estaba esperando.
Se trataba de una especie de nave que no paraba de disparar balas y misiles y encima se desplazaba rápidamente, por lo que resultaba un tanto complicado dañarla. Aquí es cuando comprobé perfectamente por qué se trata de un juego de FromSoftware y bebe de los mejores soulslike, porque cometer cualquier error te condena a una muerte irremediable.
Al menos los fallos no se pagan tan caros como en Dark Souls o Elden Ring, porque aquí al menos se puede aguantar unos cuantos impactos antes de que nuestro mecha explote y también se puede curar hasta tres veces con unos kits de reparación. Aun así, el descuidarse o no ser lo suficientemente rápido al esquivar un disparo o un misilazo te puede condenar a tener que empezar de nuevo el combate.
Por lo menos me alegró que los puntos de guardado te sitúan justo en frente del jefe final que te ha matado una y otra vez, no si antes ofrecerte la posibilidad de modificar cualquier componente del mecha, para así probar otras estrategias y así saltar de nuevo a la batalla con quizás mejor o peor resultado. En cualquier caso, la susodicha nave, después de dejarla con la vida tiritando varias veces, acabó cayendo después de poner a prueba mi paciencia.
Más adelante, en la tercera misión principal, la acción me situó en frente de una especie de tanque que se movía tan rápido que era capaz de llegar a una punta a otra de la arena de combate en apenas un segundo. También era capaz de girar sobre su propio eje, iba equipado con lanzallamas y sus brazos causaban tal cantidad de daño que con solo un par de sus cañonazos estabas totalmente vendido.
De primeras no parecía tan extremadamente exigente como el primero que he indicado, aunque el problema era que solo se le podía dañar por la parte de atrás, nada más. Por suerte, contaba con otro mecha controlado por la inteligencia artificial que hacía la función de señuelo para así aprovechar para machacar a la máquina. No obstante, cuando ya le has reducido una buena parte de la vida se marcha y ahí es cuando te das de bruces con la triste realidad de que es cuando comienza la pelea de verdad.
Una vez más me tiré más de una hora para intentar cargármelo y esta vez sin éxito, porque costaba horrores causarle algún tipo de daño por no parar de moverse y solo poder dañarlo por su parte trasera. A pesar de ello, en unos cuantos intentos lo deje con la vida que apenas se le veía, pero era la cantidad suficiente para imaginarme cómo el juego se estaba riendo en mi cara por verme morir una y otra vez.
En definitiva, he de reconocer que las cuatro horas se me pasaron volando y si no se me hicieron agotadoras es porque al menos la experiencia la estuve disfrutando. Y no, no es que sea masoca, porque me frustraba que me destruyesen el mecha sin parar, pero es que el sistema de combate y la acción es tan bestial que por eso siempre tenía ganas de intentarlo una vez más, sobre todo cuando ya me aprendía los patrones y al menos tenía alguna posibilidad de hacer algo que no fuese recibir disparos sin parar.
Eso no quita que siga teniendo muy claro que este género no está pensado para mí, porque aquí se salva el hecho de que la jugabilidad es excelente, lo que me lleva a garantizar que cualquier aficionado de FromSoftware o los soulslike lo gozará como si no hubiera un mañana. El lanzamiento de Armored Core VI: Fires of Rubicon está a la vuelta de la esquina y no sé si acabaré cayendo o no, pero desde luego no me importaría en absoluto volver a ponerme a los mandos de uno de estos impresionantes mechas.
- Plataformas: PS4, PS5, Xbox One, Xbox Series X/S y PC
- Multijugador: Sí
- Desarrollador: FromSoftware
- Compañía: Bandai Namco
- Lanzamiento: 25 de agosto de 2023
En VidaExtra | Vencer a 383 jefes de FromSoftware (Dark Souls, Sekiro, Elden Ring...) sin recibir daño y que todavía te queden ganas de guerra
En VidaExtra | Los siete juegos de mesa que te recomendamos si te gustan Elden Ring y Dark Souls
